3. Eros Davies.

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Con el nombre de Eros en mi cabeza volví a casa a paso decidido, tendría toda la mañana para mí sola y así poder buscar laguna respuesta en esa habitación secreta de mi armario. Aunque mi padre ya tendría que haber regresado a casa sabía que estaría durmiendo, siempre lo hacía cuando tenía turno de noche, y luego por la tarde seguramente se irían mis padres por ahí a comer ellos solos. Treinta minutos después llegué a casa y subí rápidamente las escaleras. Helen se encontraba en la cocina preparando algo, no me importó, yo solo quería subir y buscar más respuestas. En cuanto entre en mi habitación ahogué un grito al ver a la sombra en una esquina cerca del armario. Ella pareció moverse y abrió la puerta, entró, me quedé en mi sitió asimilando todo lo que comenzaba a suceder.

Entré sin importarme lo más minimo esa sombra, si encontraba respuestas tal vez todo acabaría... Puede que todo terminara antes de lo que yo esperaba. Entré de nuevo a la habitación secreta encendiendo la linterna de mi móvil. Había perdido de vista a la sombra, entre tanta oscuridad ni siquiera se podía distinguir la cosa más clara que existía en este mundo.

Pero entonces sucedió, muchos papeles comenzaron a volar por mi cabeza, un miedo irracional se instaló en mi sistema haciendo que comenzara a temblar y cayera al suelo respirando con muchísima dificultad. 

—Busca —leí en cuanto miré la pantalla de mi móvil. Era ese número desconocido que no permitía ninguna respuesta —ayúdame —volvió a escribir quien fuera.

Busqué, aunque no sabía que mierda tenía que buscar. Miré los papeles, pero ninguno de ellos me ayudaba en nada, tan solo eran dibujos raros de un niño pequeño. Pero entonces encontré lo que parecían ser hojas de un diario. Tenía que hacer bastante fuerza con mi cerebro para entender la letra de ese niño. No entendía nada de lo que quería poner:

Querido diario:

Hoy volvió a suceder, mis padres tienen la manía de hacerme preguntas raras, hoy, mi padre sé pasó con las preguntas y me puso muy nervioso, la mesa comenzó a temblar, terminamos pensando que había sido un terremoto, pero no, había sido yo. ¿Cómo es posible?

Pensé en lo que había sucedido esa mañana con la mesa, el movimiento brusco que emitió, un escalofrío surcó todo mi cuerpo. Seguí buscando las hojas de ese diario. 

Querido diario:

Mamá y papá se están volviendo insoportables, ayer en la noche los escuché discutir sobre un experimento raro, sé que mi padre trabaja en esas cosas, es científico, pero es raro escucharlos mencionar hablar sobre el experimento: Danger. No sé qué es, pero los tiene muy nerviosos a los dos.

Seguí buscando entre las hojas y aunque no respondían a mis preguntas sobre quien era Eros o esa sombra, era intrigante descubrir quién era el chico que escribía todas esas cosas. ¿Podría estar inventando todo y tan solo podría ser una historia de su cabeza? Sí, podría ser perfectamente eso. Pero todo lo que escribía era interesante. Lo que más llamó mi atención fue cuando habló del experimento. ¿Qué clase de experimento podría estar haciendo un científico y su mujer cómo para tener a un niño tan asustado?

No lo sé, pero por más que buscaba en tre las hojas para saber más sobre él no había nada. Rendida y con muchas más preguntas en mi cabeza me levanté del suelo dando un pequeño salto al escuchar mi teléfono sonar. Sonreí al ver el nombre de mi mejor amiga.

—Hola, Sam —la saludé con alegría, aunque claramente no la sentía.

—No finjas, conmigo no hace falta —susurró y yo sonreí con lastima.

Danger #2 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora