Sam y Eros se miraban con detenimiento, mi mejor amiga no hablaba, tan solo lo miraba esperando una explicación. Eros quien seguía de pie por miedo a sentarse y que se le viera todo la miraba cruzado de brazos. Rodé los ojos y habló la primera:
—Él es la sombra, Sam, es Eros Davies —en cuanto terminé de hablar mi amiga abrió los ojos y la boca, sorprendida. Su mirada se desvió de mí hacia Eros y luego de vuelta hacia mí.
Lo señaló con la boca más abierta y se acercó a él para mirarlo de cerca. Eros dio un paso atrás asustado, sus ojos buscaron los míos, sonreí haciéndole saber así que no tenía nada de temer, pero borré la sonrisa en cuanto el puño de Sam impactó contra la cara de Eros. Él emitió un gemido que me hizo saltar como un muelle del sofá. Me acerqué a Eros y miré a mi mejor amiga furiosa, pero para furiosa ella pues lo miraba con un asco y un odio enorme.
—¿Tú sabes por lo que has hecho pasar a mi mejor amiga? —Elevó la voz haciendo que yo mirase nerviosa a cada lado de mi cuerpo por si alguien se acercaba a nosotros. Aunque sabía que no había nadie en esa casa.
—¿Qué? —Preguntó él mirándome sin entender.
—La sombra, te aparecías en su antigua casa para atormentarla, y luego, no contento con eso, empiezas a asustarla como si fueras un puto fantasma —inhaló profundo —y tú solo dices ¿qué?
—No sé de qué me hablas —murmuró Eros.
—Ah, ¿no?
Iba a impactar su puño de nuevo contra la cara de Eros, pero esta vez la frené cogiendo su muñeca. Miré a Eros ceñuda, esperando a que siguiera hablando, pero él no tenía intención alguna de hablar, miraba a mi mejor amiga asustado. ¿Cómo es que un hombre como él, con tantos poderes y tan fuerte tuviera miedo de mi mejor amiga? Que aparte de ser muy baja tenía muy poca fuerza.
Sí, es verdad que, intimidada bastante con la mirada, pero seguía sin entender la reacción de Eros hacia ella.
—Ahora, sentaras tu culo en ese sofá y nos contarás todo —exigió ella cruzada de brazos.
—No quiero sentarme —habló él cambiando ahora su semblante. Antes estaba asustado, ahora parecía pasar al cabreo.
—Eros, ¿eras tú quien te aparecías en mi antigua casa?
—No, yo no era, conseguí comunicarme contigo porque eras tú la que encontró la habitación secreta y la que parecía estar más dispuesta a ayudarme —explicó mirándome —perdón si te asusté, nunca fue mi intención, yo solo buscaba ayuda, me estaban matando.
Asentí y miré a mi mejor amiga. Si no era él quien se aparecía en mi antigua casa, ¿quién era entonces? Sam y yo nos hicimos la misma pregunta sin necesidad de hablar. Ella se sentó de nuevo en el sofá y nos miró a ambos sin siquiera abrir la boca.
—¿Por qué os miráis así? —Preguntó Eros sin despegar su mirada de la mía.
—Si no fuiste tú quien se aparecía en mi antigua casa —hice un segundo de silencio —¿quién era?
Los tres nos quedamos en completo silencio. Sam quién hasta ese momento no había abierto la boca más, se levantó del sillón y se sentó a mi lado. Su mano se aferró a la mía, un miedo indescriptible se instaló en mi pecho. Esa sombra, la antigua sombra tan solo merodeaba por la casa, asustándome, haciéndome sentir insegura en mi propia casa, pero con Eros fue muy diferente ¿por qué? Esa era la maldita pregunta que más me hacía ¿por qué?
Eros se intentó arrodillar frente a mí, pero soltó una maldición al ver que no podía agacharse. Sus muslos tan tonificados podían rasgar el vestido en cualquier momento.
—Solo hay una manera de saber por qué —habló Eros desde su altura.
Sam y yo lo miramos a la espera de que siguiera hablando, pero tan solo comenzó a caminar hacia la puerta. Mi mejor amiga me miró y ambas conectamos miradas con el ceño fruncido. Lo seguimos hasta la puerta. Lo que me parecía más raro de todo esto era como Eros actuaba en todo momento, parecía un chico asustadizo, como si ya no supiera como iba el mundo, se había quedado allí parado justo antes de salir de casa.
—¿Qué pasa? —Pregunté poniendo mi mano en su antebrazo.
—Que no puedo salir así —se señaló el cuerpo.
Sam rió y negó con la cabeza. La miré ceñuda al ver que se iba hacia las escaleras. Cuando llegó con un chándal gris abrí la boca sorprendida y escuché el gruñido fuerte que emitió Eros al verle con la prenda en la mano. Él se acercó a Sam y le quitó el chándal de mala manera. Ella seguía con la sonrisa en los labios. Eros quien no había quitado esa mirada asesina de encima de mi mejor amiga, se metió detrás de una puerta para quitarse el vestido y ponerse el pantalón de chándal. Cuando salió tan solo con el chándal gris y sin camiseta no pude evitar ruborizarme.
Eros pasó por delante de mi amiga murmurando un: "estúpida". Salió de casa sin decir una sola palabra más. Sam se encogió de hombros con una sonrisa a avergonzada. Ambas salimos de casa siguiendo a Un Eros descalzo y sin camiseta. Las personas que pasaban por ahí se le quedaban mirando con cara de horror y otras, como las chicas de nuestra edad, se le quedaban mirando pasando completamente de la sangre que cubría su cuerpo. Eros hacia caso omiso a las miradas, el caminaba como si estuviera completamente solo en la calle, pero entonces fruncí el ceño. ¿Cómo sabía dónde vivía?
«De la misma manera que sabía dónde vivía tu amiga».
Y, ¿cuál era esa manera?
Me pregunté mirando la espalda desnuda de Eros. A pesar del tan poco tiempo que llevaba conociendo a Eros, sentía que lo conocía de toda la vida, había algo extraño que me empujaba a confiar de una manera muy ciega en él. No tenía ni la menor idea de sí eran sus poderes u otra cosa que en ese momento no sabía cuál era.
—Es cierto —habló él mirando la fachada de la casa donde yo vivía antes —hay una presencia en ella —un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, no sabía por qué si ya sabía que ahí dentro había una sombra —es como yo —susurró —te intentaba pedir ayuda.
—Nunca se comunicó conmigo —me obligué a aclarar eso.
No quería que pensara que no lo había ayudado porque no quería. La realidad era esa, que nunca se había comunicado conmigo.
—No puede hacerlo —susurró —no tiene fuerzas —concluyó y comenzó a caminar hacia la puerta de la casa.
Cuando estuvimos junto en frente él tocó la puerta y cerró los ojos. Sam y yo nos miramos sin entender que intentaba hacer, pero entonces se escuchó un "crack" y la puerta cedió. Eros pasó dentro poniendo su mano frente a nosotras haciendo de barrera para que no pasáramos.
—No es la única sombra que hay aquí —dijo girando un poco su cabeza para mirarme.
—¿Cómo qué no? —Cuestioné asustada —¿cuántas hay?
—Más de cuarenta —dijo —puede que incluso cientos de ellas.
Mi mejor amiga agarró mi mano y me miró asustada. Intenté dar un paso hacia adelante, pero un ruido en la parte de arriba de la casa nos dejó a los tres petrificados en nuestros sitios. Fue Eros quien dio el primer paso hacia adelante y se acercó a las escaleras.
—¿Son malignas? —Preguntó Sam con miedo.
—Su aura es extraña, no sabría decir —contestó él.
Yo que durante varios segundos no había hecho otra cosa que mirar hacia la planta de arriba desde el primer escalón me atreví a dar el primer paso y luego otro y otro y otro, hasta que estuve arriba y tan solo me quedaban tres pasos para entrar en mi habitación. Sentí a Eros detrás de mí, pero había otra cosa que sentía y no tenía nada que ver con él o con mi mejor amiga. Era una fuerza extraña que me obligaba a ir hacia mi habitación a buscar a esa sombra que durante tanto tiempo me había perseguido y que por un momento después de conocer a Eros pensaba que era él.
Y entonces entré arrepintiéndome al primer segundo.
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Danger #2 ✔️
Teen FictionPortada creada por: @luaescribe😍🛐 Reescribiendo. Una nueva casa. Una nueva vida. Y un montón de nuevos problemas. -No mires hacia arriba -le susurró una voz en su interior en cuanto estuvo frente a la fachada de su nueva casa. Las prohibiciones...