Capítulo 9.

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Al día siguiente tengo este problema; le dije a mamá que era huérfana pero ella ni preguntó si siquiera traía ropa, ni qué hacía en el instituto

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Al día siguiente tengo este problema; le dije a mamá que era huérfana pero ella ni preguntó si siquiera traía ropa, ni qué hacía en el instituto. Todo raro pero bien. Ahora no sé qué decirle, es decir, todo es muy confuso, supongo que ella está tratando de ignorarlo. Lo de la ropa puedo arreglarlo, soy huérfana ¿no? Bueno, por ahora sí. Ya veré que hago.

Doy vueltas de un lado a otro, encerrada en el baño, había olvidado el pequeño detalle de que no estoy matriculada en el instituto. ¿Cómo rondaré por allí? ¿Cómo estaré en sus clases? ¿Cómo evitaré que mamá le tire el experimento de ciencias encima a Angie si solo puedo verlas en el almuerzo?

─ La pequeña Marti no es tan inteligente ¿verdad? ─ La voz fuerte de Ronda inundó la habitación. Di un respingo y volteé impensadamente para verla sentada en un borde de la bañera.

─ Por supuesto que no. Si no, en la vida me hubiera metido en este lío. ¡Maldito el gen Velasco! ─ Ronda soltó una carcajada sin abrir la boca ─ Qué bueno que te parezca gracioso, mi vida es una comedia, de esas que tienen risa de fondo ─ Me senté junto a ella.

─ Oh, bueno cariño, debes afrontarlo con madurez. ─ Acarició mi espalda.

─ Tengo quince años y soy hija de Angie Velasco. No me hagas reír ─ Ella soltó otra carcajada.

─ Lo del instituto ya está arreglado ─ Me dijo. Sonreí aún con la cabeza abajo.

─ ¿Qué hay de la rop.. ? ─No terminé de mencionarlo cuando sentí tres golpes en la puerta.

─ Marti, te traje algo de ropa; creo que tenemos la misma talla, puede que te sirva, si no mamá puede arreglarlo ─ Le sonreí a Ronda.

─ Gracias Bri ─ Me acerqué a la puerta y tomé la ropa, no sin antes dedicarle una cálida sonrisa a mamá.

─ Todo arreglado. Aquí está tu horario ─ Me entregó un papel que, andá a saber de dónde lo sacó ─ Tus libros están en el casillero que ahí indica. Y coincidís en todas las clases en las que tus madres están juntas. Ah y por si preguntan; te escapaste de tu familia adoptiva pero querés un buen futuro, por eso estudiás ─ Yo sonreí satisfecha.

─ Me lo facilitaste todo Ronda, gracias, sos la mejor.

─ Sí, sí, claro que lo soy. No debería estar haciendo esto pero me convenciste. Si me sancionan el peso del yerro, irá sobre vos.

─ Sí. Bueno, ya me encargo yo de darme golpes de pecho. De igual manera gracias por todo Ronda, sos la mejor arregladora de vidas de niñas cuyas madres se odian, del mundo entero... o lo que vos seas.

─ Claro, ahora cerrá los ojos ─ Le hice caso y ni siquiera un Puff oí cuando ella desapareció. Procedí a vestirme.

La ropa me quedó, salí del baño y nos encaminamos al instituto. Una vez allí no podía esperar para la hora del almuerzo.

Vi a Angie apoyada por los casilleros, cerca del gimnasio. Me dio una sonrisa y otra aún más encantadora a mamá.

─ Velasco sí que está rara ─ Me susurró mamá ─ antes ni me registraba y ahora se la pasa sonriéndome, o es estúpida o se cayó de cabeza cuando pequeña ─ solté una risita.

─ No la juzgues, solo quiere cambiar ─ Le dije. Llegamos a nuestros casilleros, y por suerte el mío estaba al lado del suyo.

─ Angie Velasco fue la misma arrogante, cerda, sexista desde que estábamos en el jardín de niños. ¿Por qué cambiar ahora? ─ Le sonreí. Ella había sacado su libro de química, yo igual.

─ Nunca es tarde para cambiar, y hasta esa arrogante, cerda, sexista merece una segunda oportunidad, ¿no crees? ─ Ella ladeó su cabeza.

─ Sí. Razón sí tenés. Pero ¿tenía que escogerme a mí? ─ Cerró el casillero. Caminábamos a la clase de química.

─ Tal vez vos le gustás ─ Ella se echó a reír a carcajadas.

─ Sí claro. ¿Cómo podrá gustarle yo?

─ ¿Y por qué no? ─ Fruncí el ceño. Mamá solía ser insegura, no solo ahora, si no, en el presente-futuro también. Viste bonito, las personas le coquetean, mujeres al igual que hombres, pero es tan ingenua que no se lo cree. Incluso oí mi madre coquetearle una vez «Oh Bri, te comería aquí mismo» dijo Angie y a ella solo se le ocurrió «Quitate, tengo que darle comida al perro» y yo, de seis años, escuchando desde la sala, estampé mi mano contra mi frente una vez más.

─ Soy una nerd ─ Se encogió de hombros.

─ ¿Y eso qué? ─ Repliqué. Ella iba a contestar pero se quedó callada al oír a Lu gritar, venía por el pasillo, dando saltos de alegría. Bueno no saltos pero venía corriendo con una sonrisa, casi como si hubiera ganado la lotería.

─ ¡Bri! ¡Martina! ─Vociferó. Llegó a nuestro lado ─ ¡Oh Martina! ¿Qué sos? ¿Una hechicera? ─ Preguntó.

─ ¿Qué pasó?

─ Marti, Marti pasó. ¡La besé! ¡Y me invitó a ir a la fiesta de las Peterson con ella! ─ Dio unos pequeños saltos ─ Y todo gracias a vos ─ Me zarandeó por los hombros ─ Si no me hubieras dicho que volteara ella no me habría besado ─ Sonreí triunfante.

─ Te lo dije.

─ Vaya que sí. Tengo que irme, tengo clase de historia con Mar y me pidió que nos sentáramos juntas ─ Suspiró con alegría, mamá le sonrió y ella se despidió y seguimos nuestro camino a la clase de química.

─ ¿Lo ves?

─ No sé qué debería ver.

─ Mar es amiga de Angie. Y ahora sale con Lu. ¡Las nerds están arrasando! ─ Elevé mis brazos al aire.

─ Martina. ¿Por qué insistís? Ni aunque le cambiaras a Angie el cerebro por el de una chica decente, a mí me interesaría tener algo con ella.

─ Jamás tuviste una conversación concreta con ella. ¿Cómo sabés que tiene en el cerebro?

─ Yo lo supongo, ¿no la oíste hablar con sus amigos?

─ Todos son así con sus amigos cerca, y con algunas chicas o chicos, con la persona indicada cambia ─ Y yo estoy cien por ciento segura de que sos vos mamá, y seguiré insistiendo hasta que Angie se dé cuenta de que sos vos y siempre fuiste vos.  

  

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la historia de mis madres ─ [ ADAPTACIÓN BRANGIE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora