𝐎𝟔/𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞/𝟐𝟎𝟎𝟓

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El clima del otoño solía ser bastante placentero, no era lo suficientemente frío como para calar en los huesos, pero tampoco tan cálido como para fastidiar y tener que arremangar el uniforme. Sobre sus oídos se posicionaban acomodados los auriculares del mp3, emitiendo la música típica que usaba en el trayecto cotidiano de casa a la escuela en los días como esos en los que carecía del transporte en auto. Las personas que pasaban a sus lados saludaban con amabilidad cuando se cruzaban con su mirada extremadamente particular, sobre todo en esos lares.

La mirada de Dai se caracterizaba por sus ojos bicolores, la heterocromia no era algo tan común en Japón, por lo que había tenido que acostumbrarse a las preguntas, no le molestaba y la gente no era tan cruel al respecto, por el contrario. Muchas veces las personas que más solían fastidiarle eran los muchachos sinquehacer que vagaban por la calle, pero ellos fastidiaban a todo el mundo, o eso le gustaba pensar. Por alguna razón, las pandillas estaban de moda otra vez, su padre le había contado respecto a estas y como eran en su época, pero fuera de los disturbios callejeros que provocaban de cuando en cuando, la existencia de los pandilleros no le irritaba tanto, aunque tampoco le encantaba del todo.

La escuela parecía tranquila, como usualmente, pero cuanto más cerca estaba de su aula, más encontró a lo largo de los pasillos y dentro de los salones cúmulos de personas que murmuraban entre sí, muchachos que parecían asustados y chicas que incluso parecían querer gritar o tener corazones dibujados en los ojos, ¿se habría perdido de algo importante como un examen o algo similar? Dudaba, revisaba el tabloide de la entrada siempre antes de salir del colegio, y no creía que los murmullos coquetos de las chicas de su salón se debieran a una prueba sorpresa. El panorama no cambiaba mucho estando dentro del salón, pero no planeaba tomarle mucha más importancia sabiendo que aquello no era algo que necesitaba saber. Sentada al lado de la ventana en la mesa situada delante de la suya miraba hacia la puerta una muchacha con gafas, cabello corto y castaño. Ima, su mejor amiga, le hizo una seña para saludarla que Dai correspondió acercándose.

— Hey, Ima, ¿sabes que tiene a todo el mundo tan alterado?

— Al parecer hay un chico nuevo en la clase.

La muchacha arqueó una ceja — ¿Un nuevo en octubre? Es raro, ¿no crees? ¿quién se transfiere en octubre?

— Ah, ahí está el embrollo. Es un recién salido de la correccional — Dai abrió los ojos con sorpresa — ya sé, tengo miedo.

— Normal, hasta yo, ¿qué clase de espécimen va a llegar de la correccional? ¿por qué lo dejaron transferirse aquí?

— A lo que escuché él estuvo aquí en primer año, pero terminó en la correccional por algo, no sé exactamente por qué.

Dai arrojó la mochila a la butaca sin mucho cuidado, soltando un suspiro. — Mejor no saberlo, y no estar cerca de preferencia.

— Ya lo has dicho — Ima miró a Dai, percatándose de que su cabello rubio estaba suelto y bastante desordenado. — ¿quieres que te peine, Dai?

— Por favor — ella le sonrío a su amiga y se sentó en la silla del frente de manera momentánea. — Salí de casa algo tarde, olvidé que mi papá no va a poder traerme durante un tiempo, tiene turnos, ya sabes.

— Ya veo, no te preocupes.

Los pocos minutos que tenían antes de que el profesor de su primera hora llegase los aprovecharon en hablar y teorizar respecto al nuevo alumno de la clase y charlar sobre sus cosas cotidianas: sus familias, programas de televisión, música y asuntos importantes para dos chicas de quince años. Nada muy fuera de lo común. Pasado un rato, su maestro ingresó al aula.

— Como probablemente ya lo sepan, tenemos un nuevo alumno, él va a estar con nosotros el resto de la secundaria así que sean amables.

La puerta del salón se abrió para darle entrada al muchacho. Su cabello era bastante exótico, con mechones amarillos que resaltaban entre el pelo negro, y un pendiente del cual colgaba un cascabel. Ojos grandes, algo alto para su edad. No se veía tan terrorífico como Dai e Ima pudieron imaginarlo, quizás lo más espeluznante era el tatuaje en su cuello, pero no dejaba de ser un sujeto de cuidado. Sobre todo, porque no conocían los motivos de porqué estuvo en la correccional.

𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓𝒈𝒍𝒐𝒘 • 𝑲𝒂𝒛𝒖𝒕𝒐𝒓𝒂 𝑯𝒂𝒏𝒆𝒎𝒊𝒚𝒂 {𝐋𝐢𝐠𝐡𝐭𝐬 #𝟏}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora