13. Lo que nunca le debes decir a las mujeres

5K 561 186
                                    

¿Quién es Annie?

Nay frunció el ceño unos segundos, como si le costase ordenar sus ideas, pero al final acabó respondiendo.

—Es mi hermana pequeña —Inmediatamente sentí como todos mis músculos se destentaban(Cosa curiosa porque ni me había dado cuenta de que había estado en tensión esperando la respuesta). Sentí una mezcla de alivio y desesperación por partes iguales. Alivio por... bueno, creo que os imagináis por qué me sentía aliviado y desesperación porque una vez más comprendí lo poco que conocía al chico de ojos grises. La voz de Nay interrumpió mis pensamientos—. ¿Por qué? ¿Estabas celoso?

Noté como mi rostro enrojecía instantaneamente (Sí, lo sé. Soy como una lámpara humana, todo el día rojo como un tomate) y entre balbuceos me apresuré a negarlo.

—¡Qué... Qué dices! No te creas tanto —La risa de Nay solo hizo que me pusiese más nervioso, pero hice un enorme esfuerzo porque no se notara. Saber quién era Annie sólo había hecho que surgiesen más dudas. Medité unos segundos si debía entrometerme más o simplemente dejarlo estar. A fin de cuentas ya me había dado cuenta de lo poco que le gustaba al Nay sobrio compartir su vida, pero la curiosidad fue más fuerte—. ¿Cómo es que vivís en países distintos?

A mi lado pude sentir como el peliazul suspiraba.

—Cuando nuestros padres murieron los padrinos de Annie se hicieron cargo de los tres "¿Los tres?" —, pero se podría decir que yo no ...congeniaba con ellos. Decían que era problemático, no querían hacerse cargo de mí y yo no quería que esos viejos se hiciesen cargo de mí —La voz de Nay destilaba odio, pero enseguida pareció suavizarse ante algún pensamiento—. Fue entonces cuando Tarón ofreció que me volviese a España con él. Obviamente mis tíos aceptaron inmediatamente.

El silencio inundó el lugar de nuevo. Permanecí con la mirada fija en el cielo pensando todo lo que había dicho. No pensaba preguntar más, suficiente mal me sentía por haber preguntado cosas que no debía aprovechando que estaba borracho, por eso me sorprendió que Nay volviese a hablar.

—Apenas las veo durante todo el año y ahora que estoy a solo unos kilómetros no piensan dejar que vea a mi hermana... Esos cabrones —Giré la cabeza para contemplar el perfil de Nay. Tenía los dientes apretados y su mirada mostraba rabia pura. No tenía ni idea de que decir para animarle, así que directamente no dije nada. Me levanté del suelo y extendí una mano hacia él para ayudarle a levantarse.

—Venga. Será mejor que te lleve a la caravana.

Cuando conseguí llegar a la caravana arrastrando a Nay el lugar estaba totalmente vacío. Probablemente todo el mundo siguiese en el festival. Suspiré.

—No puedo creer que tenga que hacer de niñera en mitad de un festival de rock —A mi lado, aferrado a mi brazo para no perder el equilibrio, Nay se rió. Creo que estaba demasiado borracho aún como para entender mis reproches indirectos muy directos.

Tuve que hacer un par de malabares para conseguir abrir la puerta del coche mientras lidiaba con un borracho, pero al final conseguí meter al peliazul dentro de la caravana casi de un empujón. Me crucé de brazos mirando a aquel extraño chico que aún me sonreía embriagado.

—Ahora se buen chico y vete a dormir —El peliazul se mordió el piercing y mostró una sonrisa ladeada demasiado pervertida para mis nervios. Tiró de mi camiseta para que me acercará a su pecho. Paralizado noté como su aliento rozaba mi oreja.

—Duerme conmigo —Mis mejillas empezaron a arder inmediatamente. Con un movimiento brusco le aparté de mí y le agarré de la mano mientras tiraba de él hacia las literas y le hacía perder el equilibrio.

La vida es AburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora