I

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Las nubes oscuras cubrían el cielo y gotas de agua caían, como si incluso ellas lloraran la pérdida de un gran hombre.

Lamentablemente, las condiciones en las que el cuerpo de Harry Potter fue encontrado no permitieron que se llevara acabo el proceso fúnebre, sin embargo, los aurores que trabajaron en compañía del muchacho y sus conocidos acudieron a la casa Potter para darle un último adiós a la caja donde descansaban las cenizas de lo que quedaba del azabache.

La bruma cubrió sus días, a penas había recuerdos de los momentos que pasó durante la ceremonia, cuando metieron esa pequeña urna donde todos manifestaban que estaba su esposo en el nicho o cuando Narcissa y Lily llegaron a Londres después de que James les dio la noticia.

Lily lloró, se derrumbó en brazos de quien fue su esposo, gritó y maldijo a quien le quitó a su pequeño, después, cuando el dolor le permitió permanecer calmada, abrazo a sus nietos y prometió quedarse hasta que ya no la necesitarán.

Sin duda, el momento más difícil fue cuando llegó la hora de explicarle a los niños Potter que su padre no volvería, que una estrella más había crecido en el cielo y que desde ese momento un león los cuidaría aún si no podían verlo.

Cuando la semana se cumplió, Narcissa, quien trató de mantenerse al margen y sufriendo en silencio, decidió que era momento de intervenir, pues Draco se había encerrado en su habitación y no existía manera de sacarlo de ahí, temía por el bienestar de su hijo y de su hermosa nieta, quien estaba pronta a nacer.

Lentamente abrió la puerta de la habitación del rubio e ingresó, estremeciendose cuando un desgarrador alarido rompió el silencio.

—Draco, mi niño —Le llamó con voz dulce.

Presionó el interruptor para encender la luz, encontrándose con el bulto en la cama. El rubio estaba abrazado a una almohada, apretandola contra su vientre redondo, llamando entre sollozos al amor de su vida.

—¿Por qué, mamá? —Murmuró, sin girarse a verla —¿Por qué me dejó? Prometió qué siempre volvería, dijo que estaría aquí para el nacimiento de nuestra Lily —El dolor pintó sus palabras y con ira arrojó la almohada a la pared.

—Él no lo decidió, mi dragón y aunque no esté físicamente, te aseguro que te está cuidando desde... —

—¡Esas son estupideces! Son solo palabras que se usan para reconfortar, Harry no nos observa, Harry se ha ido. No hay nada más allá —Lentamente se levantó, observando por fin a la mujer frente a él.

Narcissa ahogó un sollozo, Draco estaba pálido, las ojeras oscuras cubrían gran parte de sus párpados, sus pómulos se marcaban y las bonitas platas de sus ojos habib perdido brillo.

—Sé cuanto te duele, Draco, pero no estás solo, tienes tres hermosos hijos y una niña que está por nacer, es momento de que te levantes y comiences a ser un padre —No, no quiero a ser dura, pero necesitaba que su hijo entrara en razón, por él y sus nietos.

—No, no lo sabes, tu tienes a padre y a Lily, tu no haz perdido la mitad de tu vida por un hijo de perra —Se arrastró fuera de la cama y tambaleándose caminó hasta el tocador —Duele... Dueles cómo si el fuego me consumiera, como mi el alma se hundiera en un lago profundo, me ahoga, siento... Siento que no puedo más, madre, no puedo seguir sin Harry, él era mi vida, mi mundo... Mi todo —

Lágrimas bajaron del rostro de la mujer, ver a su pequeño cayéndose a pedazo y no poder sostener ninguno era el peor castigo para sus pecados.

Se acercó a Draco y lo rodeó con los brazos, dejando que llorara, que liberará su corazón de ese huracán que lo destrozaba.

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—¿Po qué todos lloan, abuel Emus? —Preguntó Scorpius, alzando la mirada para ver al hombre.

Una sonrisa lenta se dibujó en los labios de Lupin y acarició el cabello rubio de su nieto.

—Porque papá Harry se a ido, Scorpius y él no volverá —Explicó James, ahogando su voz en el pecho de su abuelo, quien se mantenía firme frente a sus nietos.

Albus hizo un mohín de labios abultados y poco a poco comenzaron a rodar le lágrimas por las mejilla.

—No cieto, papi no a ido —Dijo con seguridad, viendo a sus dos hermanos desde las piernas de Remus.

El hombre asintió, porque no tenía palabras para matar la esperanza del menor. Scorpius era un niño especial, había nacido con un retraso que no le permitía crecer mentalmente, por lo que a sus 7 años, tenía una mentalidad menor a la de Albus, quien contaba con 5 años.

—Así es, cielo, Harry estará siempre con ustedes —Murmuró James, con una sonrisa dulce.

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Observó por la ventana y su mano derecha acarició su abultado vientre, aun llovía, como lo había hecho durante los últimos ocho días.

—Otra vez soñé contigo, amor mío, tus brazos me rodearon y tus labios me besaron... Y otra vez desperté en soledad, anhelando tu presencia a mi lado, dime cariño, dime ¿Cuando vas a volver? —Las palabras fueron interrumpidas por un sollozos —Te necesito, no puedo respirar si no estás a mi lado. Todos dicen que te haz marchado, pero ¿Como puede ser posible? Me juraste quedarte una eternidad conmigo, no puedo aceptar que te haz ido, te siento, Harry —

La mano izquierda subió a su boca, cayando los sollozos de que ella salían. Dolía. El pecho le quemaba.

—Draco, querido, es hora de ir al hospital —La voz de Pansy lo llamó.

Se dio la vuelta y lentamente caminó hacia la puerta, donde Blaise y Pansy lo esperaban, era momento de dar a luz, pero ni siquiera sentía las contracciones del parto. Sin Harry estaba solo sobreviviendo.

—Mi Draco —La voz de Blaise se quebró y sus brazos lo rodearon.

Cómo había sucedido durante esos días, el viaje y lo que sucedió después se sintió como un sueño, como si viera desde el exterior una imagen de su propia vida, solo el llanto de su pequeña Lily le hizo sonreír.

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Lamento si esto ha arruinado sus días, lo que escribo es un reflejo de lo que hay en mi pecho...

El 6 de Oct. Murió mi abuela, fui la última persona que estuvo a su lado, la vi dar su último suspiro y cerrar sus ojos. Aún duele.

Los quiero.

ENAMORA A UNA SERPIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora