Capitulo 11

6 0 0
                                    

Ricky.

Cuando Isabella y yo llegamos al salón, Em estaba sentada en el sofá, con la ropa de andar por casa y el pelo suelto. Tan pronto como pise el suelo de la habitación me percato de que sobre sus piernas tiene uno de los viejos álbumes de fotos de mamá. Lo esta ojeando concentrada. Cuando aún yo era un mocoso mi madre se había enganchado a la fotografía, pero tras casarse y comenzar una vida nueva, al completo, había llevado su afición a otro nivel: sacar fotos cada vez que salimos en familia, eventos importantes, fiestas, bodas o estúpidos paseos familiares. Me acerco a Em, pero no le digo nada del álbum, al fin y al cabo, no recuerdo salir en casi ninguna de las fotos.

Tras colocar todo lo necesario para el juego, escucho como Isabella y mi hermana parlotean de manera frenética acerca de la cantidad de fotos que hay, escucho a Izzy decir deberíamos comenzar a jugar, pero Em se hace que no la escucha y la lleva justamente a la foto que estaba deseosa de enseñar.

-Me la saco el verano pasado- dice sonriente.- A mí me encanta, aunque Ricky dice que el vestido era horroroso.

Veo como Isabella examina la foto con detenimiento, cuando advierte en la forma y color de el vestido una mueca de desaprobación cruza su rostro por un segundo. Supongo que lo nota porque enseguida finge una sonrisa y añade con énfasis:

-¡Sales preciosa!

No es mentira.

-El vestido es muy bonito, no le hagas caso a Ricky.

Eso sí es mentira.
Que manía de complacer a Em, empieza a creer que quiere hacerse amiga intima.

Suelto un gruñido para que ambas dejen su conversación digna de la hora del té o de una abuelita juvilada y su nieta, y  funciona: Em deja el libro forrado de verde sobre la mesita auxiliar y se levanta, corriendo hacia los micrófonos. En cambio, Izzy se queda quieta, sentada en el gran sofá crema, mirando la habitación de arriba a bajo. Agarro el micrófono sobrante y me acerco a ella con la mayor cautela que puedo:

-Empiezas tú.

-Hm...prefiero...

-Era una afirmación. -Le doy el micrófono y acto seguido cojo el mando de la Play. -A ver, a este jugador lo llamaremos...

-Unicornio. -grita mi hermana entre risas.

No puedo evitar reírme ante la cara que ha puesto Izzy al oír como mi hermana, alguien debería decirle que jamás volverá a ser Izzy o Isabella para ese bicho.

-Iba a poner Isabella, pero ese me gusta más.

-Me conformo con Izzy, la verdad. -añade con una sonrisa.

-Petición denegada, unicornio. 

Resopla.

Em elige una canción de Hannah Montana, así que imagino que acabaré cantando contra ella en la siguiente ronda, pues sé de sobra que mi hermana maneja todas las canciones de Disney, en ese terreno es imposible ganarla. Observo que Isabella no parece muy cómoda con la elección de mi hermana, pero no se queja, se limita a leer la letra e imitar los movimientos de Miley sobre el escenario para hacer reír a mi hermana. Y lo consigue.

Cuando acaba la canción Izzy acaba con la respiración agitada, es comprensible, ambas han acabado bailando como locas sobre la moqueta, como si realmente estuviesen dando un concierto. Me he divertido viendo como ambas daban el mayor concierto de sus vidas en el salón de mi casa, como si yo no estuviese aquí. Y lo cierto es que lo estoy. Hago un par de chistes para picarlas y consigo que Em y su unicornio se unan contra mí, ambas empiezan a meterse conmigo a saco:

-A ver si te peinas. -me lanza mi hermana.

-A ver si amaneces calva. -le giño un ojo.

-Te vamos a desteñir la ropa, será toda rosa. -suelta Izzy reprimiendo una risita.

-Calma, jamás he querido ofender a tu ego de chica Disney.

Me alejo un instante de ambas para ir a buscar algo de comida, son casi las ocho y Em ni siquiera a merendado, así que mi deber como hermano es que se vaya a la cama cenada.  Rebusco en la nevera en busca de bebidas: cojo dos batidos de chocolate y una coca cola. Lleno un bol con gominolas y magdalenas, no es una gran cena, pero es lo mejor para la situación. Escucho a las chicas cuchichear desde la cocina, es horroroso, no saben murmurar, ¿ o qué? Cuando llego al salón ambas se callan de golpe y arqueo la ceja:

-¿Qué esta pasando?

Dejo la comida sobre la mesita y agarro la botella de coca cola.

-Em me comentaba lo bien que se te da cantar y tocar la guitarra.

Me dejo caer en el sillón, con la botella en la mano y agarro el bol, colocándolo sobre mi regazo.

-Es mentira.

Em se pone de pie en el sillón con una rapidez abrumadora, Izzy se asusta y hace un intento de agarrarla, pero mi hermana empieza a saltar mientras grita "RICKY ESTA MINTIENDO" repetidas veces. Me levanto con un movimiento brusco, dejando la botella sobre la mesa, y la agarro en el aire, la sacudo de un lado a otro y luego la siento en el sofá, con cuidado, para luego revolverle el pelo.

—¿Así qué cantas? –me pregunta Izzy.

—Sí, canto, y sí toco la guitarra, y no no vas a verme hacer ninguna de las dos cosas.

—Tampoco quería verlo.

—Tampoco te había preguntado si querías verlo, simplemente aclaré que no pasaría.

Izzy resopla a modo de resignación, como si hablar conmigo la agotase tanto física, como mentalmente. Una sensación extraña me llena el cuerpo, como si el hecho de haber causado esa reacción me causara lástima. Niego con la cabeza para desechar el pensamiento y la sensación a la vez.
Recuerdo la primera vez que Em ve vio tocar la guitarra, era un día como otro cualquiera, llevaba varias horas encerrado en la habitación tocando, cuando oí a Em llorar al final del pasillo. Salí a buscarla, y aunque no quiso contarme porque lloraba intenté calmarla de muchas formas, cuando empezaba a perder la paciencia, la senté en mi cama y comencé a tocar y cantar para ella...

La voz chillona de Em se filtra en mis recuerdos y cuando reconecto con el presente me doy cuenta de que esta relatando la misma historia que yo recordaba, solo que con mucha más ilusión y como si hubiese hecho algo increíble.

—Y así fue como deje de llorar, algo me calmo y solamente puede prestar atención a Ricky. Fue hechinado.

Izzy y yo nos miramos un momento antes de estallar a carcajada.

—Hechizante Em, he-chi-zan-te. –le doy un par de golpecitos en la cabeza mientras sonrío.

—Como se diga. –se dirige a Izzy. —Por eso creo que deberías insistir conmigo para que Ricky...

Unos golpes secos en la puerta ahogan la voz de Em. Ella me mira rápidamente, y se pega a mí corriendo. Sabe perfectamente quién es. La siento sobre mi regazo y la rodeo con los brazos, mientras intento mantener la calma y fingir que no pasa nada.

—Sí bueno, quizás si súplicas un poco...

De nuevo el ruido ahoga la sala.

Izzy ajena a la situación nos observa intentando adivinar lo que sucede. Echa una ojeada a la puerta, como si fuese a ver a través de ella al causante de semejante escandalera. Y luego me mira.

—¡Ricky! –grita la voz furiosa.

Le tapo los oídos a Em con las manos, y mientras intenta quitarlas para oír, pero desiste enseguida. Mi mente empieza a trabajar a toda velocidad, necesito sacar a ambas de aquí, al menos del salón y ocultarlas en otro sitio. No puedo hacerle esperar más o será peor.

—Izzy, necesito que cojas a Em y vayáis arriba las dos. Al baño. –la agarro del hombro y pego mi boca a su oreja.– No hagáis ruido, dile que es un juego. Y sube las bebidas. No pueden saber que hay alguien más aquí. –me aparto y la miro a los ojos.– No os pasará nada, pero por favor, saca a Em de aquí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 06, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Can you feel my heart?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora