Hora del té

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Hacer un resumen de bajo presupuesto con laminas de powerpoint sobre los últimos meses de la vida de Yu Haibara sería, a grandes rasgos como las presentaciones que inician con el típico logo de "Televisa presenta"y una cumbia de sonidero: algo completamente fuera de lugar comparándolo con todas las desgracias que le pasaron antes de llegar a ese sitio.


—¡Kento!






Las experiencias al lado de Geto y compañía le dieron una vuelta de hoja completa a lo que había sucedido con él en esos años, cuando decidió irse de su pueblo y fue a parar a la ciudad con la esperanza de lograr algo; cosa de la que se arrepentía a diario porque era doloroso no encontrar su lugar entre lo gris y los edificios gigantescos.


¿Qué era un provinciano cómo él en esa ciudad tan grande?




Pero por suerte, en una noche donde casi muere atropellado, se topó con Suguru Geto, a quién le echaba porras para que se convirtiera en el próximo patrón.




—¡Kento, ¿sabes que hoy son días, porque buenas tus...?—Se dió un leve respiro y continuó ante la mirada del otro:—...bueno, eso ya se sabe!




Cuando llegaron las nuevas chicas para lo de las instalaciones eléctricas, se le dió un ultimátum de semana y media a toda la obra para que se terminaran los acabados del edificio y todo lo concerniente a la mano de obra dura. Esto también traía como consecuencia que los chicos dejarían de tener algo que ver en la construcción, y solo se quedaría él junto a las muchachas para atender las carencias del edificio.


Ahora sí, tocaba acoplarse al acento norteño.



En una de esas, —luego de que Maki y compañía trajeran consigo la peda del siglo a la obra—, le llegó a preguntar a Sukuna sobre lo que sucedería luego con él y los chicos, pero éste mismo le contestó muy quitado de la pena, entre la tragadera y la quinta botella de cerveza Tecate, que no había problema porque ya tenía su local fijo y por demás, solo quedaba comprar el equipo. Así que en resumidas cuentas, eso de ir a pedir trabajo a obras ya no iba a ser una opción.

Eso sí, él mismo le ofreció un lugarcito por hay, por si eso de "conectar cables" no le llegara a dejar tanta ganancia.


« ¡Ahí cuando veas que todo se va a la verga caéle al changarro, ahí siempre habrá chamba! »



Estaba tranquilo por ese lado ya que no se moriría de hambre, pero por otra parte, extrañaría mucho ir a molestar a Nanami a su despacho con esa clase de comentarios para sacarle esa cara seria que se cargaba a diario.


—Ay Yu... ¿qué pasó ahora?





La noticia del día era que, por todos los cambios que se harían en el personal, a los electricistas se les daría un descanso en lo que los demás muchachos terminaban el edificio.

Yu se alegró de sobremanera. Además de tener los días libres y poder chismear más a gusto con su "galán" podía pasar un poquito más de tiempo con él en el cuarto piso, dónde se ubicaba la oficina provisional de Nanami.




—Pues... Gojo dió estos días...—La verdad era que quería burlarse un poco sobre sus amigos que seguían trabajando, pero lo dejó pasar.
—¡Así que quería pasarlos contigo!




El rubio curvó una sonrisa pequeña e invitó al otro a jalar una silla y sentarse a su lado en el escritorio con un cabeceo. Realmente esa pequeña costumbre se la había sonsacado porque al inicio siempre se quedaba parado en una esquina contándole un montón de cosas, y de a poco, fue agarrando confianza hasta ese grado.




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