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El sonido de los cuerpos chocando junto con los múltiples jadeos y gemidos sonaba por toda la habitación siendo música para los oídos de Izana que descansaba en los brazos de su ciervo y mejor amigo

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El sonido de los cuerpos chocando junto con los múltiples jadeos y gemidos sonaba por toda la habitación siendo música para los oídos de Izana que descansaba en los brazos de su ciervo y mejor amigo. Mirando alrededor agotado se dio cuenta que muy pocos quedaban aún en su pequeña fiesta, entre ellos su nueva pareja favorita; Rindou y Souya.

El pequeño azulito lloriqueaba en los brazos de un Rindou furioso, lo notaba por la seriedad en su expresión, sonrió satisfecho, por fin encontraba el punto débil del Haitani menor aunque le sorprendía lo celoso y psicópata que podía ser por el Kawata menor, definitivamente algún día lo usaría a su favor para molestar al de cabellos lila.

Suspiró cansando, había presenciado como dos de sus invitados casi caen al suelo por una bala en el cráneo solo por tocar al azulito, si Souya no hubiera reaccionado a tiempo muy posible el problema habría sido más grande de lo que fue, aunque, las consecuencias de intervenir en los celos de Rindou las estuviera pagando ahora mismo.

Siendo acorralado contra el suelo, con el trasero goteando de semen y el cuerpo lleno de fluidos y marcas, le sorprendía la resistencia de aquel cuerpo delgado.

- Por dios Rindou, no puedo más - se quejó sollozando aún aferrado a la espalda de Rindou.

- Mi lindo algodoncito - susurró saliendo del menor, besando su frente sonrió - Aún no hemos terminado - con una fuerte embestida sintió el cuerpo del menor tensó.

- Ah~Rindou - sus brazos flaquearon, bizco los ojos y echó la cabeza hacia atrás dejando salir varios gemidos de su boca.

- Recuerda pequeño algodoncito, tú eres solo mío... - murmuró aferrando sus dedos en la cadera pálida - Nadie tiene derecho a tocarte excepto yo - las embestidas eran más fuertes y profundas dejando al menor agonizando - Me perteneces - susurró dando un casto beso en el mentón del menor.

Souya dejo salir de sus labios un dulce y adolorido quejido, Rindou volvió a eyacular dentro de él, por dios, el semen escurría de su adolorida entrada a chorros por tantas veces que ya había eyaculado.

- Rindou - susurró agachando la cabeza, tenía varias marcas de dientes en sus muslos pegajosos - por favor, no siento mi cuerpo - temblando de pies a cabeza a duras penas sentía las suaves caricias en su espalda.

- Mmm - con su mano derecha tomo el mentón del menor para fijarse mejor en su rostro - Siempre tan lindo - sonrió con ternura, quería besarlo, no, lo iba besar hasta que sus labios se hincharan.

Sosteniendo su mirada cansada acercó su rostro ladeándolo a la derecha para tener mejor acceso a sus labios, una corta caricia de sus bocas le hizo sonreír de nuevo. Amaba ver llorar a su pequeño, sus ojos rojos e irritados con algunas lágrimas en las esquinas viéndolo con súplica, deseó y a la vez cariño.

Juntó sus labios, con movimientos suaves marco un ritmo que Souya pudo seguir torpemente, agarrado a los hombros de Rindou llevó sus manos temblorosas a su cuello rodeándolo - Mmgh - el juego de sus lenguas fue aumentando la intensidad del beso dejando al menor agonizando.

PET [RinGry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora