Línea rota | MaiTake ♥

5. Mentirosos (II)

Dentro del círculo empresarial, específicamente farmacéutico, ABYER era una competencia fuerte. Su dominio en el mercado de supresores y alternativas menos agresivas para la medicación diaria de los omegas era envidiada. Sin embargo, en las sombras fabricaban drogas para incitar el celo, volver irracionales a los alfas, y a ello se sumaba la problemática reciente de los betas queriendo ser parte del ridículo supuesto «almas destinadas». Lo que hizo arder a la población en la demanda de las pruebas Delta. Un virus en suero inyectable que te podía volver alfa u omega según lo quisieras; rojo para omega, púrpura para alfa.

Delta se convirtió en una especie de droga altamente demandada y efectiva después de 13 bajas en ensayos, cuatro suicidios y un caso totalmente exitoso. El cuerpo era expuesto a un virus extraño por el torrente sanguíneo, burlaba al sistema inmune y activaba en cadena el agente que denominaba al sujeto alfa u omega. El efecto no duraba para siempre, cada cierto tiempo se necesitaba un concentrado fuerte del medicamento infeccioso y, en el peor de los casos, más de treinta dosis en un año. Lo que resultaba bastante costoso y un negocio rentable a corto plazo para los sabios y a largo plazo para quienes desearan erradicar a los betas o someterlos.

Naoto descubrió que para los betas en esta situación había dos finales posibles, el primero era que luego de sobrepasar el límite de resistencia corporal el sujeto sufriría algo similar a una sepsis, puesto que el medicamento de mantenimiento era un tipo de antiviral contra la primera dosis Delta que liberaba el agente (virus prueba) para activar al segundo género en el cuerpo y que en cierto momento se llegaba a descontrolar en una cadena infecciosa. Por lo que si no se atacaba en el timing correcto terminaba en muerte.

La segunda opción era que el sujeto beta mutara y se adaptara al cambio, situación que solo requería de 2 aplicaciones de mantenimiento y el comodín extra. No obstante, el beta viviría, pero sometido al instinto que las reglas del absurdo mundo omegaverse se atenía.

Cuatro años antes de que la bomba llegara al mercado ilegal, Manjiro Sano era invisible ante la gente de Japón. Nunca fue por el protagonismo mientras pudiera mantener a flote la farmacéutica ABYER junto a Shinichiro. Sin embargo, todo se fue al demonio cuando Draken trajo a un extraño investigador médico de carentes dieciséis años; era palabrería nerviosa de teorías sobre omegas y alfas volviéndose betas. Una apuesta que necesitaba ser financiada y con la que Shinichiro vio un futuro brillante sin el instinto corrosivo que acompañaba a los destinados.

Después de un año de trabajo, Naoto descubrió que sus ensayos apuntaban a un arma peligrosa y totalmente contraria a la que quería, había encontrado la forma de hacer que los betas fueran omegas o alfas. Por lo que ingenuamente creyó que si continuaba con este primer paso lo conseguiría, pero no fue así. La asistente de Naoto, Maya Nakamura, fue manipulada por los matones de la farmacéutica NEO, una pandilla liderada por Shuji Hanma bajo el mando de Kisaki Tetta, el CEO empresarial.

La filtración de la investigación aceleró los pasos del ensayo médico de ABYER y al no contar con sujetos ni pruebas confiables de que la versión 1 Delta funcionara Shinichiro se inyectó a sí mismo a sabiendas que el medicamento púrpura lo transformaría en alfa. Naoto intentó detenerlo, sin embargo, ya era tarde. Su sistema fue sometido en cuestión de seis meses, Mikey presionó al entonces estudiante genio de medicina día con día y al final el cuerpo de Shinichiro no resistió.

"Mikey, no culpes a nadie... Mantén un corazón bondadoso, tu hermano estará bien ¿Sí?".

Ese día Naoto Tachibana recibió la paliza de su vida por parte del hermano menor que era el nuevo dueño de ABYER.

— Me importa una mierda que mueras, pero sería muy fácil para ti si yo lo hago. Tienes que encontrar una solución a esto o de lo contrario —sacó una de las pruebas rojas que había sobre la mesa y la enterró en el muslo magullado de Naoto—. Tú morirás también.