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Pov Seokjin

Las luces del atardecer se filtraban a través de las persianas, proyectando sombras difusas en la habitación.

Después de que Taehyung se marchó, permanecí inmóvil, intentando procesar lo ocurrido. El peso de sus palabras resonaba en mi mente, mezclado con la culpa y la confusión que ya sentía. No siempre hacer lo correcto se siente bien, y me cuestionaba si realmente estaba haciendo lo correcto.

Me levanté lentamente, cada paso sintiéndose como caminar sobre el aire. Necesitaba aire fresco, necesitaba pensar, así que salí del edificio y me dirigí al parque cercano, un refugio habitual para mí.

Sentado en un banco, observaba a los transeúntes y reflexionaba sobre cómo había llegado a este punto en el que Taehyung estaba comenzando a perturbar mi paz mental.

Él era mi jefe, un hombre divorciado con un hijo. Ambos habíamos seguido adelante con nuestras vidas, pero los recuerdos de nuestros momentos juntos aún estaban frescos.

Taehyung había confesado su amor por mí...

¿Qué debía hacer en esta situación?

Mi relación con Jimin, siempre sólida y estable, ahora parecía tambalearse en mi mente sin una razón clara. No podía discernir cuándo empezaron las grietas: ¿Fue cuando quiso comprometerse? ¿Cuando hablamos de mudarnos juntos? ¿O desde que volví a encontrarme con Taehyung?

Pero amo a Jimin, amé a Taehyung... las cosas no deberían ser tan complicadas. Pero lo son. Esta confusión está afectando nuestra relación, incluso sin que yo me dé cuenta.

No hemos hablado en días, y mis mensajes se han vuelto escasos y distantes, a pesar de haber prometido que no sería así al estar en una relación a distancia.

Y no es que no quiera hablar con él; simplemente no sé cómo expresar lo que siento. No quiero entrometerme en sus sueños ni hacerlo sentir inseguro, especialmente después de nuestra última discusión sobre París y nuestro futuro juntos.

¿Estoy descuidando a Jimin por mi propia incapacidad para manejar mis sentimientos?

Saqué mi teléfono y revisé nuestra última conversación. Fue breve y superficial, nada que reflejara el amor intenso que solíamos compartir. Sentí un nudo en el estómago al pensar en cómo Jimin podría estar sintiéndose en París, persiguiendo su sueño mientras yo me debatía en un mar de dudas.

Era un pésimo novio.

Decidí llamarlo. El tono de llamada resonó en mis oídos mientras esperaba ansiosamente. Finalmente, escuché su voz, suave y familiar, aunque con un tono de cansancio que me preocupó.

— Hola, cariño —su tono reflejaba sorpresa y alegría contenida.

—Hola, mi mochi —respondí, intentando sonar cariñoso y natural. Sabía que mi llamada lo sorprendería— ¿Cómo estás? Hace tiempo que no hablamos y quiero disculparme por eso.