☾Capítulo 36☽

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Elián observa mi piel desnuda mientras sus manos siguen a cada lado de mi cuerpo, presionando mis muslos con sus manos.

Y yo, lo observo a los ojos mientras él mira mis piernas entreabiertas mientras permanezco sentada al filo de la mesada, con su pelvis apenas a un centímetro de tocar mi piel.

De repente, siento que la temperatura empieza a subir, al igual que sus manos, las cuales, lenta y tortuosamente ascienden por mis muslos mientras observa mi piel.

Muerdo mi labio inferior, y él separa un poco los labios, mirando hacia abajo. Para luego, levantar la cabeza y observarme a los ojos.

Veo sus pupilas dilatadas, a tal punto que su mirada se ennegrece consumiendo el verde de sus iris y sus ojos brillan con una chispa de lujuria.

Es una imagen excitante y sumamente erótica.

Elián se detiene en observar mis labios, mientras muerdo mi labio inferior y mis mejillas se tiñen de rojo, por la excitación que me causa el sentirlo.

Por un segundo, lo veo ponerse serio, observando mi boca como si quisiera ser él quien muerde mi labio. Y entonces, yo dejo de morderlo, esperando que él quiera hacerlo.

Se acerca lentamente, mientras una de sus manos abandona mis pierna y la pone en mi cuello, acunando mi cabeza. Su mano sube hasta mi nuca mientras yo observo sus ojos perdidos en mi boca. Elián alterna la mirada a mis ojos, como pidiendo permiso y dudando cada segundo en acortar la distancia.

Sus ojos me observan cargados de excitación y puedo jurar que si bajo la mirada, podría notar la dureza marcada en sus pantalones.

Dios...

Me gusta mucho pero no sé si puedo confiar en él.

Sin embargo... quiero besarlo.

Paso la lengua por mis labios y Elián, acerca su rostro más al mío, como si quisiera acortar la distancia. Sin embargo, se detiene cuando su nariz se roza con la mía. Y Dios...

Acortaría la distancia de solo sentir su cálido aliento con aroma mentolado chocar con mis labios.

Y entonces... él da el primer paso.

—¡¿Quién anda ahí?! —una estridente voz interrumpe todo y Elián se aparta de mí, mientras nos miramos con los ojos abiertos como platos.

Me giro notando que viene de la calle, del otro lado de las persianas una voz masculina vuelve a gritar lo mismo mientras Elián y yo nos miramos con el pánico abarcando nuestros cuerpos.

Paso saliva con fuerza y lo observo con el miedo recorriendo mi cuerpo y tensando cada uno de los músculos de mi cuerpo.

—Carajo —dice Elián por lo bajo.

—Ya valimos —digo yo con el corazón en la garganta y las manos temblorosas.

Sin apenas dudarlo, el moreno toma mi cintura con sus manos y me baja de la mesada, para luego tomar mi mano.

—Vámonos —dice el moreno y toma mi mano, para luego tirar de ella en dirección contraria a la persiana del local, la cual empieza a abrirse.

—¿Pero por dónde salimos? —pregunto con preocupación, corriendo detrás de él mientras nos metemos en una habitación con artículos de limpieza.

Elián no responde, solo mira para los costados con preocupación y tira de mí mientras oímos el sonido de la persiana levantarse.

—Ay Dios —digo mientras aprieto con fuerza la mano de Elián, quien tira de mí hasta otra habitación, la cual es un pequeño baño. La luz está apagada, pero se ve lo suficiente como para ver que hay una pequeña ventana en lo alto de la pared.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora