Capítulo 7.

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Angie le devolvió la sonrisa a medias y volvió la mirada hacia Micaela y Kevin, sentados en frente de mamá

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Angie le devolvió la sonrisa a medias y volvió la mirada hacia Micaela y Kevin, sentados en frente de mamá.

─ Vaya. No sabía que traicionaban a su propia comunidad, andando con los de Est High ─ Exclamó la castaña, mirándolos como si fueran una plaga.

─ Nosotros no somos parte de su estúpida riña entre perros y gatos, Velasco ─ Soltó Micaela.

─ Exacto ─ Afirmó mamá.

─ Bien... ya me voy ─ Dijo Angie.

─ Es la mejor idea que oí venir de vos ─ Dijo mamá.

─ ¡Hey! ─ se quejó Angie. Brisa levantó la vista y sacó la pajilla del batido de su boca.

─ Que me hayas comprado un batido para enmendar tu desastre no significa que yo haya cambiado mi opinión acerca de vos ─ Estampé mi mano contra mi frente de nuevo. Mamá no me la ponía fácil.

─ Supongo que es cierto ─ Expresó.

─ Espero no toparme con vos, Velasco ─ Mamá metió la pajilla a su boca una vez más y la otra chica se fue sin decir nada. Creo que le sorprendió la falta de tacto que tuvo ella, era como si no le importase que la chica más guapa y popular del instituto le dirigiera la palabra. Yo misma me impresionaba.

Me senté al lado de mamá, coloqué mi cara en el cuenco de mi mano, estaba frustrada; todo mis esfuerzos en vano por la testarudez y orgullo de mis madres.

Empezaba a creer que era mejor no existir, sí, eso había pensado alguna vez, por eso había pedido este deseo. Aunque no sería malo volver a casa e ir al estúpido internado al que querían enviarme, al menos no tendré todo el peso de su relación encima. Yo ni si quiera había tenido novio alguna vez, obviamente no tenía la mínima idea de cómo lidiar con esto.

Pensé que si tal vez golpeaba mis talones tres veces volvería a mi habitación. Lo intenté. No funcionó.

Cuando estaba a punto de darme por vencida vi a Angie hacer un ademán para que me acercara a ella.

Me levanté del asiento, ni siquiera tuve que decir nada, estaban muy ocupados hablando de solicitudes para universidades. Caminé hacía mi madre sentado en la barra y me paré frente a ella.

─ ¿Qué es lo que pasa con tu amiga? ─ Preguntó disgustada. Me sorprendí.

─ Es que ella es... ¡Yo no le agrado! ¿Por qué? Yo le agrado a todo el mundo ─ ¿Ego? ¿Dónde? A lo mejor está escondido detrás de tu gran cabezota Velasco.

─ Pues no a todos, al parecer ─ Rodé los ojos. Tampoco me satisfacía la idea de que no le agradara, era justamente lo que había estado intentado cambiar pero mamá era terca, mucho demasiado, y no debías contradecirla. En el presente, o presente-futuro, como sea; Angie y yo aprendimos eso a la mala.

─ Bueno hay que hacer algo, porque yo tengo una reputación y ella la puede arruinar. Y sus amigos no ayudan, también me odian pero no tanto como ella. ¡Está acabando conmigo! ─gritó desesperada. Nadie nos prestó la mínima atención debido al ruido de los murmullos y gritos de las otras personas.

─ No está acabando con vos. Ella no acabaría ni con una mosca, solo mirala ─ apunté hacia ella. Estaba mofándose de Micaela y Kevin, poniendo la boca como un pez, simulando los besos que se daban. Tomó un sorbo de su batido y le quedó un bigote blanco que después limpió con su lengua mientras trataba de verlo. Soltó una risa mientras la veía ─ ¿No es adorable? ─ Le pregunté.

─ O es buena actriz ─ dijo ella. Entrecerré mis ojos ─ Debes admitir que es un poco gruñona.

─ Con el tiempo, te darás cuenta de que se ve linda cuando te regaña ─ Angie le dio un sorbo a su batido de mango ─ Puedo ayudarte a caerle bien y que recuperes... lo que sea que hayas perdido; la dignidad, la reputación de chica adorable con pecas, o lo que sea ─ Ella me miró con una ceja levantada.

─ ¿Soy adorable para vos?

─ Escucho a las animadoras huecas hablando en los pasillos. Te han llamado así varias veces. No te creas mucho, yo también tengo ─ Le sonreí presumiendo mis pecas claramente heredadas de ella.

─ Sí, sí que las tienes ─ Al fin dejó de coquetearme. Creo que se dio por vencida.

─ ¿Entonces sí? ─ pregunté.

─ ¿Sí qué?

─ ¿Querés que te ayude? ─ Echó un vistazo hacia donde estaba mamá y torció la boca.

─ Parece difícil.

─ A vos te gusta lo difícil ─ Le recordé.

─ ¿Segura que no nos conocemos?

─ Jamás me has preguntado si nos conocemos.

─ ¿Y nos conocemos?

─ No ─ Me miró con una mueca de incertidumbre. Dejó el batido de lado y se cruzó de brazos.

─ Bien ─ sonreí satisfecha. Mi plan estaba funcionando.

 Mi plan estaba funcionando

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la historia de mis madres ─ [ ADAPTACIÓN BRANGIE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora