Capítulo 13.

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Luces de colores que cambiaban de lugar se proyectaban por toda la casa, olía a alcohol, comida y diversión. Los adolescentes con hormonas alborotadas movían sus cuerpos en el centro de la pista al ritmo de una canción que no reconocí.

Benza había ido por nosotras y se había quedado estupefacta al ver el radical cambio de Lourdes, no dejó de verla en todo el camino, ni ella de sacarle provecho a la situación coqueteándole.

Por otro lado yo había convertido a mi madre en, posiblemente, la chica más sexy de toda argentina, aunque ella no quería aceptarlo, una blusa negra, adornada con lentejuelas, cortada por encima del ombligo, a juego con una falda ni tan corta ni tan larga del mismo color, unas sandalias de corcho, también negras y un maquillaje que resaltaba sus grandes y expresivos ojos, más que todo, fueron suficientes para atraer la mirada de todos al cruzar aquella puerta, claro mamá no percibía las miradas descaradas de sus compañeros de clase y los de est high porque, simplemente, no estaba acostumbrada a recibir ese tipo de atención, por lo que pasó directo a la barra, donde se encontraban Micaela y Kevin, todo el camino con la cabeza abajo y podría apostar que ninguno de esos chicos que le echaron el ojo sabía que se trataba de Brisa Dominguez.

─ ¡Bri! ¡Oh por dios! ─ exclamó kevin al vernos llegar a su lado, se levantó de su silla estirando hacia abajo su camisa blanca sin mangas. ─ te ves hermosa ─ la abrazó ─ ¿qué pasó aquí? ─ preguntó curioseando entre nosotras.

─ Marti nos hizo un cambio ─ apremió Lu.

─ Bueno Martina, te merecés un premio novel ─ solté una risita.

─ Lo sé ─ afirmé con orgullo.

Me puse a buscar a Angie con los ojos por todo el lugar, no estaba por allí, no la veía, ella no estaba pero sí Storm, logró reconocer a mamá y la sorprendió poniendo sus grandes manos en su pequeña cintura. La rabia se acumuló en mi semblante.

─ Hola hermosa ─ pronunció con una voz grave y varonil que ─no voy a negarlo─ era bastante incitadora. Alto, delgado pero fornido, tenía todo el porte de un jugador de futbol, con el peso suficiente como para derribar a un equipo completo de futbol americano. Mamá se veía diminuta a su lado, acomodó su cabello ─ahora ondulado─ detrás de su oreja. Él vestía unos vaqueros ajustados color negro y camisa blanca ajustada igual, que remarcaba sus perfectos y firmes abdominales.

─ ¿Por qué los delincuentes tienes que venir en un empaque tan encantador? ─ me quejé en voz baja y angie aún no aparecía.

─ Marti ─ oí su voz detrás de mí y sentí una sensación de alivio muy liberadora, me volteé rápido. Ella sostenía una cerveza en su mano derecha, estaba vestida informalmente, con una camisa roja a cuadros desabrochada, abajo de la camisa una camiseta negra y unos vaqueros ajustados de color negro y sus zapatos de siempre.

─ Wow, hoy estás decidida a impresionar ─ le dije con sarcasmo.

─ ¿En dónde está Bri? ─ ignoró mi comentario de manera seria, le apunté a donde se encontraba ella, estaba ruborizada debido a los comentarios que le susurraba asutin al oído por sobre la música, Angie notó su cambio.

─ Mierda, sí debí arreglarme, ella está preciosa.

Se quedó admirándola por un rato pero justo en el momento en que Dylan posó sus labios en la mejilla de ella frunció el ceño y me apartó del camino, caminó hasta ellos y se puso delante cruzada de brazos.

─ Hola, ¿cómo están? ─ pronunció arruinando el momento, mamá lq mató con los ojos ─ hombre, Dylan, tiempo sin verte ¿cómo está todo? ¿Qué tal la orden de restricción contra esa chica north high? Oí que se mudó porque no quería encontrarte por la ciudad ─ espetó ella directamente, Angie Velasco iba con todo.

─ ¿De qué estás hablando Velasco? ─ preguntó mamá.

─ Oh, ¿no lo sabés? ─ mi madre fingió sorpresa.

─ Nuestro amigo aquí ─ golpeó el hombro de Dylan con una leve palmadita ─, Dylan, es un violador en potencia ─ sonrió cínicamente ─ ¿no se lo habías dicho Storm? ¿Es que acaso planeabas llevártela de paseo, violarla y dejarla tirada en la carretera como el poco hombre que sos? ─ mi madre se puso seria y empujó a dylan incitándolo a una pelea.

─ No te metas conmigo Velasco ─ Angie rió.

─ Si te creés tan duro ¿por qué no me lo demostrás? ─ mamá intervino entre los dos.

─ Angie, ya basta ─ ella tomó a brisa por los hombros y la dejó a un lado.

─ Vamos Storm ─ los puños de Dylan se presionaron. Los de Angie también.

─ ¡Dylan, no! ─ gritó mamá antes de él estampara su puño contra la cara de Angie, Brisa soltó un quejido como si la hubieran golpeado a ella, Angie no cayó al suelo pero estuvo a punto.

─ ¿Es todo lo que tenés? ─ se rió en su cara mientras tocaba el lugar donde la había golpeado.

─ Angie, por favor, puede matarte, no sigas ─ le suplicó mamá.

─ ¿Y eso a vos qué? ─ le gritó ─ ¿no que me odiabas? ─ la cara de mamá enrojeció pero de ira, se alejó de allí solo un poco. Dylan soltó otro golpe en la cara de Angie y este sí la dejó en el piso, ella permaneció un segundo allí premeditando su siguiente movimiento, la música era ahora más leve, todos estaban mirando la pelea, Angie se levantó, su labio sangraba, pero su cara era de satisfacción por alguna razón, se paró frente a Dylan, creo que él estaba seguro de que iba a desistir pero estaba equivocado, Angie soltó un golpe en la cara de él y este cayó al piso, se lanzó sobre él dándole golpes en la cara, las personas que miraban gritaban alentándola a que terminara con él, de pronto Dylan se volteó y terminó sobre mi madre golpeándole la cara justo como ella se lo hacía hace un rato, mamá sostenía la mano sobre su pecho mirándolos horrorizada, Angie ya no parecía responder y me preocupé.

─ Angie... ─ mamá dio un grito ahogado demostrando que sí le preocupaba, de la nada aparecieron Adrián y Lucía y los separaron, Dylan quería seguir pero lograron calmarlo y Angie yacía en el suelo, con la cara llena de moretones y algo de sangre.

Giré mi cabeza hacia las risas, eran Sofía y su sequito de aduladores burlándose de mi pobre madre, tendida en el piso, mamá no lo pensó dos veces antes de correr hasta ella.

─ Angie. Oh Dios, Angie ¿estás bien? ─ preguntó poniendo su cabeza sobre sus rodillas ─ contestame ─ insistió mamá, Angie sonrió y abrió los ojos lentamente.

─ Sí te importo ─ mamá la ayudó a pararse del piso mientras ella soltaba quejidos de dolor.

─ Claro que sí idiota, vamos ─ mamá la llevó al baño. Y yo como siempre tuve que pegar mi oreja a la puerta para escuchar lo que decían.

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la historia de mis madres ─ [ ADAPTACIÓN BRANGIE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora