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Pov Jungkook

Me costó tanto entender que la persona que te ama jamás te haría sufrir y odiar estar vivo. Me costó entender que de nada servía aferrarme a una mirada que no me pertenecía.

Kim Namjoon…

Verte después de tantos años solo me provoca asco.

(Hace 5 años…)

Llevábamos 7 años de relación, y en esos 7 años esa mirada nunca brilló conmigo… esa mirada solo brilla cada vez que lo ve a él.

— ¡Bienvenidos chicos! No saben lo importante que es para mí que ambos estén aquí —Sonrió. Sus ojos desaparecieron apenas dejó mostrar esa sonrisa completa. Tomando con una de sus manos la mano de Namjoon y con la otra la mía.

Yo tomaba del hombro a mi novio, tratando de fingir que no me daba cuenta de lo que estaba pasando. Intentando ignorar el hecho de que realmente pasaba de todo.

Mi novio… el chico que no lograba expresar ninguna pizca de lo que sentía… él… él justo ahora mostraba en su máximo esplendor sus ganas de llorar al verlo.

¿En qué momento las cosas habían cambiado tanto?

Desde que conocí a Kim Namjoon sabía que siempre se había cerrado en esa imagen perfecta, de seguir los pasos de su padre, de mostrar siempre un carácter fuerte y dominante, de mostrar un Kim Namjoon que jamás dejaría que nadie lo tirará o mostrará lo débil que podría llegar a ser, un hombre que había nacido para complacer los deseos familiares y que esa era una de las principales razones por las cuales nuestra relación siempre había sido un secreto para su familia.

Kim Namjoon apenas podía hablar de sus propios gustos o intereses con los demás, pero conmigo lo hacía. O eso creía…

El día que me pidió estar en una relación fue el día más feliz de mi vida. Él y yo éramos amigos de la infancia, siempre me había gustado y se lo demostraba cada vez que podía, sin llegar a provocarle asco.

Siempre fuimos mejores amigos, y siempre procuré estar a su lado, incluso esas veces que llegaba golpeado por no haber tenido una nota aprobatoria, o esas veces que su padre simplemente se desquitaba con él… yo era el único a su lado.

Yo era la persona que curaba sus heridas, era aquella persona que cuidaba de él, que lo hacía reír. Comencé a cambiar incluso mi personalidad en lo que iba creciendo para hacerlo reír, para gustarle, para hacerlo sentir cómodo.

Y cuando él me noto… cuando él me vió y me confesó que sentía lo mismo fuí inmensamente feliz.

Nuestros encuentros no fueron problema y salir entre los dos fue sencillo, nos conocíamos durante años, sabíamos todo del otro y nuestros padres jamás notaron nada, pues ambos éramos muy unidos y nuestras familias se amaban.