Capítulo 5.

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Ricky.

La música inunda toda la casa, lo cual es realmente agradable, pero al igual que la música, el alcohol cubre una gran parte, y eso no lo es del todo. Demasiado gilipollas borrachos.

Tenemos la puerta cerrada, pero aún así consigo escuchar al vocalista de Pierce The Veil.

Margot esta sobre mí, moviéndose y la punta de sus rizos acarician mi pecho. Al cabo de un rato salimos de la habitación cogidos de la mano, y no porque yo quiera, no, porque està tan borracha que podría caerse incluso estando quieta. Realmente penoso.

Jim lleva rato perdido entre el cumulo de hormonas que invade toda la casa, supongo que estará con esa tal Amy. Vaya par de dos, son tal para cual.

- Ricky.

Alguien me llama a gritos desde el fondo de la sala.

- ¿Si?

- ¿Juegas al Birra-pong?

El Birra-pong es uno de mis juegos favoritos y aunque resulte extraño, el ganador es aquel que menos bebe. Los jugadores tratan de encestar desde el extremo de una mesa, al otro, con pelotas de ping-pong en vasos llenos de cerveza. Normalmente se juega por equipos formados por dos personas, aunque también se puede jugar individual, pero pierde diversión.

Miro a Margot antes de contestar.

- Por supuesto. En seguida voy.

Camino entre la gente con Margot aún de la mano y la siento en un sofá que encuentro vacío. Está demasiado borracha como para jugar con ella.

- Un placer. - le sonrío y me voy.

De camino a la pequeña mesa de madera, que está llena de vasos, agarro a una chica que no conozco, pero parece no importarle, así que le ofrezco ser mi pareja en el Birra-pong. Acepta la mar de contenta.

Sam y Judith están ya en su sitio, dispuestos a ganarnos. Nos acogen con una sonrisa y comenzamos a jugar.

Cuando nos quedan cinco vasos por beber, a ellos le quedan dos, la partida se ha hecho realmente corta. Honestamente, soy muy bueno en este juego, también hay que dar las gracias a que la puntería de mi compañera no es nada mala.

Sostengo la bola entre mis dedos y antes de lanzarla, miro a mi compañera.

- ¿Y tú nombre es?

-An. - sonríe.- Un placer, Ricky.

Tiro la pelota y cae en uno de los vasos. Bien.

- ¿Sabes como me llamo?

- Todos lo saben.

Es cierto. En los últimos años la gran mayoría de personas me conocen, o saben de mi existencia, a pesar de que yo ignoro la suya.

An lanza el segundo tiro que nos toca y lo cuela en el último vaso.

- ¡Mierda! - protesta Sam.

- Venga, venga. - empujo los cinco vasos que nos sobran al centro. - Ya sabes, estos también os pertenecen.

- Como te odio, Ricky. - bromea Judith y se bebe uno entre risas.

An se gira hacia mí y sus ojos azules se clavan en los mios.

Joder.

Mierda.

Que buena está.

En cierto modo, nos parecemos bastante: su pelo es tan negro y largo como el mio, su piel igual de blanca, sus ojos, en cambio, son un azul un poco más intenso, pero seguramente pasaríamos como hermanos. Excepto por la estatura.

Can you feel my heart?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora