Capítulo 8.

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Izzy.

La música invade mis oídos a través de los auriculares, como si quisiera quedarse permanentemente en mi memoria.

La música.

La música es lo único que logra evadirme de mis pensamientos.

"I'm out on the edge and I'm screaming my name like a fool at the top of my lungs.."

Tocan a mi puerta. Fuerte. Varias veces.

Subo el volumen.

".. sometimes when I close my eyes I pretend I'm alright, but it's never enough.."

Esta vez el sonido que da al golpear la puerta es tan fuerte que tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no clavarme las uñas en los brazos al estar agarrándomelos.

Me quedo quieta en el suelo de la esquina de mi habitación, al lado de mi cama. ¿Ha parado?

Otro golpe en seco que provoca casi que se echara la puerta abajo me sobresalta, y yo escondo mi cabeza entre mis piernas.

La cerradura lo aguanta. La cerradura lo aguanta.

Repito una y otra, y otra vez.

Mis lágrimas empiezan a discurrir con gusto por mis mejillas, como viejas amigas reencontradas.

".. 'cause my echo, echo.. is the only voice coming back.. my shadow, shadow.. is the only friend that I have.."

Los golpes cesan. Pero mis lágrimas no. Y mi dolor tampoco.

Escucho como grita. Como me grita varias veces al otro lado de la puerta, pero la música está tan alta que no logro oír lo que está diciendo.

No quiero saberlo.

Justo en ese momento, la música para, y puedo llegar a escuchar lo último que dice antes de marcharse:

- Ya saldrás. Y cuando salgas, te esperará algo peor que unos insignificantes golpes.

Insignificantes golpes.

Insignificantes golpes.

Se repiten en mi mente, una y otra vez, una y otra vez. Dios, esto es insano. No puedo soportarlo, me va a explotar la cabeza. Intento levantarme del suelo, pero el dolor que siento en el costado es tan insoportable que apoyo uno de mis brazos en el borde de la cama y me quedo quieta durante unos minutos.

Levanto mi camisa lentamente, con mis manos temblorosas, y poco a poco voy observando el gran moratón morado que lo ocupa.

Aprieto los dientes.

Puedo notar el sabor salado de mis lágrimas en mis labios.

Me muevo con dificultad y por fin consigo apoyar mis manos en la cama, no sirviendo de mucho, ya que no paran de parecer flanes, temblorosos e inestables como para aguantar todo mi cuerpo.

Pero finalmente lo consigo, y me dejo caer en la cama, liberando un gesto de dolor al hacerlo.

Me llevo la mano al hombro, la causa del quejido. Joder. También fue ahí. Me bajo un poco la manga, mirándolo, mirando como las marcas de unos dedos me lo han dejado rojo.

Mi pecho no lo aguanta más, y me empieza a doler. Me llevo las manos al rostro y sollozo, casi atragantándome al hacerlo.

Intento relajarme y cojo uno de mis cojines, abrazándolo y encogiéndome de lado en la cama.

Me quedo mirando la poca luz que se cuela por mi ventana, pero no aguanto mucho más y acabo por hundir mi rostro en el cojín, sollozando fuerte en el.

No puedo dejar que me escuche.

No puedo dejar que piense que soy débil.

Es lo que eres. Eres débil.

Aprieto mi puño en la sábana.

Cállate. Cállate. Cállate.

Me quedo quieta, encogida, en silencio.. aunque mis pensamientos no me dejan estarlo. Mis ojos se van cerrando, por el cansancio de tantas lágrimas acumuladas, y yo sólo espero que todo esto no sea más que una pesadilla.

Y, en cierto modo, lo es.




Noto como una fuerte luz golpea mis párpados. Me quedo un instante quieta, sin mucha intención moverme.

Inspiro con profundidad y me froto los ojos con mis puños, abriendolos seguidamente con mucha dificultad.

La luz me golpea con fuerza en ellos y tengo que cerrarlos un momento para volverlos a abrir lentamente.

Miro por la ventana y veo las nubes blancas en el cielo. Tardo un rato en dejar procesar a mi mente la situación, pero nada más dirigir mi mirada al reloj veo que son las 4 de la tarde.

¿He dormido dos horas?

Me incorporo como puedo de la cama, notando el dolor punzante del costado y de mi hombro.

Joder.

Logro sentarme y me paso la mano por la cara. Me siento muy cansada, como si me hubiera pasado un camión por encima.

Me levanto y trato de no estirar mucho mi cuerpo para no soltar un quejido de dolor por los golpes que tengo.

Me vienen imágenes mias en el suelo, llorando, huyendo.. aprieto la mandíbula cerrando los ojos y vuelvo a inspirar.

Necesito salir de aquí.

Camino hasta mi puerta y me paro en ella mirando el pestillo. Tardo un momento y lo quito, agarrando el pomo.

Pero.. ¿y si me está esperando? ¿Y si me escucha?

Me empieza a temblar la mano. Mierda. No puedo estar así todo el tiempo, tengo que controlarme.

Abro la puerta decidida y salgo al pasillo.

Silencio.

Miro a ambos lados y busco con la mirada su cuarto. La puerta está cerrada. Decido caminar despacio, intentando hacer el menor ruido posible, bajando las escaleras y llegando a la cocina. Doy un suspiro de alivio y decido tomarme un vaso de agua.

De reojo veo el periódico que está en la mesa.

Un momento.

¡¿Ya es Domingo?!

Lo agarro entre mis manos y miro la fecha. Si. Es Domingo.

No puede ser. ¡¿He dormido durante un día entero?!

Me quedo un momento mirando la fecha. Esto va a peor. Ahora él provoca que me pase todo esto, y ni siquiera le importa si existo o no.

Aprieto mis manos arrugando el papel.

Se acabo. Necesito irme.

Salgo por la puerta sin ni siquiera mirar como me veo en el espejo, con la única intención de evadirme de toda esta mierda.

Can you feel my heart?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora