¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Frente a él unas grandes rejas se alzaban, suspiro cansado, tuvo que caminar alrededor de cinco a seis manzanas porque el metro no pasaba por ahí y el taxista le había dicho que ni loco se acercaba ahí ¿Tanto era el poder de Bonten? Ni siquiera lo quería saber, sacudiendo su cabeza caminó hasta la pequeña cabina donde un vigilante lo miraba serio.
- Vengo por pedido de Rindou Haitani - estiró el sobre mostrando la invitación que le fue arrebatada con brusquedad - Ugh - mordió el interior de su mejilla molesto por la agresividad del otro.
Revisando la invitación detallo a Souya con una ceja elevada, prendió su micrófono y pidió confirmación a su jefe quien le regaño por la forma en que se refirió al chico celeste.
- Entra azulito - irritado paso por su lado metiendo las manos en su gabardina, le estaba empezando a molestar que le llamarán de esa forma.
Admirando el lugar notó lo lujoso que era, un camino de piedras rodeado de un lindo jardín bien cuidado, nunca había estado allí ¿Una nueva propiedad de Rindou? Posiblemente, aunque él le había dicho que disfrutaba de su dinero de otras formas.
- Por aquí, joven Kawata - una señora mayor le llamó, siguiéndole el paso a cierta distancia notó varias cosas que según él, no eran del gusto del de cabellos lila - El amo Kurokawa pidió que lo bañará y arreglará, por favor entré - ¿Kurokawa? ¿Quién era? ¿Bañarlo? Ni loco dejaría que otra persona lo tocará.
Notando a Souya paralizado solo suspiró para luego arrastrarlo dentro de la habitación - Hey... No señora, esperé mi camisa... ¡No! Yo me quito eso ¡Ah! - del otro lado de la puerta un moreno albino reía a carcajadas sosteniendo su abdomen bajo.
- Sabes que Rindou no estará muy feliz después de que invitarás a su mascota a una orgía ¿Verdad? - advirtió ganándose la mano de su rey en su cara.
- ¿Quien dice que hago esto para ver feliz a ese idiota? Solo quiero un poco de diversión, además esos dos necesitan un empujoncito - acarició la mejilla del menor con una sonrisa triunfal, acercando sus labios a los delgados belfos del azabache sonrió, las manos del alto rodearon su cintura posesivo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.