Capítulo 9:Under Pressure

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El viento me rozaba la cara suavemente mientras permanecía parada y con los ojos cerrados, oyendo los pasos de personas caminando a mi lado. Luego, de la nada, un bocinazo fuerte llamó al silencio. “Esto se me hace muy familiar” pensé.

Abrí los ojos ante el alboroto a mí alrededor. Cómo creía, estaba en el metro; pero no era en cualquier estación. No era un lugar librado a mi imaginación ni que yo haya visto en mis siete meses en Londres: estaba en la estación Lima, del subte de Buenos Aires.

Mire para todos lados buscando alguien que me guíe, mas me encontraba sola. ¿Ya había terminado el año y no me di cuenta hasta ahora? No pude despedirme de Rainbow, Timothy o siquiera de Jessica. Ni pude besar por última vez a Oliver…

Y de pronto lo vi. Desde una ventana en medio de una de las paredes del andén, pude divisarlo a lo lejos, observando las vías. Sin embargo, él no estaba conmigo: él estaba en Tottenham Court Road.

Golpee el vidrio intentando llamar su atención, y luego de pegarle tantas veces y tan fuerte que hasta temí romperlo, logré que mirara hacia la ventana.

Comenzó a correr hacia mí, gritando mi nombre a viva voz hasta llegar al otro lado de la ventana, sonriéndome con esa expresión dulce que tanto quiero. Pero cuando apoyó la mano justo donde estaba la mía, ese portal se cerró y le dio paso a un espejo que poco a poco deformo mi imagen hasta quedar en negro.

Entonces, la oscuridad. Y ahí, grité con todas mis fuerzas.

El sonido del despertador me sacó de la pesadilla justo a tiempo. Estaba sudando, muy asustada y por un momento no me di cuenta en donde estaba; pero luego caí que aún seguía en Londres y que, al menos, me quedaban 4 meses más de estadía.

“Mi subconsciente me está tomando el pelo” pensé más calmada y aún recostada en la cama.  O tal vez estaba enojado por soportar días muy fríos en pleno febrero.

Cuando los latidos de mi corazón volvieron a su ritmo habitual, me levanté y fui directo a bañarme. Mientras me vestía, busque mi celular y vi que tenía tres mensajes.

El primero era de Timothy, que rezaba lo siguiente:

- Recuerda que nos encontramos a las 4 p.m. en la biblioteca para la presentación de mañana. Después iremos a mi casa a cenar.

El segundo, de Rainbow:

- Más vale que ya estés levantada y cambiada. Te espero en 20 minutos en la puerta. ¡¡Buenos días!! P.D: tengo una sorpresa para ti esta noche.

Y el último, para alegrarme la mañana, era de Oliver:

- De todos los centros terapéuticos de toda Inglaterra, ¿Por qué vine a terminar en el más religioso? Buenos días, Jazmín y que tu mañana sea más placentera que la mía, rezando por decimonovena vez el Ave María.

Luego de terminar mi desayuno, salí con mis cosas y, bajando por la escalera, fui contestando a cada uno. A Timmy le confirmé que iba a estar ahí, a Rainbow le avise que ya estaba bajando y empecé un pequeño debate sobre religión con Oliver.

- ¡Aleluya!- gritó ella apenas me vio en los últimos escalones.- Apúrate que llegamos tarde.

- Corrección: vos llegas tarde. Yo entro en dos horas- respondí, tentada por su paso apurado y casi caricaturesco.

- ¿No puedes ser solidaria con tu tutora esta mañana? No tengo la culpa del terrible horario que me asignaron.

- Soy solidaria hoy, fui solidaria ayer y lo seré todos los días hasta que termine el cuatrimestre. Pasa que me aburro mucho mientras tanto- protesté. Ella puso cara de fastidio.

11.145 Kilometros de IdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora