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"¿Qué es lo que te detiene?"

Por más que mantuviera su vista fija en el rostro ajeno no podía terminar de descifrar que era aquello que le impulsaba a hacer esa pregunta, ¿estaba cuestionando su valentía? ¿era una forma de provocarlo para obtener lo que quiere? ¿o de verdad quería saber qué era aquello carcomiendo su conciencia y negándole el paso? El silencio en la habitación era incómodo, invadía su mente y era más alto que todas las palabras que solían inundarla.

Nunca terminaría de entenderlo.

William estaba dando su primera y última visita al 221B de Baker Street, tenía sentido que este fuera el último lugar nuevo que visitara, y también tenía sentido que solo fuera para dar un vistazo, pues no se sentía bienvenido. No encajaba entre estas paredes, cada uno tenía un lugar en este universo y sabía que él suyo no iba a ser en el mismo espacio que Sherlock Holmes. Le sorprendía que compartieran un mismo universo en primer lugar.

Tras darle sus últimas instrucciones directamente, sin titubeos, se vio enfrentado a esta escena. Otra vez el detective superaba sus expectativas, y se enfrentaba a él mucho antes de lo que anticipaba. Sabía que reclamaría por respuestas pero no creía que lo haría luego de que le entregara todo lo que estaba dispuesto a darle. Apenas finalizó la conversación, y cuando el rubio estaba dispuesto a marcharse, él le dio una sugerencia tentadora, sabiendo que todo lo que saliera de su boca le daría de qué pensar al otro.

—Podrías quedarte un poco más,— fue todo lo que dijo al principio, tomando a William por sorpresa, y frunciendo el entrecejo al ver su expresión, cómo inhaló suavemente en respuesta y se negó instantáneamente sin palabras.

—Solo por un par de horas, ¿qué es lo que te detiene? — Esta vez parece reclamarle.

— Tengo cosas que hacer,— respondió finalmente, el contacto visual rompiéndose y la discusión silenciosa acabando abruptamente.

— ¿Por qué vendrías si tienes cosas qué hacer? — esta vez la pregunta fue acompañada de una sonrisa sarcástica.

Otra vez silencio.

La respuesta era clara. Y también era claro que no iba a ser dicha en voz alta, ya esquivó tantas preguntas cómo pudo durante esta corta conversación, no le sería difícil continuar observando a Sherlock y predecir sus siguientes golpes, podía prepararse para cualquier demanda que tuviera para él.

—Tres horas. Puedes irte luego de eso.

Podía esquivarlo aún.

— No tienes nada que perder ya, ¿verdad?

Aún había tiempo de solucionarlo.

— Me lo debes, ¿crees que lo olvidaría tan rápido?

...No. Quizá la única forma de esquivarlo sería acercándose y luego retrocediendo. Dos pasos adelante, uno atrás, distinto objetivo.

— ¿Por qué debería hacerlo?—, esta vez fue William quién hizo la pregunta, aún estaba dándole la espalda, no podía soportar verlo rogar, no era la imagen de él que quería llevarse antes de marcharse.

— Porque no tienes nada mejor qué hacer,— sugirió Sherlock, había un tono dudoso en su voz, si no tenía las agallas para pasar este momento con él, dudaba que lo tomaría para sentarse a comer con su familia por última vez. De verdad no tenía nada mejor qué quisiera hacer.

¿Cuál era la mejor forma de escapar de esta situación?

A letter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora