(Ya perdí la cuenta)-Puedo ver (Solangelo)

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POV Ariana

Hola, mi nombre es Ariana. Vivo en Nueva york. Soy una "mortal", pero puedo verlo todo.

Desde pequeña, siempre ví cosas que los demás no podían ver. Al principio, estaba asustada, muy asustada, por que creía que podía estar volviendome loca cada vez que veía a una mujer-serpiente, un hombre con un solo ojo o cosas fuera de lo común de ese tipo. Pero una vez que me tranquilicé, pude entenderlo.
Una clase en séptimo grado cambió mi vida. Cuando estudiamos a los griegos, la profesora nos habló de los mitos que esa cultura había creado. Tifón, las Furias, el León de Nemea, ninguno llamó mi atención hasta que mencionó a "Las dracaenae, mujeres con colas de serpiente en lugar de piernas." Me llevé tal susto que me caí de la silla.
Cuando me levanté, una idea empezó a formarse en mi cabeza. Llegué a casa a toda prisa, y agarré un viejo libro que nunca había tocado en mi vida: me lo había regalado un extraño hombre en la calle. Se titulaba "Mythos". (N/A Ese libro es demasiado bueno, lo recomiendo. Es de Stephen Fry)
Mi madre me había ordenado alejarme de él. Es muy supersticiosa, y no lo quemó solamente porque temía así liberar a alguna especie de espíritu malvado.

Al fin pude compreder que no estaba loca, solamente podía ver con claridad. Y además de tranquilizarme, el libro me interesó más en los mitos griegos. Poco a poco, me convertí en una especie de semidiosa, como los que aparecen en las historias. Convencí a mi madre y a mi padre para que me dejasen tomar clases de esgrima, para "defensa personal", estudiar y estudiar cada vez más hasta conocer todos los mitos griegos conocidos. En la escuela, me creían rara desde que ví a una hidra cuando los demás veían a una simple lagartija.

Sentía que mi vida era mala. Mis padres empezaron a desconfiar de mí, por mis comportamientos extraños y que no rezaba a Dios, si no a otros dioses de religiones politeistas. Se confundían cada vez que desconfiaba de alguien amable en la calle, se molestaban cuando evitaba ciertos lugares... al saber cosas que los demás mortales no conocían, empecé a llamar la atención de los monstruos.

Un día estaba tranquila caminando por la calle cuando ví un perro del infierno. Al inicio, me costó reconocerlo, porque parecía un perro común, pero luego, adoptó su tamaño real. Se dirigió hacia mí, gruñendo y enseñando los colmillos, y yo retrocedí asustada. Busqué a tientas algo con qué defender a la gente de alrededor, y dí con un trozo de madera tirado en el suelo. Lo miré como diciendo: "¿No podías ser una espada?"
Desee haberme hecho un moño esta mañana. Mi pelo castaño me molestaría después.

-¡Corre!- Era un chico de unos doce años, quién me adelantó con una espada negra. Tenía el pelo negro, al igual que sus ojos, y tenía una mirada de ira en los ojos. Arremetió contra el animal mientras este le lanzaba un mordisco y desviaba el filo. El chico volvió a dar una estocada, esta vez en su lomo, y el perro no pudo reaccionar a tiempo. El corte no era muy profundo, ya que el chico pasó de largo para evitar el ataque de la cabeza. El perro se dió vuelta hacia él, y yo, paralizada, solo podía observar.
-¡¡CORRE!!- repitió el niño. Fué un error. Al detenerse a gritarme, le dió tiempo a el perro para avanzar hacia él e intentar arrancarle un brazo con los dientes. Le hizo un rasguño en el hombro. No pareció ser muy significativo para él, pero el animal ladró de regocijo. La herida del chico sangraba. El chico mostró desesperación en sus ojos, y salió corriendo en dirección a mí. Recuperé el control de mis extremidades. Lo agarre del brazo y le dije:

-¿Qué crees que haces?- No tuve tiempo de más antes de que el mounstruo volviera a atacarnos, esta vez pillando desprevenido al niño y tuve que hacerme cargo yo. Le lanzé el trozo de madera que cayó de manera vertical dentro de su boca, dejandola trancada en una mueca que habría resultado graciosa de no ser por que dejaba ver sus afilados colmillos. El niño reaccionó y en un movimiento rápido con la espada, decapitó al perro, que se deshizo en arena.
-¿Quién eres?- Me dijo con una mezcla de desconfianza y confusión.
-¿Que quién soy? ¡Quién eres tú! Debes tener unos once años, ¿Cómo tienes una espada? Nunca había visto este material, ¿Qué es?- pregunté.

-Espera, espera, ¿Ves una espada?- preguntó. Parecía extrañado.
-Si, claro, ¿Qué más podría ver?- respondí.
-Está bien. Bueno, parece que ves a través de la Niebla. Deja te explico. ¿Conoces los mitos griegos? Pues...- No pudo terminar
-Si, si, ya lo sé, son reales, nos quieren comer, bla bla bla. ¿Tú también eres como yo?- dije algo ansiosa porque por fin había conocido a alguien que también podía ver más. Todo este tiempo me había sentido sola en el mundo, pero tenía la sensación de que todo estaba apunto de cambiar.
-No.- Me desilusioné horriblemente. Él no era como yo. Nada cambiaría. Todo seguía igual. Pero... Un momento. ¿Cómo había visto al mounstruo entonces?
Le formulé mi pregunta, a la que él respondió:
-Bueno... En los mitos están los semidioses, los hijos de un mortal y un dios. Y pues... yo soy uno de ellos.- Su respuesta me dejó helada. Yo pensé que los dioses solo se habían enamorado de mujeres y hombres griegos que los veneraban y reconocían. Pero eso no impidió que mi curiosidad aumentara.
-¡Wow! ¿Hay más como tú? ¿De qué dios eres hijo? Dioses, ¡Tengo tantas preguntas!- exclamé
-Bueno... Puedo estar comentiendo un error al contestarlas, pero creo que mereces saberlo. Primero, si, si hay más semidioses. Soy hijo de Hades, el dios del inframundo.- contestó algo nervioso. (N/A Desde acá voy a empezar a acelerar un poco y contar más rápido porque tiene como 1000 palabras y es un one shot así q :v)
Esataba fuera de mí. Antes había creído que conocía lo que nadie conocía, pero ahora otros datos infinitos se abrían ante mis ojos. Me sujeté la cabeza
-Lo siento. Es mucha información que procesar.- dije inhalando y exhalando.
-Tranquila, lo sé.- dijo con comprensión. Este chico me caía mejor por segundos.
-Está bien. ¿Hay algo con ese mundo importante, o solo viven? Cuéntamelo todo.- ordené un poco más tranquila.
-Bueno, primero lo primero: Los semidioses vivimo-viven en un campamento llamado "Campamento Mestizo". Y si, algo ocurre. Algo importante.- dijo con seriedad. La ansiedad despertó dentro de mí. Le pregunté que era esa cosa importante de la que hablaba, y me contestó sobre una guerra contra el titán Cronos que tenía preocupados a todos.
(N/A solo hasta las 1500 palabras lo voy a hacer, si no alcanzo voy a hacer 2°da parte xq me entusiasmé) Sin dar muchos detalles, me dijo que se tenía que ir, pero con miedo de perder el contacto con el semidiós Nico, le dí mi número de teléfono.
-No creo poder hablar...- replicó.
-¿Si? Pues te encontraré de todas maneras. Ahora puedes irte, si así lo deseas.- dije con fingida indiferencia. Él me miró una última vez antes de darse vuelta e irse corriendo para desaparecer a la sombra de un árbol.
La verdad, no esperaba que me llamase, por lo que me sorprendí cuando mi celular sonó unos días más tarde.
-¿Aló?- dije yo
-Hola...¿Ariana, no?- dijo la voz conocida de Nico di Angelo.
-Si, ¿Cómo estás?- contesté.
-Mira, debo hablar contigo sobre algo. ¿Recuerdas la guerra? pues la batalla se acerca cada vez más, y nos superan en número. No sé que haremos, y puede ser el fin del mundo. Quizás no puedas ayudar, pero necesito hablar con alguien.-
-¡Por supuesto! puedes venir a mi casa o nos juntamos en algún otro lugar, ¿Te parece?- pregunté
-Preferiría en tu casa, porque es más privado.-
-Está bien. Te veo luego.- le dije antes de cortar la llamada. Ordené mi departamento (que por cierto, tengo sola al escapar de casa de mis padres después que los oí hablando de mandarme a un psiquiatra.) Media hora después, abrí la puerta para encontrarme con Nico algo nervioso. Vestía una chaqueta de aviador y una polera negro con una calavera.
-Hola, Ariana.- dijo
-¡Hola, Nico! Pasa.- dije haciéndome a un lado para que pasase. Le señalé un sillón gris de la sala. La verdad, mi departamento no era mucho, pero estaba bien decorado: Cojines de colores suaves, mesas de vidrio, cortinas claras y alfombras grises. Estaba bastante contenta con él.
-Y bien, ¿Qué querías hablar?- dije sentandome en otro sofá.
-Bien...Estoy algo alarmado sobre la protección de Manhattan. Atacarán el  Empire State Building con la esperanza de destruir de Olimpo. Y no hay mucho que hacer.-

***

Fueron menos que 1500 palabras, pero está bien. Si lo quieren, voy a hacer la 2nda parte, y si no lo quieren, lo haré también.

Mortales EntrometidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora