SEGUNDA PARTE: Alma gemela

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Me levanté estrepitosamente de la cama, pero mis piernas respondieron muy tarde. 

¡Maldición!

Mi cuerpo cayó vergonzosamente a sus pies. Soy un completo desastre. Con la cabeza baja y tocando sus zapatos. Que vergüenza, Cassandra. Era yo en el suelo y con el orgullo casi intacto. De seguro su rostro estaría dibujando una sonrisa burlona, esas de las que tanto odio. Lo veo venir, su imponente altura se mantiene delante de mi y solo escucho mi corazón latir descontroladamente. Levanta la mirada, Cassandra. No te dejes intimidar. Aunque mi mente  alentaba a ponerme de pie, mi cuerpo no reaccionaba.

Me mordí los labios fuertemente. 

Puse fuerza en mis manos e incentivo a mis piernas a ponerse de pie, pero caigo nuevamente. Un dolor muscular se hace presente. Corre, Cassandra. Corre y esconde tu rostro avergonzado. 

Suspira. 

Siento su rostro muy cerca de mi oreja. Y yo con los nervios de punta. ¿A qué le temes, Cassandra?. Era es voz interna que me cuestiona una y otra vez. ¿Qué es realmente Eren para ti? ¿Por qué te pone tan nerviosa? No lo sé ...

-Levanta la cabeza, Cassandra- su voz en mi oído me erizó la piel- No bajes la cabeza ante nadie.

Esa melodía en sus palabras me embriagaba. La tensión que sentía sobre mi cuerpo no tenía explicación. ¿Por qué te tiene así de sensible, Cassandra? 

¡Cállate estúpida voz de mi interior!

Decidida empiezo a levantarme, aunque tenga este dolor electrizante en el tobillo derecho. Sin embargo, su mano me tomó del mentón e hizo que lo mirara a los ojos. Verdes esmeraldas. Profundos y sombríos. Dolor y amor. Una mescla extraña que me perturbaba mi lógica. Poder y soledad. Sí. Eso era. Ambos nos sentíamos solos, pero nos dolía reconocerlo.

-Eren ...- lo llamé sin pensar.

-Nunca bajes la cabeza por nadie, ni a un religioso. Al final todos tenemos un demonio dentro, Cassandra. No lo olvides- sus palabras tenía un atisbo de dolor y frialdad. Sabía la razón detrás del tono duro de sus palabras. Él con tan pocos años de vida, vio el lado más oscuro de la humanidad, sufrió injustamente traiciones y guerras que no le competían. Cargaba odio en su corazón por quienes creía que eran los enemigos, y cuando creía que todo tendría más sentido, fue nuevamente golpeado con una verdad más aterradora. El niño que busca salvar al mundo, sufre solo. Lo peor de todo, es que no puede desahogar ese sufrimiento con nadie y tiene que guardarlo en su corazón.  

-Me enseñaron desde pequeña a bajar la cabeza y callar. Durante años creía que eso era lo correcto, que para eso servía Cassandra Tybur- tomé su mano y me puse de pie- Nunca voy a olvidar el día que tanto dolor me causaron, el día que todo mi mundo se derrumbaba a pedazos y ellos solo pensaban en como mantener su imagen pura y sincera. Ese día se quebró algo en mi, pues me sentí sola e insignificante. Que si no fuera por Zeke, no habría llegado a este momento.

-Te equivocas- arrugué el ceño- Ese día abriste los ojos por mi.

¿Qué?

-Zeke es un peón más de mi juego- su mano apretó la mía suavemente- Zeke no fue ese día por simples deseos de ayudarte. De hecho, él no sabía hasta ese día, por la mañana.

-No entiendo, ¿por qué ...

-El día en que escapaste de la mansión Tybur, cuando apenas eras una niña, tuviste la suerte de cruzarte conmigo, ¿Lo recuerdas? Aquél día habían unos tipos con intenciones de violarte en una fabrica abandonada. Pero no fue así. Yo lo impedí.

Azar - Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora