Bang Chan tiene que regresar a Corea del Sur para hacerse cargo de la manada Bang debido a que su padre se encuentra enfermo. Ansioso por reencontrarse con su familia, regresa para resolver los problemas que amenazan a esta.
Las cosas parecen peor d...
Changbin en ningún momento espero encontrarse con un omega que le hiciera cuestionarse si es posible que existieran ángeles en la tierra.
A pesar del grito que pego el chico de pecas frente a él, en ningún momento dejó de mirarlo. Ni siquiera cuando su mejor amigo salió asustado con los cabellos revueltos, ni cuando Chan llegó a su lado para revisar si Felix se encontraba bien, mucho menos cuando Minho murió de ternura por Jisung molestandolo entre risas y abrazos.
–Changbin, ¡Changbin! Reacciona, joder.
Un dolor en la espinilla le hizo despertar de su trance, mirando con enojo al Alfa que lo golpeó.
–Estás muerto, Lee.
–Changbin, ¿por qué grito Felix? –Chan evitó que se abalanzara hacia el otro.
–Oh, eso...
No les iba a decir que cuando se topo con el omega su lobo casi toma control de él al oler el delicioso aroma a cereza y mora azul, cuando a él ni siquiera le gustaban los dulces, claro que no.
–Había un insecto –Felix solo lo miro en silencio, asustado por la forma de su actuar hace unos minutos.
–Bonita forma de referirte a ti, Seo.
–Honnie, no sea grosero.
–Perdona, Sung –hizo un puchero abrazándose al lindo omega.
Chan se río. –Eso no es muy Alfa de tu parte, Minho.
–Jódete. ¿Tienes hambre, bonito? Te prepararé algo rico, vamos –el peliazul sonrojado, se despidió cuando el Alfa lo tomó de la mano para ir a la cocina.
Chan pensó hacer lo mismo con Felix, sino fuera porque Changbin lo interrumpió.
–Yo... ¿Puedo hablar contigo? –miró al omega.
–No tarden, los esperare abajo.
–Quisiera disculparme contigo –habló cuando se quedaron solos en en pasillo. –Perdona por hacerte sentir incómodo, no era mi intención.
–Esta bien –Changbin sintió que se iba a desmayar al escuchar su voz grave. –No te reconocí, es decir, no te vi anoche.
–No soy tan cercano a los Lee, solo soy el mejor amigo de Jisung.
–Oh, debes ser Changbin –asintió emocionado. –Jisung me contó algunas cosas sobre ti.
Entre risas e historias graciosas bajaron para reunirse con los demás, terminando uniéndose en la plática y pasando un buen rato los cinco.
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Dos días después y el Alfa Bang empeoraba cada hora que pasaba, preocupando a sus hijos y a toda la manada. El doctor que lo revisaba salió de la habitación mirando con una mirada llena de pena al señor Lee y Chan.
–No sobrevivirá esta noche.
Dar la noticia a todos fue doloroso, pero más al decirle a Jisung. Minho se ofreció, soportando las horas de llanto antes de y después de la muerte de su padre. Chan trataba de ser fuerte frente a todos, después de todo su imagen como Alfa sería lo que mantendría en flote a la manada de ahora en adelante, pero no dudo de llorar entre los brazos de Felix cuando se llevaron cuerpo de su padre.
Esa fecha quedaría marcada como un día trágico, siendo despedido bajo la lluvia, el grupo de betas cargo el cuerpo hasta las afueras seguido de la multitud. Colocando el cuerpo en medio de un círculo a base de piedras, le prendieron fuego y flores blancas fueron depositadas a sus pies. Los llantos y gritos desgarradores penetraban el silencio del bosque, dándole un toque más tenebroso.
Pasada la media noche, solo quedaban algunas personas en el lugar, incluyendo a Chan, Minho y el señor Lee. Despidiendo a todos, Chan se quedó observando como las cenizas se perdían recorriendo los caminos que la lluvia hizo en la tierra.
–Perdón por llegar tarde, padre. Cuidare bien de todos como lo has echo tú, prometo hacer que tu y mamá se sientan orgullosos de mi. También seré un buen hermano mayor para Jisung, después de todo es mi única familia no lo dejare solo –tragó el nuevo en su garganta, aguantando las lágrimas. –Traeré a mamá de regreso aunque sea lo último que haga, así que por favor espera un poco más. Te extrañare viejo. Gracias por darme un vida llena de recuerdos y por ser mi gran ejemplo a seguir, no sabes lo feliz que me siento de ser tu hijo –dejó caer una flor lo más cerca que pudo del lugar donde estuvo su corazón. –Cuídate.
Unos brazos lo rodearon reconociendo al señor Lee por el fuerte aroma a café.
–Lo hiciste bien muchacho.
Una vez volvieron a la casa, Chan decidió dormir en la habitación de su padre. Contándole a las sombras las aventuras que vinieron juntos, pasaron las horas hasta que el sol salió. Sin poder pegar un ojo en toda la noche, se sentó en la cama sin ánimos ni las ganas suficientes para salir de casa.
–¿Puedo pasar? –su medio hermano se encontraba en la puerta, las bolsas negras bajo sus ojos rojos e inchados le dio a entender que tampoco tuvo buena noche.
–Claro –su voz salió rasposa, lastimando su garganta.
–¿Cómo te sientes?
–Es doloroso, demasiado. ¿Qué tal tu? –le preguntó apenas se sentó a su lado.
–Los extraño –sus ojos se llenaron de lágrimas cuando Chan lo abrazo.
–Recuerda que no estas solo, pequeño. Te cuidare de todos, incluso de Minho –el omega soltó una risita.
–Chan.
–¿Si?
–¿Puedo dormir contigo?
–¿Acaso Minho ronca?
–No, es solo... tu aroma es parecido al de papá –asintió dándole la razón, si bien había una pequeña diferencia el parecido era demasiado.
–Puedes venir conmigo cuando quieras.
Ya acurrucados bajo el calor de las mantas, compartieron risas, lágrimas y abrazos, terminando dormidos antes del medio día.
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