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Ahora finalmente William podría probar su teoría. Iba a dejar que Sherlock procesara... ¿Y luego qué? Quería verlo levantarse o escucharlo formular una oración, pero ya no podía recordar con qué propósito. Mientras pensaba, Sherlock se enderezó, dejando una mano en la rodilla del rubio en un intento de apoyarse de algo, puesto que su otra mano todavía sujetaba la del otro y era la que estaba junto al respaldo del sillón donde seguían acostados.

Otra vez pudo presenciar al detective procesando una imagen. Ahora que se había sentado, estaba entre sus piernas, y tenía una vista muy curiosa de Liam, una vista que no creyó que iba a tener el día de hoy, quizá solo porque no pensó que nada de esto ocurriría hoy, era más eso que la negatividad. Sus rostros estaban ruborizados de por si, pero ahora Sherlock pudo sentir como un ardor aparecía en sus mejillas, y tuvo que obligarse a mirar en otra dirección, porque ya estaba pensando en lo incómodo que se veía William acostado con su corbata y su chaleco puestos.

Otra vez separó sus labios para hablar en un intento de cambiar de tema, pero antes de que pudiera pensar en qué decir, sintió el contacto del otro, los dedos del rubio rozando con sus nudillos, las yemas apenas rozando el anillo que traía en su dedo, al parecer estaba deteniéndole, ya que había bajado un poco sin notarlo y ya comenzaba a rozar su muslo.

— L-Lo siento, iré- — y tampoco pudo terminar esa excusa impulsiva, esta vez lo que le interrumpió fue toda su mano, posándose sobre la de él, y guiándolo para que ambos se mantuvieran en las posiciones actuales, permitiendo que descansara su palma sobre la pierna del rubio.

Esta era su forma de retomar control. Saber que acababa de quitarle el aliento a Sherlock Holmes incluso estando intoxicado le daba la excusa de poder que tanto necesitaba, simplemente necesitaba tenerlo así, sujetándolo y de todas formas rogándole por dentro que se mantuviera ahí a pesar de que aún siquiera estaba amenazando con apartarse, porque incluso si su conciencia le gritaba que saliera de esa situación, era simplemente y físicamente imposible, estaba bajo él... ¿Y aun así sentía que tenía poder? Una sonrisa penosa apareció en sus labios, la pena era propia, con esta última vuelta que dio en su mente se dio cuenta de que solo estaba buscando excusas para negarse a la idea de que él era quién estaba rogándole que no se apartara. La necesidad, el impulso, la soledad, todos esos sentimientos de inseguridad eran los que le estaban guiando ahora mismo, y quería que Sherlock le recordara lo importante que podía llegarse a sentir cuándo estaba en su presencia, quería solo una pizca de su simpatía para sentirse bien otra vez, aunque sea por solo una hora. Media hora. Rezaría por tan solo cinco segundos.

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