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La noche entra a nuestros cuerpos, Jimin esta tan dormido que me da miedo moverme, tiene mi brazo aferrado a su cintura mientras esta tan abrigado y duerme con la boca semiabierta murmura su silenciosa voz mi nombre más de dos veces mientras sonríe. Me parece sumamente adorable la forma en que lo hace, parece un ángel.

Jimin es un ángel.

Si pudiera regresar a un momento de mi vida realmente regresaría al momento donde lo conocí, al momento donde el me encontró y yo lo encontré, repetiría ese momento tantas veces.

Mi corazón sano poco a poco gracias a él y supe que podía volver a querer, que podía volver a sentirme seguro, que podía volver a creer en alguien.

La noche da paso al insomnio en busca de dejar de que mis pensamientos dejaran de atormentarme, mi vista se detiene a la ventana que se refleja en mis ojos, mientras sigo sintiendo el pequeño cuerpo de Jimin, un Jimin callado, quieto entre mi vientre en silencio, entre mis brazos.

— Buenas noches Jimin.

Habían pasado no más de una semana, había ido nuevamente días atrás a hacer una entrevista de trabajo más profesional, pensé muchas veces en buscar otro trabajo, pero Jimin tenía razón, no tenía que dejar que el pasado influyera a mi presente y la mejor forma era aceptar esto. Estaba seguro que entre más veces viera a Kim Taehyung más me daría cuenta que ya no tenía que ver nada conmigo y que ahora era una persona totalmente diferente con una vida totalmente hecha.

Eso había pensado, pero...

Por más de que llevaba la mitad de semana trabajando no lo veía muy seguido, era alguien nuevo aquí, la gente era muy amable conmigo y algunas chicas trataban de coquetearme, pero les afirmaba que estaba felizmente enamorado. Estábamos en la misma planta, pero por alguna razón parecía como si él estuviera a miles de millones de kilómetros de mí. La única parte que podía verlo era en la mañana, llegábamos casi al mismo tiempo y él siempre me saludaba con una sonrisa.

Estaba un poco enojado... por que el parecía actuar normal, parecía como si yo fuera cualquier persona para él y eso me mantenía inquieto.

Pero quizás debería dejar de pensar en eso, después de todo lo que menos quería era preocuparme por cosas que no fueran el trabajo.