☾Capítulo 19☽

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Cuando llego a casa estoy sola, no hay nadie y caminar hizo que tarde más de lo pensado. Sin embargo, el sol vespertino fue lo suficientemente acogedor como para darme calidez.

Cierro la puerta de mi casa tras mis espaldas y corro escaleras arriba intentando procesar toda la información de hoy. Es extraño, sí, y sumamente confuso. Yo inicié el día pensando que sería algo tranquilo, y en cambio, ahora tengo una cita con mi crush de toda la vida.

¡Yeei!

Saco el papel del bolsillo de mi campera y lo observo con detenimiento.

La letra de Elián es un tanto irregular, pero tiene su estilo desenfadado y perfecto.

Lo imagino escribiendo la nota para mí y tengo ganas de desfallecer aquí mismo. Sería un trágico final teniendo en cuenta todo lo que esperé para este momento, pero aquí estoy. Decidida a que Elián sea mio. Tanto soñé con este momento que lo único que quiero hacer es gritar.

Corro escaleras arriba e ingreso en mi habitación.

Me encierro en ella y abro las ventanas aprovechando que el sol hoy amaneció de buenas y el cielo de Buenos Aires está despejado. Parece que el clima adivinó que hoy sería un grandioso día.

Entonces, con la música sonando empiezo a revolver mi armario danzando de la emoción. Creo que en este momento podría personificar a Matilda y hacer un poco de magia.

Esta vez, decido no vestirme como se que a Elián le gustaría. Por lo tanto, decidí vestirme de Bianca y aparté sobre mi cama un jean básico, zapatillas negras y una polera negra. Nada más y nada menos.

Es temprano aún para vestirme, pero la emoción que siento es tanta que no cabe en mi cuerpo.

Busco una toalla y ropa interior sexy, no la básica que uso siempre, sino la que utilizo para el Onlyfans porque uno no sabe cuando pueden pasar cosas... ya saben...

Calientes.

Después de todo, llevo un largo tiempo sin disfrutar un poco. Bueno, sin disfrutar algo de carne humana, porque el vibrador que me regaló Rocco lo utilizo seguido cuando quiero complacerme.

Recuerdo que a mi amigo se le hizo divertido regalármelo para mi cumpleaños número 18. Y yo pensé que era un mal regalo, pero fue el mejor.

Me ducho velozmente y salgo del baño desnuda, salvo por una blanca y vieja camiseta cuyo largo llega apenas siquiera a taparme las nalgas y una braga blanca y básica. Camino descalza desde el cuarto de baño hacia mi habitación mientras las gotas de agua tibia se deslizan de mi cabello y marcan su camino por mi cuello pasando por el valle entre mis senos, adhiriendo la tela de la vieja remera a mi cuerpo.

Esta remera es mi pijama preferido para el verano, ya que es está tan gastada que la tela baila tan suelta y ligera a mi alrededor que, al pegarse a mi cuerpo por la reveldes gotas me provoca una sensación de estremecimiento al sentir una brisa primaveral golpear contra mi piel entre desnuda y mojada.

Esta mañana hacía frío, sin embargo, el sol de la tarde es una caricia cálida al cuerpo. Entonces, entro a mi habitación y me aproximo a la ventana que da a la casa de mi vecino, sin embargo, la ventana está cubierta por una cortina lo cual me impide ver hacia dentro y, entonces, chasqueo la lengua mientras dejo la toalla a un lado y busco un peine para desenredar mi cabello y dejar que este se seque con el sol.

Siento que el sol abraza mi cuerpo y no siento frío, mientras las pequeñas gotas de agua descienden por el cuello de la remera y alguna que otra rebelde se desliza por mi abdomen hasta ser absorbida por mi piel, cada vez más caliente por el sol.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora