Cαpίтυlo Oɴce

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Tiempo después todo volvió a la normalidad

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Tiempo después todo volvió a la normalidad. Mis sentimientos crecieron con el pasar de las semanas y yo no podía dejar de pensar en una sola cosa; hacer feliz a mi Omega en su cumpleaños.

Estuve pensando en organizarle una gran fiesta, pero la cantidad de amigos era... era.... pues no tenía mi tímida novia. Así era imposible.

Finalmente la única opción que llego a mi mente fue la de pasar su cumpleaños a su lado. Lo primero que hice en la mañana fue arreglarme y salir lo más pronto que pude de mi hogar. Quería ir a dejar esos pasadores al lugar que le correspondían, el cementerio.

Sé que planeaba darselos, pero honestamente era un regalo que prefería dejarlo donde pertenece, en el pasado. Mamá decidió acompañarme, debido a que aun tenía miedo de volverme a perder.

Una vez que me despedí de mi pasado, me juré a mi misma vivir el presente como ahora lo hacia. Ahora era Hana Shirosaki una Alfa de 11 años que amaba los postres, y no le agradaban los perros y los fantasmas.

Durante todo el camino mi madre no podía entender porque fuimos a ese lugar, se le notaba en la forma en que me miraba, así que bien tranquila le dije.
-Ella fue la primer Alfa de Onee-san

-¡Ah....!, hija pero...

-Descuida mamá, ella fue la que hizo que me encontrara con Onee-san. Así que vine a darle las gracias y a decirle que yo cuidaré de su Omega.

Mi mamá no podía creen en mis palabras, pero como le dije, no tenía que temer. De todas formas, ya no puedo regresar del mundo de los muertos porque ya renací. Es extraño decir eso, pero le agradezco a Dios por darme una oportunidad más con mi alma gemela.

De camino de regreso a casa de Onee-san pasamos por una tienda. Me gusto mucho un par de pasadores. Esta vez me encargue de que fueran apropiados para su edad.
-Mamá ¿crees que a Onee-san le gusten?

-Miyako-chan estará más que encantada por su regalo

-Tienes razón -dije al abrazar con fuerza la cajita de regalo- no debo dudar de eso.

Y así continuamos platicando durante un rato. Hasta que por fin llegamos a casa de mi Omega.
Cuando salio a recibirnos, no paraba de moverse como gusano. Al parecer intentaba saludar a mi mamá, pero la vergüenza de la vez que le dio la aceptación de vigilarme la hizo sentir culpable.

-Hola Miyako-chan, te encargo a mi hija -dijo mi mamá al romper el silencio entre nosotras.

-Yo... yo... prometo... que la cuidaré bien -dijo al sujetar sus mejillas.
También en ese momento salio Hinata y Noa a toda velocidad, provocando que mi Omega saliera volando.

-Hana... vamos arriba, Noa y yo queremos jugar un juego de mesa -dijo Hinata al sujetar mi mano. Intente negarme, pero solo recibí que me arrastrará a la fuerza con ella. Ni tiempo me dio de despedirme de mi mamá.

Me perteneces (HanaxMiyako) (Wataten)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora