Díα 821. 2O17.

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Salió del departamento intentando hacer el menor ruido posible. Su compañero aún dormía plácidamente en el cuarto de al lado y era mejor no despertarlo después de la pesada jornada con la que habían lidiado el día anterior, pero debía salir en ese momento o de lo contrario se le haría aún más tarde.

Tomó las llaves de la motocicleta de una pequeña mesita a la entrada del departamento y salió de casa amarrándose el largo cabello en el moño descuidado que siempre solía llevar. Sería un recorrido rápido, estaba mentalizado a eso, pero aun así las manos le sudaban y las piernas le flaqueaban, como siempre que iba de visita.

Condujo tranquilamente por las calles que lo llevaban hacia aquel sitio y en cuanto estuvo en frente del lugar aparcó la motocicleta y bajó, llevando consigo los objetos imprescindibles para rendir sus respetos.

Una vez estuvo frente a la tumba inclinó la cabeza y tomó asiento en frente de la lápida, comenzando con los preparativos, los cuales llevó a cabo hasta que en un momento levantó la mirada y encontró un objeto peculiar del cual no se había percatado.

Sobre la lápida habían dejado un pequeño ramo de flores, parecían recién cortadas y el olor fresco que emanaban daban a entender que habían sido dejadas sobre aquel sitio hacía no mucho tiempo. Se solía pasar por el cementerio al menos una vez por semana, y no había día en el que no encontrara un ramo de flores nuevo.

"Será su madre", pensó para sí mismo.

Aprovechó la visita para hablarle sobre cosas cotidianas como su semana, el trabajo, sus amigos y conocidos y lo que habían estado haciendo esos últimos días. Era capaz de tirarse de una a tres horas sentado sobre el concreto y fingiendo que se trataba de una charla de café como algunas de las que solían compartir muchos años atrás. Se sentía consolado después de un rato, y aunque un pequeño vacío parecía consumirle el pecho al marcharse, desaparecía poco a poco con el paso del día.

— Bueno, te dejo. Que si no me voy ahora Chifuyu me va a matar por llegar tarde — tomó las varitas de incienso y sopló para apagarlas. — Por cierto, me dijo que igual y él se pasaba mañana o pasado, me pidió que te lo dijera. — Guardó el incienso gastado en su bolsillo y después de hacer su reverencia se despidió — vendré en una semana, Baji.

...

Al llegar al local encontró a Chifuyu acomodando algunos encargos que habían hecho la semana anterior. En cuanto cruzó la puerta buscó su delantal y saludó a su amigo.

— ¿Cómo te fue? — preguntó el pelinegro mientras cargaba unas bolsas de alimento para perros.

— Bien, lo normal, le dije lo que me pediste

— Gracias — dijo Chifuyu con una sonrisa — ¿iremos a casa de Draken más tarde?

— Ah, sí, la moto me está dando problemas últimamente y no se la confío a nadie más, ya lo sabes.

— Vale, entonces hay que terminar temprano hoy. Si viene la rubia del husky no te quedes charlando con ella como siempre, ¿sí?

Kazutora sintió como las mejillas se le enrojecían ante la reprimenda y asintió antes de hablar.

— Oye...

— ¿Sí?

— ¿Cada cuanto se pasa su madre por ahí?

— Si lo preguntas por las flores, no es ella. — Kazutora arqueó una ceja — tienen seis meses apareciendo por ahí, parece que alguien va todas las semanas y solo las deja. También creí que era ella, pero cuando comenzaron a salir le pedí a mi mamá que le preguntara y dijo que no, que a ella también le habían sorprendido y creyó que eran mías.

— ¿Nadie ha visto quién es? ¿ni siquiera los guardias?

— Pareciera que es un fantasma, lo he hablado con un montón de personas y todos me dicen que ellos no son.

— ¿Ni siquiera nadie de ellos? No lo sé, Mitsuya o Pah...

— No, ninguno. Hice interrogatorio un mes después de que empezaron a salir por ahí.

— ¿Entonces quien le está dejando flores?

— Ni idea — Chifuyu se encogió de hombros y en ese momento la campanita de la puerta sonó, indicándole sobre los clientes que arribaban al local.

Kazutora no dijo nada más y ayudó a Chifuyu a atender a los compradores mientras su cabeza barajeaba las opciones de aquellos que pudieran ser los visitantes anónimos.

𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓𝒈𝒍𝒐𝒘 • 𝑲𝒂𝒛𝒖𝒕𝒐𝒓𝒂 𝑯𝒂𝒏𝒆𝒎𝒊𝒚𝒂 {𝐋𝐢𝐠𝐡𝐭𝐬 #𝟏}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora