—No sé cual es tu camarote —le digo y él, entonces me observa de reojo, con el ceño fruncido y la mirada cargada de fuego.
Me pongo de pie y camino con él detrás de mí, caminando cerca a mis espaldas. Camino con decisión, hasta su camarote, el cual está justo en la esquina del vagón. En la otra punta de donde está mí camarote y el de Luz.
J no me mira, pero yo siento la tensión sexual cargar el ambiente de una forma tan devastadora que no puedo hacer otra cosa que morder el interior de mí mejilla y observarlo por el rabillo del ojo.
J abre la puerta y sin decir nada yo entro primera, con precaución, observando hacía mí alrededor. La luz dentro está apagada, pero puedo ver una cama y una pequeña mesa con una silla plástica.
La cama es para solo una persona, lo suficientemente grande como para jaziel. Tiene una manta blanca y dos almohadas. Y al costado, en una esquina está su mochila negra, cerrada y en un costado.
La única luz que entra es la del gran ventanal, que es lo suficientemente grande como para ver hacía afuera, los paisajes que ahora se vuelven rurales mientras viajamos.
La luna está llena, y el cielo lleno de estrellas permite ver el verde, oscurecido por la noche, de los campos y a lo lejos las pequeñas casas mientras dejamos la ciudad lejos.
Camino hasta la ventana, para notar a J en el reflejo de la ventana. Él cierra la puerta y se quita su gorra negra, observándome, mientras la tira sobre la mesa.
Lo veo pasar una mano por su cabello blanco, impoluto. Desenreandolo más aún. Tan propio de él mientras yo finjo que estoy serena mientras todo en mí interior se descontrola.
Hay algo que no puedo negar.
Jaziel Levi King, me tiene mal.
Y se me nota.
Siento que mi corazón late rápido cuando lo veo caminar hacia mí, tomándome un momento para inhalar suavemente, percibiendo el aroma a su perfume.
Tan embriagante como un elixir.
Siento cuando su cuerpo presiona contra mí espalda, amoldando su anatomía a la mía. En especial, puedo sentir su miembro tieso contra mis nalgas, delantando su excitación bajo la tela de sus jeans. Agradezco que no se pueda ver desde afuera del tren hacia adentro en las habitaciones. Sino... esto sería un espectáculo.
—¿Ves lo que haces conejita? —inquiere cuando posa su mano en mí abdomen bajo, con sus dedos rozando mí monte de venus por sobre el jean mientras la palma de su mano abarca gran porción de mí cuerpo.
Yo enmudezco, mientras tanto mis piernas flaquean por su contacto. Puedo ver su reflejo en el vidrio, y él me mira a los ojos de la misma forma, deseosa y voraz.
La mano de J, se abre camino entre mí ropa, hasta desabotonar mí jean.
Intento resistirme, en vano, y sin muchos esfuerzos, sin embargo, J lo sabe. Sus dedos, largos y diestros bajan el cierre de mí pantalón, y no tarda en abrirse paso entre mi sexo, caliente y palpitante.
Recuesto mí cabeza en su duro pecho cuando sus dedos se abre paso entre mis labios mayores, jugando con ellos a acariciar toda su longitud, tentando la entrada a mí sexo, el cual se empieza a empapar, lenta y tortuosamente siento como el néctar de mi excitación, empapa mí ropa interior.
Aprieto mis muslos al sentir una leve corriente eléctrica erizar mí cuerpo, cuando su mano, tienta la entrada a mi vagina, evitando rodear el perímetro de mí sexo.
Siento que mi piel arde por el calor de su piel tocando la mía y el espasmo de placer que recorre mí cuerpo en una oleada de cosquilleo, dulce cosquilleo que culmina en concentrar la agridulce necesidad en mí clítoris, resentido y expectante.
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Malas Intenciones
RomanceCuando tu mejor amiga de toda la vida traiciona tu confianza y compite contra tí por el amor de tu crush, tienes solo dos opciones. Una es dejar todo pasar, y la otra es acosar al nuevo chico misterioso de tu instituto con fama de fuckboy y crear un...