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Su perfume con un leve aroma de frutillas cubriría cada rincón de la oficina, cada espacio de su aroma contenido, deleitandome con su esencia, embriagando mi piel hasta hacerme perder el sentido.

Ese era el efecto Seokjin.

Si pudiera regresar el tiempo...

Regresaría y me detendría en ese instante donde aún éramos unos adolescentes, dónde yo era el dueño de aquella mirada dulce, dónde esos labios gruesos y adorables me pertenecían, dónde aquel aroma embriagante estaba grabado y penetrado en cada parte de mi piel.

Definitivamente volvería y me quedaría donde era mío. Dónde sentía que todo mi nombre estaba grabado en él.

Esto es una locura...

¿Por qué esos pensamientos llegaban en forma de estrellas fugases en mi mente?

No quería lastimarlo, ni hacerle ningún daño, pero desgraciadamente lo hice. Sin importar los motivos o circunstancias yo lo había lastimado, yo había destruido cada parte del castillo que habíamos construido entre los dos. Yo fuí quien lo hirió, lo lastimo y acabo con él, cuando nada de eso era su culpa.

Si tan solo yo hubiera sido más valiente...

Si tan solo no hubiera sido un estúpido.

Un estúpido que se había dejado llevar por lo que querían los demás del futuro y jamás fue capaz de escuchar a su propio corazón.

Ahora mi alma nunca me perdonara haber perdido todo eso que algún día fue mío, aquellas miradas, aquellos besos, aquellas carisias. Tenerlo al frente y no poder hacer nada duele más que no tenerlo.

Soy conciente de que extraño el recuerdo, las experiencias, extraño como eran las cosas antes, y no sé si estoy enamorado de él por lo que fuimos, pero estoy seguro de que así como ame al Seokjin de hace años estoy enamorado del nuevo Seokjin. Del hombre que tengo frente a mi, ese que me sigue mirando con esa mirada confundida e intensa.

Me sigues gustando, Seokjin.

Estoy enamorado de ti.

¿Qué es lo que pensarías si lo supieras? ¿Me llamarías loco?

Todo comenzó con una amistad sólida, en la que confiamos plenamente en otro. Compartíamos secretos, risas y momentos inolvidables.

Creía que éramos inseparables, que nuestra compatibilidad falsa era por qué estamos hechos el uno para el otro de esa forma, que nuestra conexión era genuina y duradera. Pero ahora ya no me importan esas estúpidas pruebas. Estoy seguro de que la conexión que tengo no necesita un papel absurdo.

Haces latir tanto mi corazón que no me importaría arriesgarlo todo para hacer que sientas por tu cuenta como mi corazón grita tu nombre y puedas escucharlo.