Anha.
Peine mi cabello, viendo en el espejo del baño, asegurándome de que la pintura no se viese mal. Junto a mi Ro ponía la capucha de su disfraz, mientras intentaba que no se saliese todo su cabello.
—No muevas el brazo o se dañará el maquillaje —regaño ella utilizando el pequeño pincel que venía con el disfraz.
En unas cuantas horas sería Halloween y la fiesta ya debía estar comenzando. Casi nunca teníamos fiestas, solo cuando eran días como estos, San Valentín, Navidad o Año Nuevo.
Lo mejor sería que la aprovechara al máximo.
—No es tan fácil peinarme y lo sabes —me quejé.
—Ya acabé. Mírate.
Dirigí mis ojos al espejo y me sorprendió bastante creer que esa era yo. Estuve a punto de decirle algo a Rosario, pero los gritos de siempre nos hicieron saltar y volvieron a ponernos nerviosas.
—JA JA JA —resonó una risa tétrica—. ¡YA VIENE, YA VIENE!
La mayoría de los chicos sacaron sus cabezas por la puerta de sus dormitorios y miraron hacia el final del pasillo. Esa ala era la menos frecuentada por todos, ya que es solo escuchar los gritos, llantos y golpes te hacia querer salir huyendo.
—Qué escándalo.
Pegué un salto, viendo cómo frente a la puerta estaba Samid. Se veía extremadamente hermoso. Su piel parecía más pálida, traía una capa negra con roja y podía ver sus dientes en un tono rojizo que me hicieron temblar.
—¿Conocen a ese chico? —preguntó Cam.
Me sobre salte. Ni siquiera escuché sus pasos, ni cuando llegaron. Era como si hubiesen aparecido de la nada.
—Parece que no es de tener muchos amigos —finalizó Azafeth.
El moreno traía cicatrices en su rostro gris. Sus ojos, amarillos, parecían brillar bajo la luz lunar y su expresión era claramente de disgusto. Podía apostar, con apenas días de conocerlo, lo aburrido y molesto que estaba.
A su lado Cam sonreía ante los disfraces de Ro y yo. Traía una bata blanca, una corona dorada y un tridente que se veía bastante real.
Antes de que pudieran decir algo, él volvió a gritar. Esta vez provocando, que varios enfermeros corrieran a sedarlo, y dolor punzante en mi cabeza.
—NO SABEN LO QUE LES ESPERA. VA A VOLVER, YO LO SÉ. PRONTO, PRONTO. ¡ÉL VA A VOLVER!
Ro cerró la puerta del dormitorio y me cogió de la mano, con la esperanza de que mis pies se movieran porque los chicos ya se iban adelantando. Azafeth iba en silencio, a diferencia de Cam y Samid que iban parloteando como cotorras.
—¿Te sientes bien?
Siempre solía oírlo gritar, al chico de la habitación 600, pero solo eran de agonía, furia, nunca palabras concretas. Comenzó a gritar cosas sin sentido desde que esos tres chicos llegaron.
—Sí... —respondí volviendo a mirar el pasillo, ahora viendo como él sacaba su mano por la rendija de la puerta.
—No te creo. Sus gritos nunca te habían molestado —dijo Ro con voz seca—. ¿Qué pasa?
—No sé, me duele mucho la cabeza —contesté poniéndome la mano en mi frente.
Inmediatamente, como si me hubiese escuchado desde los cinco metros que iba delante de mí, Samid se giró.
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Divino (Celestial 3#)
Fantasy༺ Libro tres de la saga Celestial ༻ «Azafeth, y sus amigos; Cam y Samid, tenían una nueva misión: hallar quien estaba provocando muertes extrañas, y en un lugar remoto del cual casi nadie sabía tal vez estaría la respuesta. Los tres son enviados al...