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El sol brillaba en lo alto del cielo con una fuerza impresionante. Últimamente no se sabía si era invierno, primavera o el mismo infierno, pues el clima cambiaba tan rápido como el humor de persona embarazada.

Las clases de pociones habían sido canceladas por ese día, pues al parecer su padrino había tropezado y caído lastimandose la columna y el queridisimo viejo, que algunos solían llamar director, había decidido no exponer a su amigo a que se lesionara más.

—Draco —

Harry lo llamó en un suspiro, de mala gana dejó a un lado el libro sobre historia de la magia que estaba leyendo sobre el césped verde donde estaba sentado y Harry echado como vaca, con la cabeza apoyada en su regazo.

—¿Qué quieres? —

—Te quiero —Dijo después de unos segundos de titubeo —Te quiero y quiero que nunca lo dudes.

Harry abrió los ojos para mirarlo, la curiosidad brilló en sus ojos color mercurio, pero la alegría de escucharlo decir aquello le calentó el pecho e hizo que las mariposas revolotearan en su interior.

—También te quiero, Potter —Dijo en un susurro.

No estaba acostumbrado a decir palabras cariñosas, pues aún si su padre era un pedacito de miel, el afecto en público era algo que los Malfoy no practicaban.

—Lo sé —Potter se incorporó —Y no quiero que eso cambie.

Se sentó a su costado, inclinando la cabeza sobre su hombro murmurando un montón de cosas cursis que sólo hicieron que sus mejillas brillaran en un tono rojo que podía competir con el pintalabios rojo-pirujo que Pansy había comprado en vacaciones, pero que jamás había utilizado.

—Malfoy —

La voz tímida de una chica castaña, tez morena y con uniforme de Slytherin Interrumpió su momento meloso, haciendo que Potter gruñera como perro Dóberman .

—El profesor Snape te está buscando —

—Está bien, en un momento voy, gracia por avisarme, Linda —La chica asintió y corrió de regreso al castillo.

—Vaya —La voz ronca de Harry llamó su atención.

El león ya se había levantado y comenzado a caminar hacia el castillo, con paso firme y rápido. Draco suspiró y lo siguió.

—¡Hey, tu! El idiota cuatro ojos —Trató de llamar la atención del moreno. Pero Potter lo ignoró —Harry.

Aceleró el paso para alcanzar a su novio, sin entender que es lo que había sucedido, hace no más de un minuto estaba de meloso y ahora parecía Elsa, lanzando miradas que congelaban.

—Maldita sea, Potter, no voy a correr detrás de ti cada vez que tus pautas hormonas te hagan cambiar de humor —Gruñó jalandole la camisa del uniforme para detenerlo.

—Entonces ¿Qué haces aquí? —Preguntó con la mandíbula apretada.

—Quiero una explicación de tu estúpido comportamiento —Bufó.

—Sé que hemos estado saliendo por menos de una puta semana, pero por más que me esfuerzo para que seas cariño no lo logro —Puso los ojos en blanco —Pero a la mocosa esa si puedes hablarle bonito ¿no? Gricis, lindi —

La carcajada del rubio lo hizo ponerse rojo de ira, la sangre le hervía y estaba por darle un buen golpe en la cabeza a la serpiente por burlarse de él.

—Harry —Dijo entre suaves risas —Ella se llama Linda, Linda Smith —

Un nuevo ataque de risa lo hizo inclinarse sobre su estómago, lágrimas Bajaron por sus mejillas y la garganta comenzaba a dolerle.

ENAMORA A UNA SERPIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora