Los seres humanos somos demasiado complejos como para limitarnos a definirnos en un solo sentimiento. Nada es blanco o negro, hay una enorme escala de grises en el medio.
Deseo, desprecio.
Devoción, asco.
Anhelo, aborrecimiento.
Amor, odio.
El conflicto llega cuando intentas aferrarte a un solo lado de la balanza, en vez de abrazarlos a ambos. Llega el desequilibrio, la confusión, la pérdida, la lucha.
Porque te diré algo, no puedes luchar contra ti misma. Eres tú la que estará de cara al paredón y la que apretará el gatillo. No es una guerra, es un genocidio. Un auto suicidio.
Puedes querer mucho a ese "alguien" o "algo", o a esa "cosa"; y a la vez, despreciarla desde lo más profundo de tu alma. Y eso no te hace hipócrita ni contradictoria.
Te hace humana: compleja e indefinible.
¿Cuántas veces la has tenido en tus manos y has pensado: "esto" es la esencia de mi vida y el pozo de mis agonías? Cada vez que la miras, piensas lo mismo. Y cada vez te desgarra más el alma y, a la vez, te incendia más las entrañas.
Y la amas y la odias al mismo tiempo. La desprecias y la ahnelas a la vez. La miras con devoción y con asco renacido. Envidia incluso. Pero no puedes concebir la vida sin ella. No puedes imaginar un solo día del resto de tu existencia sin ella.
Ni en tu alma, ni en tu corazón, ni en tu mente.
Y la tomas en tus brazos cual amante desbocado en busca del orgasmo prometido. De ese placer tan exquisito que te lleva al borde del precipicio solo para hacerte volar. O caer. Y ambas opciones te dan igual, porque ambas te hacen sentir viva.
Porque no empezaste a vivir de verdad hasta que ella no apareció en tu camino. Y te salvó del final que estabas maquinando cuando todo se derrumbó y dejó de tener sentido.
Vivías un día más solo para poder estar con ella.
Y desde entonces, te dejaste llevar como balsa perdida en mar abierto. Te dejaste llevar con las rodillas abrasadas de postrarte en el suelo por ella. Pero te elevó, tanto tanto, que cuando comenzaste a sentir el vértigo de la desidia, ya era demasiado tarde.
Ya no te deba miedo caer, porque aprendiste a alzar de nuevo el vuelo. Y ella siempre estuvo a tu lado, y no sabes cuánto te amó más: si cuando caías en tu pozo de agonía, o cuando te alzabas cual ave fénix de tus propias cenizas.
Una y otra y otra vez. Y ella siempre estuvo ahí, a tu lado.
La que te escucha sin censura y con la puedes hablar con lágrimas en los ojos. La que conoce tus secretos y tus miserias. La que ha vivido contigo todas tus historias.
Porque todas tenemos historias, diferentes pero iguales, al mismo tiempo.
Todo el mundo puede leer las letras. Pero no cualquiera puede sentir las letras.
Ella eres tú.
Ella somos todas.
Ella no requiere adeptos.
Ella requiere amantes.
La que equilibra tus dos mitades.
La que prende fuego a tu perversión y la que te dota de paz.
La conoces, ella vive en ti. Y tú en ella.
Ella se llama LITERATURA.
Y una vez que la conoces, ya no hay vuelta atrás.
(Escrito en Agosto de 2021).
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Just B. ©
RandomRecopilación de textos variados, pensamientos y desahogos en forma de letras sin orden ni concierto. Tú eres ella y ella soy yo. Así que esto es para ti. Para mí. Para nosotras.