¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Me quedaré con la de abajo —afirmé.
Ambas se miraron confundidas y pude ver el nerviosismo en sus ojos ante mi decisión. —¿Estás segura? 101 te tiene en el punto de mira, estar abajo podría ser peligroso —dijo Ji-yeong, dudosa.
—Estaré bien, de verdad. —Sabía que la amenaza del jugador iba a ser problemática estuviera dónde estuviera, pero al menos abajo podría asegurarme de que ese hombre no fuera a por mis amigas.
—Vale, vamos, Ji-yeong. —Sae-byeok agarró a Ji-yeong del brazo, para luego arrastrarla con ella. Ji-yeong me lanzó una última mirada dudosa y tras unos segundos de duda finalmente empezó a subir hacia cama.
Me las quedé mirando hasta que desaparecieron y, tras un suspiro tembloroso, me tumbé en la cama sin meterme en las sabanas; no me iba a arriesgar a estar en desventaja y tampoco tenía intenciones de dormir aquella noche. Sabía que en el fondo ninguno podríamos, pero una parte de mí suplicaba porque todos durmieran y nadie intentara matar a nadie aquella noche. Después de lo que había ocurrido con Jade, esa era la noche que más necesitaba para descansar. A veces me imaginaba a mi amigo apareciendo en mis sueños, imaginando que aún seguía vivo, pero era una cruel mentira que podía volverse una pesadilla; que Jade pudiera aparecer en mis sueños como un recuerdo no significaba que no pudiera hacerlo como un recordatorio de su propia muerte, causándome así más dolor.
De repente las luces se apagaron y contuve la respiración. Traté de respirar profundamente para relajarme, sin dejar de estar alerta, notando así como algunos de mis sentidos se agudizaban; entre ellos, el oído. Tras una corta pausa de silencio, se escuchó el grito de una chica. Como si hubiera sido una señal para mí, bajé de la cama de un salto y me metí debajo. Prácticamente segundos después, más gritos empezaron a escucharse. Podía distinguir vagamente a algunas personas que huían aterradas mientras que otros aprovechaban para matar en medio del caos y la oscuridad. A ese paso todos acabaríamos muertos antes del próximo juego.
Un chirrido se escuchó y las camas de arriba que estaban al lado de las de mi zona empezaron a derrumbarse. Sin darme tiempo a salir, estas se derrumbaron por completo conmigo abajo; mi cama resistió un poco, pero una cama de al lado cayó con fuerza, aplastando a una señora que corría. Justo en el momento en el que la aplastó se oyó un escalofriante crujido, acompañado de un grito de dolor.
Cerré los ojos con fuerza, incapaz de verlo, y conseguí salir de debajo. No me di cuenta de en qué momento las luces empezaron a parpadear. Nerviosa, comencé a trepar para llegar al punto más alto, dispuesta a encontrar a los demás. De un momento a otro, una mano agarró mi pie tirándome de nuevo hacia abajo. Caí con un ruido sordo y me agarré el abdomen, tratando de soportar el dolor de la caída. Alguien se posicionó sobre mí y comencé a forcejear, a pesar de lo desorientada que me encontraba tras la caída.
—Te dije que lo mejor era que aceptases mi oferta. —El susurro conocido a escasos centímetros de mi oído hizo que mi respiración se disparase, temblando de impotencia y luchando por recuperar la orientación. El pánico se abría paso en cada rincón de mi mente—. Ahora lo harás por las malas. —Cuando pude enfocar de nuevo vi al 101 sobre mí, mirándome con una sonrisa cínica. Justo cuando se estaba inclinando hacia mí, cerré los ojos mentalizándome de lo que tendría que soportar ya que no tenía fuerza suficiente para apartarlo. Esperé y esperé, pero no sentí nada. Cuando abrí los ojos pude ver a Sae-byeok golpeando al 101, y no pude evitar sonreír aliviada.