3. Lucidez

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El alfa llevaba una mascarilla reforzada y tres supresores recién aplicados. Era consciente de que tan imbécil podía ser en tales circunstancias, sin embargo, él nunca lastimaría a un omega... o al menos eso fue lo que pensó hasta que se encontró con la escena de Smile cerca de Takemichi.

Como líder pudo haberle cortado unos dedos a su subordinado o darle un disparo en el brazo, pero no era tan desquiciado y al final, por suerte, solo lo echó.

— Hey, Takemicchi... —llamó al cuerpo amarrado mientras se retiraba la mascarilla.

La mirada azul cristalina se dirigió a él con expresión ansiosa.

— Estás mojado por todos lados —acarició su rostro.

— Mikey... —jadeó contra su palma— tengo muchas ganas...

El alfa merecía un premio a la resistencia, los supresores eran como digerir un dulce para su cuerpo y Takemichi no ayudaba. Estaba literalmente envuelto, sonrojado y con el short empapado. Era un postre en charola de plata.

— Por favor... desátame.

— No.

— Es doloroso...

— Necesitas calmarte.

Mikey deseaba no estar ahí viendo a Takemicchi tan fuera de sí. En su estado normal no le rogaría por sexo de esta forma, y siempre se mostraba reacio a mantener relaciones por miedo a ser desgarrado. Así que el supuesto era que la medicina parecía empeorar la condición del omega o simplemente no era compatible con su cuerpo.

— Me arriesgaré a que me quieras matar mañana o en tres días, pero... —sujetó la barbilla de Takemichi para que prestara atención— hoy me necesitas.

Alcanzó el buró para sacar condones y un collar completo. Con cuidado alzó el cuerpo para colocárselo y desatar las cuerdas.

— ¿Estás bien?

No hubo respuesta, Takemichi se quedó quieto. Mikey pensó que a esas alturas ya estaba un poco lucido, pero temblaba sin hablar.

¿Qué hubiera pasado si esto te sucedía allá afuera?

Sin previo aviso el omega se levantó yendo sobre el cuerpo de Mikey, arrojando a un lado el collar y besándolo ferozmente; era droga. Mikey no podía seguir negándose a lo que más deseaba. Todos los días verlo pasear por la residencia en ropa ligera, ver su sonrisa con otros y no con él eran una tortura.

Desde que lo trajo sus ojos siempre lo veían a la defensiva o con temor. Nunca fue cruel, aunque deliberadamente lo secuestró, siempre se contuvo porque lo amaba. Sin embargo, Takemichi no le creía y ahora estaba aquí besándolo, deseando estar con él y todo por las feromonas.

— Sé que no debo, pero...

La mano de Mikey se aferró a la cabeza de Takemichi para profundizar el beso. La habitación desapareció en una bomba de feromonas que se complementaban tan bien.

Ódiame mañana, pero te amaré solo hoy.

Se quitó la corbata y tomó ambas manos del pelinegro para sujetarlas al frente. De esa forma cuando Takemichi regresará en sí podía echarle la culpa de todo y llamarlo «bastardo violador». Al final, no importaba que hiciera, Takemichi siempre dejó en claro que en Mikey solo veía a un criminal desvergonzado.

Intento tener un final feliz.

Su mano derecha recorrió el pecho ligeramente abultado del pelinegro. Arrancó la prenda ridícula que apenas lo cubría e intentó burlarse un poco.

— Takemicchi, tienes unos lindos pechos copa A —susurró lamiendo los pezones invertidos frente a él.

Los besó, succionó y mordió hasta que estuvieron hinchados. Las yemas de sus dedos los tiraban suavemente mientras fantaseaba con ponerles un lindo piercing en cada pezón. Al bajar, rumbo a las costillas, pensó en lo insensato que quería ser, lo duro que estaba bajo el pantalón y la molesta voz en su cabeza que no paraba de gritar «¡Muérdelo!».

Línea rota | MaiTake ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora