16. Una pendiente traicionera

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— ¿Y si le dejas de hablar unos días? Así te extraña, ¿no?

— ¿Eso qué, Min? Dejándole de hablar sólo va a quedar como un patán. — Hyunjin tenía un punto.

— Pues entonces que le pregunte si van en serio o no. — opinó quien se secaba el cabello con una toalla, a tientas.

— Le da vergüenza. — respondió la enyesada.

— Pues entonces que se aguante. — contra atacó.

— ¿Y si mejor deja pasar un poco más de tiempo? Creo que aún es muy pronto para que le pregunte eso.

— ¿Isi qií, Hyinjin? Si realmente le interesa, no le daría largas como lo lleva haciendo desde hace... ¿cuanto? ¿semanas?

— Tampoco necesita que le recuerdes el tiempo, tarado. — la enyesada responde.

— La tarada eres tú, ni mover cajas sabes. — le recordó el de cabello mojado.

— ¿Tu noviecito te defiende, Minho? — inquirió la castaña amiguísima de todos, menos de él, ya no.

— Sí, y me quiere mucho. — inclinó su rostro hacia el frente, buscando el del otro, se lamió los labios viendo directamente a los del noviecito en cuestión, ignorando el hecho de éste estaba prácticamente entre sus piernas, el castaño tenía su pecho pegado a la espalda ajena, a sabiendas que esto ponía nervioso al menor.

— No soy su novio. — Jisung frunció el ceño y le aventó la toalla en la cara al castaño despeinado detrás de él.

— Es una broma, Ji. — dijo Minho entre risas, alejándose de él.

— Ya sé. — auch.

— ¿Tú qué opinas, cariño? — el rubio volteó al futuro médico. — ¿Amor? ¿Innie?

— Ya lo aburrimos, pobrecito. — señaló la enyesada en lo que trataba de alcanzar un vaso con agua de la mesita de noche, Jisung terminó pasándoselo.

— Creo que sí se quedó dormido. ¡DESPIERTA! — el peliazul lo zarandeó de repente.

— ¡Lo siento! Mm... No sé, es la primera vez que escucho de... ¿cómo dices que se llama?

— Ni sé y ya lo odio. — reconoció Yuna.

— Es buena persona, francamente yo no lo conocía así, siempre me pareció muy amable. — lo defendió Han.

— Es porque es su trabajo, corazón. — amorosamente Minho destacó la obviedad.

— No me digas así, y no, ni lo conoces. Es prácticamente mi amigo del alma a este punto.

— Pregúntale entonces por qué es tan pendejo. — le dijo Lía antes de tomar un gran bocado de la última pizza en la caja.

— Dejen de hablar como si yo no estuviera aquí. — harto, interrumpió la lluvia de ideas.

Acto seguido, todos hablaron al mismo tiempo.

— Perdón. — respondieron apenados el rubio y su invitado.

— Lo siento, Binnie. — murmuró Han.

— Es que no dices nada. — le recriminó Lía.

— Tampoco tiene que decir algo. — respondió el castaño que recargaba su mentón en el hombro de Han.

— No te hablé a ti.

— Uy. — no pudo evitar responderle y rodarle los ojos. Acción que ella no ignoró y miró con desprecio.

— Te pedí que no le dijeras a nadie y convocaste una reunión, Lía. No tengo mucho que decir en estos momentos, gracias.

Ni siquiera había pedido opiniones o sugerencias pero ni qué hacer con sus amistades, así eran.

Peace ღ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora