𝟑𝟎/𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞/𝟐𝟎𝟎𝟓

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Pasó la mayor parte del día haciendo notas, recabando información, destacando apuntes y escribiendo sobre hojas de papel los datos más importantes. Era una costumbre en algunos de sus profesores hacer exámenes cuando el curso estaba por la mitad, para verificar que las metas de aprendizaje realmente estuviesen cumpliéndose como debían.

Y para Dai, todo el proceso de estudio se había vuelto casi un ritual sumamente intimo; no dejaba que su padre la distrajera, solamente se paraba cerca de la habitación para llevarle algo de comer, conocía a su hija lo suficiente como para darse cuenta de que su mente se inmiscuía tanto en el proceso de aprendizaje que olvidaba que seguía siendo persona, y necesitaba alimentarse o dormir. Tenía la puerta con cerrojo, así él tendría que tocar si necesitaba algo, como era el caso actual.

— Dai, ¿puedes salir?

La muchacha estaba sobre un pequeño escritorio de madera clara, sobre el cual habían regadas múltiples hojas de máquina que fungían como acordeones de estudio, siempre una por materia, mezclando en ellas colores y tintas diferentes, sentía que de esa forma, su atención era captada con mayor facilidad. Había dejado la recamara ordenada desde el día anterior, pues sabía que necesitaba de la limpieza para concentrarse. Tenía el cabello sujetado en un moño desordenado, pero se había dejado puesto el pijama. Al escuchar la voz de su padre se levantó de la silla, sintiendo un tirón en la parte baja de la espalda a consecuencia de haber permanecido ahí por tantas horas. Un quejido salió de sus labios antes de abrirle.

— ¿Qué sucede?

Kazuma usaba su ropa típica de trabajo. — Tengo que ir a la estación, al parecer hubo un robo en un banco y necesitan que investiguen. — dijo ajustándose la corbata con dificultad.

Dai se colocó de puntitas y le robó el control sobre la prenda, atando ella el nudo.

— ¿Un robo? ¿para que te necesitan a ti en un robo?

— Yo tampoco tengo idea, les dije que soy de homicidios y que quizá se habían equivocado, pero es orden el jefe.

— Uy — dijo la rubia terminando de ajustarle la corbata sobre el cuello de la camisa — ¿Irás con el señor Tachibana?

El mayor asintió — Sí, voy a verlo allá así que tengo que irme ya.

— Ten mucho cuidado — Kazuma se inclinó para que su hija dejara un beso sobre su mejilla — y dile que salude a Hina por mí.

— Te veré más tarde, espero resolver esto pronto — Su papá caminó escaleras abajo, y se paró sobre un descanso — Ah, por cierto, dijiste que querías hablar de algo importante conmigo, solo que no quise interrumpirte, ¿está bien si me cuentas cuando vuelva?

Las tripas se le revolvieron. Había olvidado eso.

Pasó saliva con cierta dificultad — Claro.

— Entonces nos veremos más tarde, no abras a nadie.

— ¡Adiós!

La chica volvió a su habitación, dejando que la mente se le fuera nuevamente entre notas e información de ciencias, historia e inglés. Estaba acostumbrada a presionarse cuando de pruebas se trataban, Mai solía pegarle palizas si sus notas estaban por debajo de la excelencia, por lo que en su intento de mejoría, terminó volviéndose bastante obsesiva con el tema. En aquel momento de su vida ya no era algo que le molestara, de alguna forma disfrutaba sus ratos de estudio, le permitían enfocar su mente en algo distinto, se sentía ocupada y era una sensación agradable.

Tenía la cabeza sumida en un libro hasta que el pitido del teléfono la sacó de la atmosfera. Bufó con rabia y caminó a la mesita de noche en donde había dejado el objeto, olvidó ponerlo en silencio. Creyó que era su padre intentando avisar que tardaría en volver, pero el nombre en la pantalla la hizo sonreír.

𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓𝒈𝒍𝒐𝒘 • 𝑲𝒂𝒛𝒖𝒕𝒐𝒓𝒂 𝑯𝒂𝒏𝒆𝒎𝒊𝒚𝒂 {𝐋𝐢𝐠𝐡𝐭𝐬 #𝟏}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora