Mi nombre es Martina Velasco, tengo 15 años y soy hija de Angie Velasco y Brisa Dominguez. Y odio mi vida. Sí, como oyeron, odio mi vida; soy hija única, mis madres están divorciadas y a veces desearía que ellas nunca se hubieran conocido.
Cuidado c...
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Todo iba bien, el beso era seguro el más romántico de la vida de mis madres, y amaba ese beso, aunque no lo estuviera dando yo, pero algo pasó. Brisa puso una mano en su pecho y la empujó hacia atrás.
─ No Angie ─ Dijo con pesar y algunas lágrimas que rodaban por sus mejillas.
─ ¿Por qué? ─ Preguntó seria ─¿Acaso no te gusto? ─ Alzó la voz ─ ¿Acaso querés regresar con el violador? ─ Preguntó dolida.
─ No ─ Mamá tapó sus ojos con sus manos mientras las lágrimas salían.
─ ¿Por qué llorás? ─ Se acercó a ella ─ No llores, no me gusta que llores ─ La abrazó.
─ No quiero salir con vos ¿sí? ─ La alejó de manera agresiva ─ No quiero tus besos, no tus abrazos, ni tus ridículos halagos. No quiero volver a verte Angie, te odio.
Ella se levantó del piso y huyó de allí, miré a Ronda a mi lado quien me miraba con tristeza, yo solté unas lágrimas y de pronto ocurrió; Ya no recordaba casi nada de mi infancia, los viajes a la casa de la abuela, las visitas esporádicas de mi madre, ya no estaban en mi memoria, es decir, sabía que había pasado pero la imagen en mi mente se había borrado, ya no quedaba casi nada.
─ ¿Cuándo es el baile? ─ Pregunté con la mirada ida.
─ El viernes, tenés una semana para unir a tus madres, para que se den ese beso en el baile o desaparecerás de la faz de la tierra, y tus madres tomarán caminos separados ─ Mi corazón se volvió diminutos cuando oí esas palabras. ¿Caminos separados? Casi todo mi existencia tuvieron caminos separados, y eran infelices, cuando están juntas puedo sentir la alegría, la atracción, esas sonrisas disimuladas cuando se miran la una a la otra sin que se den cuenta.
Eso es amor, maldita sea, de ese amor nací yo, de ese amor estoy hecha y estoy cien por ciento segura de que ese amor existe, donde quiera que esté, sé que existe en esta y la otra realidad presente-futuro, sé que Angie ama a Brisa por como la mira cada vez que ella se voltea, la desea todavía y lo sé, y ella a Angie por cómo se preocupa cuando no aparece y no llama, sé que ella la ama y la desea igual.
Salí corriendo de la sala en busca de mi madre y la encontré en el mismo lugar donde la había dejado Brisa.
─ ¿Qué pasó? ─ Ella pasó su mano por su pelo, su cara estaba roja de ira.
─ Nada, nada pasó ─ Dijo seca y se levantó, salió de allí con calma, como si nada hubiera pasado.
─ ¡Angie! ─ La perseguí y ella se detuvo en seco y se giró a verme, sus ojos marrones ahora eran oscuros, el más oscuro marrón que he visto, estaba furiosa.
─ ¡Dejame en paz! No quiero verte a vos tampoco... me recordás a ella ─ Solo dijo eso y se fue, yo me quedé allí, sintiéndome derrotada, había fracasado hasta intentando salvar mi propia existencia, y ni siquiera mi madre quería verme.
Bajé cabizbaja en busca de mamá, la música era fuerte pero a mí no me afectaba, solo podía oír en mi cabeza a mi mamá diciéndole a Angie que la odiaba.
Llegué a la barra donde se encontraba Mar susurrándole cosas al oído a Lu, y Kevin se encontraba solo, lo que era raro.
─ ¿Vieron a Brisa? ─ Pregunté, todos me apuntaron al sofá del fondo, ella se encontraba abrazando sus rodillas sobre este, no se veía triste, ni cansada, solo estaba allí, inexpresiva, mirando a un punto muerto, me acerqué y me senté a su lado.
─ Hola ─ Dije, ella me miró con una sonrisa como si no hubiera pasado nada ─ ¿Qué tal la fiesta? ─ Ella miró a la pista.
─ Todo bien ─ Sus palabras sonaron como una gran mentira pero me quedé con ella por el simple hecho de que ella no sabe quién soy.
Entre la multitud que se aglomeraba en la pista estaba Angie, mi ira aumentó al ver con quien bailaba. No puedo creer que se puso furiosa porque mamá salió huyendo y tan rápido lo olvidó y vino a meterle mano a una morena de piernas largas, de pronto, alguien se sentó al lado de mamá.
─ ¿Lo ves Brisa? Te dije que Angie siempre fue y siempre será la misma, tranquila nena, sos una víctima igual que yo ─ Dijo Sofía poniendo una mano en el hombro de mamá, esta la miró y salió corriendo de allí sin darme tiempo de seguirla, se perdió entre la gente, no la veía, me giré hasta Sofía y la miré con desprecio.
─ ¡Sos una zorra! ¡Maldita zorra-destruye-vidas! ─ Le grité con todas mis fuerzas. Ella y sus estúpidas amigas solo se rieron de mí y se fueron haciendo comentarios ofensivos, yo me metí entre el tumulto de gente que bailaba en el centro de la pista y logré ver a mamá, saliendo por la puerta principal ¡con Storm! ¡Oh no! No, no, no, no. Esto es malo, muy malo ¿Es que acaso es sorda?
Corrí a donde estaba mi madre y aparté a la zorra que bailaba con ella de los pelos.
─ ¿Qué te pasa? ─ Me gritó, ya estaba medio borracha.
─ ¡Brisa! ¡Se fue con Storm! ─ Se mostraba sorprendida y a la vez preocupada pero más que todo; furiosa.
─ ¿Qué ella qué? ─ Gritó. Corriendo se dirigió a la puerta y salió disparada hacia su auto ─ Llamá a la policía ─ Me lanzó su celular.
─ Esperá, tengo que ir con vos ─ dije abriendo la puerta del copiloto.
─ No, puede ser peligroso ─ Me gritó. Me metí en el auto y cerré la puerta de un golpe.
─ ¡No me importa! Es... es mi amiga la que está en peligro ─ salvé rápido, ella arrancó el auto y pisó el pedal a fondo. Yo no sabía quién estaba más preocupada, si ella o yo.
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