3. Decisiones de jóvenes trabajadores

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"Todos los días me enamoro un poco de cada extraño, mientras más extraño, mejor."

Enamorarse de alguien, ¿hay algo mejor? Sí, que probablemente jamás le hables. Mejor aún si el encuentro es momentáneo, la mujer de la mesa junto a la tuya en algún restaurante, tu compañero de fila en un avión, o el Adonis que acaba de subir al autobús.

Primero, vio el cabello. Segundo, las piernas. Minho no pudo evitar bajar la mirada y se sintió como un pervertido pero tampoco regresó la mirada al celular, la mantuvo en los muslos ajenos, subió a la cadera y se mantuvo ahí. A veces le asustaba la rapidez con la que su imaginación trabajaba; ya se lo estaba imaginando abajo de él, sacándole gritos. ¿Cómo sería su voz diciendo su nombre? Lamentablemente el chico encontró un asiento algunas filas adelante de él. Así que, tercero: vio el cabello, de nuevo.

Lo volvió a ver 5 días después, ésta vez, le pidió su celular para hacer una llamada. Con la excusa de que el suyo no tenía batería. Obviamente se marcó a sí mismo. 

Felicitó a su 'yo' del pasado cuando anotó el número en un post-it, por si acaso. Y qué bueno porque unos días después, su celular moriría de una caída de 4 pisos. Pensó en llevarlo a la tienda de electrónica y reparaciones que siempre veía al bajar del autobús, pero hasta él pudo admitir que ese celular, más que necesitar arreglo, necesitaba un funeral.

Habían pasado 3 semanas y no lo había vuelto a ver. Tampoco pensó en él, de hecho, para el día siguiente lo había olvidado por completo en cuanto una rubia abordó el autobús. MinHo no iba por la vida buscando a quien acosar con la mirada pero era humano y sus ojos funcionaban bastante bien a pesar de ser miope. Bueno, para lo que le convenía porque en más de una ocasión se excusó de revisar contratos con la excusa de que había olvidado sus lentes y le era imposible leer un párrafo de 8 líneas, también había fingido no ver a ex compañeros de la escuela en la calle. No estaba tan miope.

Así que tampoco pudo evitar bajar la mirada, para posteriormente subirla a la cintura de la mujer. No se sintió particularmente atraído pero apreciaba lo guapa que era, sólo eso.

Habían pasado 3 semanas y el tinte que Lía le convenció de aplicarse ya estaba desvanecido casi a su totalidad (gracias a Dios). Le sorprendió la rapidez con la que Lía se desenvolvió en el trabajo, era muy responsable y Minho disfrutaba de ayudarla en lo que pudiera, además de emparejarla con Yunho con sigilo digno de admiración.

A veces se detenía a pensar que Lía sería como otros practicantes que están unos meses y se van para nunca volver.

Por eso, prestaba especial atención cuando Yunho mencionaba a la castaña.

— Minho, ¿sabes si Lía viene hoy? Le encargué que foliara un archivo pero no sé dónde lo dejó.

— No lo sé. — sí sabía. — Te pasaré su número y pregúntale tu mismo.

Ese día Lía llegó 20 minutos antes (raro en ella). Además, llevó pan de una Bakery Shop que de pura, extraña y graciosa casualidad, era la favorita de Yunho.

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— Me dice: "no sabes Hyunjin, es fabuloso. Solo con toser, me dicen 'oh, no te preocupes, lo revisamos mañana', es como repelente human-..." ¿y este baboso? —. un auto con aparentemente mucha prisa se les atravesó.

— Cree que es dueño. — mencionó Minho, estirando el cuello para alcanzar a ver al sujeto. Sólo para ver, no era como que iba a hacer algo al respecto.

— No se fija. — respondió Hyunjin torciendo el volante para no rayar el auto de una anciana que iba demasiado pegada al de él.

— Métete, para que se le quite. — sugirió Changbin.

— Min, quieres que... ¿¡QUÉ, qué!? ¡Bríncame si tanta prisa traes! — voceó Hyunjin.

— Ni siquiera es para ti, le está pitando al de enfrente y tu respondiendo como idiota. Min, ¿quieres que te dejemos en tu casa? — preguntó Yuna, volteando a ver a MinHo.

Los cinco volvían después de 13 horas en la oficina. Hyunjin, que atendía la recepción del despacho, se ofreció a llevar a todos a casa. Yuna y Changnin eran practicantes, habían estado yendo unas 3 horas por día hasta que se dieron cuenta de la fecha límite pare reportar las horas, iban bastante atrasados así que ahora hacían lo más posible. Sumado a eso, era fin de mes y el departamento de contabilidad sufría y pedían auxilio en gritos silenciosos, al igual que los abogados con una multitud de casos para los que los 5 jóvenes trabajaban.

Situaciones así no eran comunes, Hyun Joong, el jefe de todos, desaprobaba que se quedaran más de lo establecido, pero era impotente ante la determinación a quedarse de los 5.

Al ser un despacho Jurídico y Contable, podía llegar a ser un caos, especialmente en esas fechas. Así que para soltar un poco las tensiones, comenzaron a compartir sus interacciones con el contador principal, del que ni se sabían el nombre, ¿Wonpil, tal vez? Ni idea. Dicho con otras palabras: estaban arrastrando al pobre contador por lo grosero que podía llegar a ser cuando estaba bajo presión.

Cuando fue suficiente, un momento de silencio.

— ...y aparte codo. — añadió Hyunjin. Le faltó mencionar lo que más le calaba del contador.

Continuaron otro rato comiéndose al sujeto con palabras, hasta que dejaron a Minho en su casa.

Lía a este punto ya iba dormida, así que Minho no la despertó al despedirse del resto, dejándola descansar.

Se fueron después de una escandalosa despedida que hizo que MinHo mirara hacia todos lados, rogando que ninguno de sus vecinos se quejara con su arrendadora.

Minho pudo haber visto una horrible película de Adam Sandler o haberle mandado una canción a Lía y preguntarle por su cita de la semana pasada con Yunho. Pudo haber empezado a leer el manga que su jefe le había recomendado hace 4 meses, cuando lo encontró camino al trabajo y fue tan amable de llevarlo.

Bueno, hasta yo hubiera preferido que le hubiera mandado un mensaje a Seungmin, igual a Minho ya no le quedaba dignidad de la cual aferrarse. Estúpido, hasta pudo haberse hecho un sándwich e irse a dormir.

Pudo haber guardado el número del chico del autobús en su celular antes de tirar el papel a la basura.

Oh sí, tiró el papel a la basura.

MinHo tonto.

Pero no hizo ninguna de estas cosas, salvo lo del sándwich.

Tenía hambre.

Limpió la cocina. Tuvo el cuidado de recoger las migajas que cayeron al piso y la delicadeza de doblar el trapo que usó en la mañana. El imbécil tuvo el tacto de regar la planta de cilantro sobre el marco de su ventana.

Me da risa que hasta sacó la basura.

La sonrisa huyó despavorida de mi rostro cuando vi que Min tom...

Ah, ya le digo Min. Qué rápido le tomé confianza.

MinHo tomó un bote de pastillas de prescripción. No sé con exactitud cuántas tomó porque perdí la cuenta después de 30.

Y se fue a dormir.

Tanto tiempo observándolo y no me di cuenta de que desde hacía mucho tiempo, Min ya no quería vivir.

Me sentí tan estúpido por no haberlo notado antes.

ੈ♡˳

Peace ღ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora