Capítulo 2

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Jung HoSeok era en realidad un Márquez conocido de la región. Poseía varias empresas a su nombre e inversiones en otras cuántas. Él fue clave importante para que el resurgimiento del Reino de Il-Bam se lograra en tan poco tiempo con el reinado de JiMin, y con el tiempo, se había convertido en un aliado poderoso de la familia real.

Su siempre cálido corazón le había impulsado a apostar por el príncipe en dado momento, inclusive cuando aún ni siquiera se habían conocido. Seguramente por intuición, o solo desde siempre tuvo un olfato agudo para los negocios. Tiempo atrás, cuando el antiguo Rey había muerto y se presentó agitadamente a un muchacho de 19 años para que los gobierne; HoSeok no había estado esperando más que ver como el chiquillo vendía a su reino de a poco a otros países. Incluso llegó a pensar que los duques, primos en la línea sanguínea de la realeza para JiMin, sacarían provecho y se harían cargo legalmente del reino hasta que JiMin tuviera edad suficiente.

Se llevó una gran sorpresa cuando descubrió que tras ese rostro serio y adorable estaba un hombre decidido a sacar a su reino adelante luchando contra marea. No lo dudo ni dos segundos cuando se encontró en las puertas de la mansión principal para ponerse a las órdenes del próximo Rey y ofrecer su ayuda.

El joven príncipe había resultado una caja de sorpresas. Con él, HoSeok aprendía algo nuevo cada día de la misma forma que se contradecía en sus pensamientos. Su amigo era un hombre de suma complejidad, y si no fuese porque él tenía los instrumentos necesarios, no habría logrado penetrar ese corazón que estaba acorazado de mil maneras.

Él sabía que JiMin era caprichoso después de todo, y no sé iba a engañar a sí mismo diciendo que era un ángel, porque no era así, definitivamente. JiMin había logrado infinitud de virtudes para su pueblo, pero él había sido testigo incontables veces de la forma en las obtenía las cosas.

JiMin se las arregló para saldar deudas de muchas maneras y a como diera lugar después de haber asumido un reino a punto de desaparecer, maneras que no fueron honradas u honestas... O como mínimo descente. Sus propios Omegas designados habían sido presentados como monedas de cambio por algún favor y él mismo se ofrecía a las parejas de otros líderes para influenciar internamente en ellos. Se movía en el mundo de la política a costa de todos y todas, y aún así parecía ser que la conciencia no le pesaba.

Cada vez que lo veía caminar por alfombras rojas o pasear por los jardines y pasillos de las mansiones con esa expresión tan vacía, se preguntaba cómo vivía después de herir a tantos y a sí mismo.

Lo vio capaz de todo en su momento, pero jamás, ni siquiera como una posibilidad, se vio a sí mismo siendo traicionado de la peor manera por él.

-¡Maldito seas! ¡Creí que éramos amigos!

El bastardo al que llamó por tanto tiempo amigo y por el que había puesto varias veces las manos sobre el fuego se veía emocionado después de darle una puñalada mortal por la espalda. Hace unas horas ni siquiera había tomado en cuenta el repentino interés que él estaba mostrando por su pareja cuando cientos de veces se mostró incómodo a su lado. Ahora las cosas tenían forma.

Se sacudía y gritaba, gruñía con los ojos rojos realmente molesto, herido.

Se sentía devastado.

-¡Por favor, detente! -la voz de la mujer que a pesar de todo adoraba se oía lejana mientras la sangre palpitaba furiosa en sus sienes.

HaYun se mantenía apretada a su cadera e impedía con todas sus fuerzas que él llegara hasta JiMin y le propinara varios puñetazos. Tenía tantas ganas de hacerlo. Ganas de desquitar en él todo el dolor que su corazón estaba sintiendo y nadie tenía el derecho de culparlo. No cuando lo que acababa de encontrar se trataba del amor de su vida en brazos de otro hombre, de su amigo.

Athélita | YoonMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora