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Ellos no hacían esto. Por más que Sherlock haya insistido en el pasado, simplemente era anormal la idea de sentarse y cenar, pero aprovechando la ausencia de su compañero de cuarto, Sherlock guió al otro hasta la sala, dónde pidió que esta vez dejara su abrigo y sombrero en la puerta, ahora era un invitado más, así que iba a introducirlo cómo se debía.

— ¿Té o vino? — preguntó el ojiazul después de asegurarse que él otro tomara asiento, tratando de ignorar la forma poco sutil en la que ahora William observaba el lugar. — Lo que tomes a ésta hora, — pidió con una sonrisa. Era la primera vez que lo veía lo suficientemente cómodo en una habitación como para quitarse la máscara de sutileza bajo la que analizaba el mundo, ahora podía ver exactamente a dónde iban sus ojos y llegar a la conclusión de qué buscaba en base a eso, era la primera vez que tenía ventaja y era poco satisfactorio saber que solo tenía esta oportunidad porque se la estaba otorgando en primer lugar, le hacía querer experimentar la situación por sus propios medios, quería ser él quién lo deje lo suficientemente vulnerable como para anticipar su siguiente paso, no quería que William simplemente se rindiera, ¿cuál era la gracia de este juego si ninguno de los dos quería dar el siguiente paso? Pero, otra vez, no estaban jugando ahora mismo. Si se hubiera detenido a analizar a William como El Amo del Crimen en todos los encuentros ajenos al caso habría sido lo mismo que hacer trampa, emboscarlo en el momento y aprovecharse de él. No había diversión alguna en eso. Así que quizá también debería aprovechar la pausa para dejar de pensar en su siguiente movimiento, podría hacer eso en cuanto abriera esos sobres.

Se limitó a ir hasta la zona de la cocina, buscando un par de vasos y llevando una botella de vuelta a la sala, no era vino cómo había ofrecido pero es que realmente no lo bebía a estas horas, si necesitaba algo en su sistema para empujar su cuerpo al límite (que era usualmente la razón por la que estaba despierto hasta tan tarde) iba por un trago más fuerte. La etiqueta estaba desgastada y ya siquiera reconocía de qué se trataba en primer lugar, no importaba demasiado, es lo que se serviría ahora mismo si estuviera solo. Cuando regresó, se encontró con la imagen del otro analizando el lugar, de pie con la vista fija en los libros sobre la chimenea.

Se acercó y, sujetando un vaso entre su pecho y antebrazo para liberar su otra mano, sirvió un trago para su invitado, ofreciéndolo y mientras vio cómo lo sujetaba aprovechó para dar un vistazo corto a la portada... Una copia de uno de los manuscritos de John. Se la había entregado hace unos meses, y luego de llegar a la mitad del libro la había abandonado junto a otros textos de importancia, creyendo que si lo ponía ahí recordaría echarle un vistazo antes de que fuera publicado. Esto no terminó ocurriendo, había pasado tan poco tiempo alimentando su mente en aquel rincón y buscando cualquier otro estímulo para mantenerse entretenido en lo que aparecía algún rastro de El Amo del Crimen, ahora era vergonzoso pensar que lo había olvidado. De todas formas dudaba que John pudiera darse cuenta cuando disimulaba su sorpresa al oír de su boca las ideas extravagantes que tenía para sus historias.

— ¿Te importaría? — preguntó William mientras sujetaba el vaso desde el borde, su vista aún sobre el manuscrito.
— Adelante, siéntete como en casa, — respondió Sherlock mientras se servía un trago a si mismo y daba un sorbo rápido a éste antes de bajar la botella, el ardor en su garganta dejando una mueca en su rostro por unos segundos.

Mientras William tomaba el texto, él otro acercó su silla a la mesa que dejaba usualmente frente al sillón, y aprovechó la distracción del otro para apilar los libros que habían sobre ésta y dejar el cenicero arriba de todo en busca de hacer un poco de espacio, no planeaba que la reunión fuera aquí así que no había ordenado en absoluto, ahora era él quién se sentía ligeramente vulnerado, aunque su ego le detenía de disculparse por ésto... O quizás era porque ya sabía que William a esta altura había adivinado porqué la habitación estaba en éste estado, así que no había razón para ocultarlo.

— ¿Planea continuar con la saga? — escuchó cómo preguntaba antes de probar la bebida, el vaso a unos centímetros de sus labios mientras detenía las páginas con su pulgar, al parecer decidió abrirlo en un lugar al azar.

— Eso creo, John anota todas sus ideas mientras salimos, no creo que puedan acabarse tan rápido, — respondió sin pensarlo mucho, y no dudó de sus palabras hasta que notó como esa tenue sonrisa que él siempre portaba a la hora de dirigirse a la gente para ocultar la seriedad de su expresión determinada se desvanecía frente al borde de su vaso. No dijo nada más, solo murmuró un "mh-hm" como respuesta y dio un sorbo rápido, ni un signo de incomodidad apareciendo mientras daba el primer sorbo. Era mejor ocultando eso.

A letter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora