Capítulo 23.

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Todos en el gimnasio se aglomeraban alrededor de mamá y Sofía, yo me moví entre las personas para quedar junto a mamá.

─ Pensé que te lo había advertido ─ Dijo Sofía.

─ ¿A poco vos pensás? ─ Espetó mamá y todos rieron, incluyéndome.

─ Ah, con que la nerd se quiere hacer la valiente... ¿acaso querés ser como yo, nena? ─ Mamá se echó a reír.

─ ¿Como vos? ¿Te referís a ser una perra sin sentimientos que degrada a los demás para alimentar su pequeña autoestima, aunque en el fondo siempre sabrá que no será de lograr nada que no sea una enfermedad venérea? No gracias, paso ─ Todos soltaron un 'Uhh' y yo me sentí orgullosa de ella, mamá jamás en su vida le había hablado de ese modo a Sofía, siempre le había tenido miedo, ella siempre había sido la alfombra debajo de los pies de Montoya, tal vez esto cambie algo.

─ ¿Qué es lo que te pasa Brisa? ¿Acaso no viste las fotos? Te descubrimos cariño, sos exactamente como yo ─ Mis piernas empezaron a fallar, la estaba destruyendo.

─ ¡Eso no es verdad! ¡Esa no soy yo! ─ Gritó mamá y su voz se quebró.

─ ¡Claro que lo es! ¡Todos lo vimos! Y todos los chicos con los que te acostaste lo confirmaron ─ Todos empezaron a reír, mamá estaba llorando. Yo estaba de rodillas frente a mamá, empecé a toser, me sentía enferma de nuevo.

─ Bri... no dejes... que te... gane ─ Me dio un ataque de tos pero nadie parecía notarme ─ Hacelo por mí ─ Mamá me miró, se agachó y se aseguró de que podía aguantar un momento más. Se levantó y apretó sus puños. Sofía seguía riéndose con sus amigas, ya había dado por sentado que había ganado, pero mamá no estaba de acuerdo. Se acercó y se paró frente a ella.

─ ¿Venís a despedirte... perra? ─ Deletreó la última palabra. Mamá abrió su puño derecho y sin aviso estampó la palma de su mano contra la cara de Sofía, tan fuerte que ella terminó en el piso.

─ Yo no soy una perra, y los demás pueden pensar lo que quieran pero vos, vos no te saldrás con la tuya, no esta vez, no dejaré que me pisotees. Vos sos la perra y lo peor es que lo sabés y no te importa ─ Se giró hacia los demás quienes miraban estupefactos ─ No soy una perra ─ Dijo. Todos la miraron, se quedaron sin palabras, ella caminó hacia mí y me ayudó a llegar hasta una silla cerca de la mesa de bocadillo. Empecé a devorar todo lo que veía.

─ ¿Segura que estarás bien? ─ Preguntó.

─ Buscá a mi madre. ─ Susurré.

─ ¿Qué?

─ ¡Angie, buscá a Angie! ─ Grité.

─ ¿Alguien me llamaba? ─ mi madre apareció detrás de mamá, con una sonrisa, no llevaba vestido, solo sus jeans negros y su camiseta blanca.

─ ¿Angie? ─ Pronunció mamá mirándola de arriba abajo ─ ¿Qué hacés vestida así? Ya van a anunciar a los reyes del baile ─ Ella soltó una risa y se acercó a mi mamá.

─ Yo no quiero ser la reina si vos no sos mi princesa ─ Empezaba a sentirme mejor. Mucho mejor.

─ Angie... ─ Ella estaba por terminar la frase cuando Raphael se acercó, estaba algo borracho.

─ Vamos Brisa, bailemos. ─ mi madre intentó enfrentarlo pero Raphael la empujó ─ Es mía ahora ─ empecé a desvanecerme, tomé algo de la mesa, no sabía exactamente qué pero lo comí, ya no ayudaba, me estaba desapareciendo, la única imagen que me quedaba era de cuando pedí el deseo, en mi habitación. Solo oí a Raphael decirle algo a mamá.

─ Serás mía esta noche, pequeña zorra. ─ El reloj tocó las 12:10 y ellas no se besaron. Y ahí me desmayé, todo era blanco, había vuelto al limbo.

la historia de mis madres ─ [ ADAPTACIÓN BRANGIE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora