ᵢₙₜᵣₒdᵤccᵢóₙ ₐₗ ₐₘₒᵣ [ₜ₂] ₋ ₜₐₑⱼᵢₙₘᵢₙ

ᵢₙₜᵣₒdᵤccᵢóₙ ₐₗ ₐₘₒᵣ | 16.0

El lápiz desgastado y mordido que yace en mi boca me indica que estoy siendo esclavo de los nervios.

Mi cuerpo se mueve involuntariamente, mi pierna no puede controlarse y procede a moverse de arriba a abajo de una manera precipitada.

Confuso…

Sentimientos...

Dos palabras que juntas describen en breve lo que navegaba en mis pensamientos.

Me levanto. La cabeza me da vueltas, me siento como si estuviera flotando, pero a la vez tan aturdido como para pensar que baje de una atracción demasiado turbulenta.

Mis pies se mueven, uno detrás de otro. Estar en la sala de descanso no sirvió de nada, "ese descanso" realmente no me había hecho sentir mejor, mucho menos debería ser llamado o considerado un descanso.

Camino hacía mi escritorio con un nudo en el estómago, uno que se aprieta, me jala, me hunde.

Podía escuchar aún su grave voz en mi oído, su aliento aún hacía arder mis mejillas, aún podía sentirlo moviendo mi pelo.

Taehyung se había convertido en ese zancudo molesto que me quita el sueño…

Era difícil concentrarme en el trabajo, en las grabaciones , en absolutamente TODO. Taehyung era mi jefe, y no solo eso, ya existía un pasado, uno que ambos habían decidido enterrar… o más bien… uno que yo había decidido borrar de la existencia.

Taehyung era un hombre diferente, era totalmente distinto a aquel niño, y yo también era diferente.

No sabía si lo de Taehyung era amor, obsesión o algún tipo de capricho. Tampoco sabía que podía confiar en él, no sabía si él de verdad había olvidado todo, incluso sabía que no conocía ni una tercera parte de él.

Habían tantas cosas que estaban a la deriva, y en esas estaba que yo no podría sentir nada por él, más si no lo conocía en absoluto y sobre todo, no sería capaz de abandonar a una persona a la que le debo la vida, una persona que me conoce, que conozco, que me complementa… no sería capaz de abandonar eso por una pequeña confusión.

— ¿Hay algo que te preocupe? —Dice mientras se acerca a pasos lentos. Sus manos están dentro de sus bolsillos y se detiene frente a mí incluso antes de llegar a la puerta de mi oficina.

— No —Una pequeña sonrisa resuena después de mi respuesta. Pienso: ¿Qué tiene esto de gracioso? Y analizo que es lo que tanto le causó gracia.

— Creo que con un año viviendo a tu lado me costó para aprender que cuando frunces el ceño es por qué realmente algo te preocupa, y no se diga, tus labios están más abultados y rosas de lo normal —Su dedo se siente tibio entre mi frente, empieza a moverlo suavemente, acariciando de arriba hacia abajo entre mi ceja, haciendo que ese "ceño fruncido" desaparezca— ¿Es algo del trabajo?