14. Soobin

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— ¿Desea ordenar? — servicial, una mesera se acercó por segunda vez. Era diferente a la anterior.

— Estoy esperando a alguien, gracias... — mantuvo los ojos en la enorme puerta de madera. Él se vería tan lindo entrando y empezó a imaginar la ropa que traería.

Es increíble lo que el nivel de cercanía puede ocasionar, a veces reconoces a las personas sin mirarlas, sólo de sentir su presencia cerca, sabes que están ahí.

Cortó la mirada de la puerta y se giró a la mesera.

— ¿Lía?

Ignoró las miradas lastimeras de los meseros, era uno de esos Markets donde había muchos restaurantes y los meseros de cada uno se acercaban a la mesa a ofrecer sus menús. Nunca había ido pero pensó que sería un lugar que le gustaría a quien se suponía llegaría hace 25 minutos.

Ignoró las miradas lastimeras de los otros comensales (¡qué metiches!, pensó), después de todo, habían pasado otros 30 minutos, ¿quizá ya debería irse? No, él va a llegar en cualquier segundo y no querría hacerle pensar que no llegó.

¡Qué gracioso sería cuando su cita cruzara la enorme puerta rústica de la entrada, donde colgaban unas flores silvestres! reirían porque se confundió de hora, ¡por supuesto! ese tipo de cosas suceden todo el tiempo.

Pensó en lo filosas que se verían las facciones del chico cuando las luces tenues del lugar chocaran con su rostro. Era su primera vez ahí, una amiga se lo recomendó, era rústico con una decoración única: un montón de lámparas de cristales naranjas y rosados que iluminaban la terraza, su detalle favorito eran unas lámparas con diseño de estrellas que fragmentaban la luz, esparciendo por el piso, los rostros y las mesas, delicadas estrellitas que se extendían por el lugar, sólo por ellas lo citó a esa hora, en la noche se veían mejor. También había muchas plantas y pensó que con suerte, podría tomarse una foto con él ahí, cuando llegara.

Ignoró la lastimera mirada de Lía, quien -sin que él se diera cuenta- ya había pedido un platillo que sabía le encantaría al chico sentado en la mesa 2.

— ¿Te saco la cuenta de la 2? — preguntó el cajero.

— No, es para mí, cóbralo como mi comida del día, diles a cocina que no hace falta que lo emplaten. Salgo en 10 minutos, que lo pongan para llevar, por favor. — sonrió cómo sólo ella sabe hacerlo, apretando los ojos en dos lunas preciosas.

Dio una última vuelta a sus mesas, dobló su uniforme, tomó su bolso y lo pasó por un hombro. Le mandó un mensaje a Yunho en su camino al acceso del staff de cocina.

— Tengo hambre, ¿te parece si me ayudas con esto?

Sólo la miró y Lía no supo descifrar qué estaba pensando.

— No creo llenarme y a Yunho no le gusta. — explicó — Voy a pasar por su comida a otro negocio, acompáñame, anda.

Qué desagradable y qué vergüenza, agradecía que Lía no fuese como él, era todo lo contrario. Ella era perspicaz, tenía tacto y no era imprudente. 

Sabía leer la habitación.

No cómo él.

Que seguiría esperando si no fuera por ella, quien lo sacó de ese infierno.

— Seguro hubo un malent...

— Me dejaron plantad...

Hablaron al unísono y se detuvieron por el contraste.

Continuaron caminando en silencio. En silencio. Lo cual descolocó a la castaña que hacía un esfuerzo sobre humano por no mirar de reojo al hombre a su lado. Estar con él era estar en continuo estímulo auditivo, puesto que nunca se callaba.

Peace ღ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora