Capítulo VIII D

28 6 8
                                    

La verdad es que me había costado un mundo encontrar con quien dejar a Mateo, no es que me hubiese costado, sino que no confiaba en prácticamente nadie, así que como decisión final lo deje con mi madre, creo que eran de las personas que más confiaba para cuidar de él.

Los padres de Fernando no eran carta pues ellos también irían a la boda a la que nos habían invitado, después de todo era un familiar de Fernando el que se estaba casando y la verdad es que a pesar de que Mateo estaba cumpliendo ya los 2 años, creo que era primera vez desde que había quedado embarazada que iba a algo importante.

Quiero decir, había dejado de ir a las galas de mis madres por cuidar de Mateo, por lo general cuando nuestros amigos nos invitaban a cosas yo prefería quedarme en casa por cuidarle y era Fernando el que siempre iba a esas cosas, en el ámbito social me había aislado bastante si somos realistas.

Quizá por eso estaba bastante nerviosa de todos modos me tome mi tiempo para arreglarme y disfrutar el proceso. La verdad es que me costo encontrar un vestido con el que me sintiera cómoda.

Al final termine optando por un vestido de seda azul, con un corte clásico y elegante. Me asegure que todo estuviera en orden con Lara y Adelina antes de salir, ella me aseguró que todo estaría bien y que Mateo estaría en las mejores manos, no era algo que dudara en todo caso.

El camino a la boda fue incomodo por no decir menos. Fernando me miraba con una sonrisa de vez en cuando, pero la verdad es que ninguno de los dos dijo nada. Al llegar, le ambiente estaba lleno de alegría y emoción. Las luces, las flores y la música suave creaban un ambiente acogedor.

Al principio si me sentí un poco abrumada, había gente no veía desde hace demasiado tiempo, en poco tiempo ya me encontraba saludando a familiares de Fernando y amigos. Quizá noté un poco de sorpresa en ellos cuando me vieron.

La ceremonia fue hermosa creo que realmente fue el tipo de ceremonia que me hubiese gustado tener si es que yo hubiese tenido una boda como aquella, luego de la ceremonia me dio un poco de frío así fui al cuarto en donde estaban los abrigos para coger el mío. Habían abrigos sobre la cama, habían otros colgados en el armario.

Yo tenía la costumbre de cerrar la puerta detrás de mi al entrar al lugar, por ese mismo motivo terminé en el armario buscando mi abrigo y fue entonces cuando lo vi.

— ¿Qué hay de Diane? — escuche una voz femenina que preguntaba entre risas y me giré para apagar la luz del armario.

— No te preocupes por ella debe estar comiendo en el salón — fue la voz de Fernando la que reconocí por ese mismo entreabrí la puerta prácticamente nada para poder mirar.

Los vi besándose y algo dentro de mi decía que dejara de mirar, ya tenía la sospecha de que Fernando me estaba engañando pero que tenía que dejar de mirar y cerrar la puerta o que detuviera todo esto.

No tuve la voluntad de detener todo eso, tampoco pude cerrar la puerta, solamente me quede mirando y mi cuerpo no reaccionaba.

Mucho menos reacciono cuando vi a ambas personas desnudas fornicando sobre la cama llena de abrigos, creo que nunca había visto a Fernando disfrutar tanto.

Fue un buen par de minutos luego de que ellos dos se fueran cuando mi cuerpo reacciono, me puse mi abrigo y salí del lugar, salí a la calle y pare un taxi para irme a casa de mis madres.

—¿Cómo te fue? — preguntó Adelina y yo con un poco de suerte asentí con la cabeza — Mateo esta durmiendo.

— Vale, yo... necesito dormir — la verdad es que no era tarde, pero aun no comenzaba a procesar lo que estaba pasando — Modir — llamé a Adelina y ella me miró — Me voy a divorciar — le comenté en un susurro, ella no dijo nada, ni un solo gesto, solo me abrazó.

Descendientes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora