Amigos, buenas tardes

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¿Quien hubiera creído alguna vez que a Renjun y a Chenle les agradaría alguno de mis amigos? La excepción fuiste tú Mark, cada amigo que les presenté a este par era un amigo rechazado, pero a penas te conocieron supieron que serían grandes amigos.

Recuerdo muy bien el día que hicimos nuestra primera junta los cuatro juntos, fue en mi departamento, a pesar de ser pequeño creo que estaba destinado para nosotros, ese día nos reímos mucho, extraño esos días, se siente como si fuera ayer cuando nos sentábamos a tomar cerveza y jugar videojuegos.

- Así que Mark... ¿Eres bueno en la cocina?- Preguntó Renjun, en ese momento Chenle y yo tuvimos que aguantar la risa, era obvio que lo preguntaba solo para sacar tema de conversación ya que lo habías mencionado varias veces.

- ¿Estás sordo o algo así? Lo ha dicho desde un principio- Le dijo Chenle, creo que se le tiró encima y le empezó a hacer cosquillas, mientras ellos hacían eso nos miramos, si recuerdo bien, fue la primera vez que sentí un revoltijo en mi estómago, en ese momento creía que era efecto de la cerveza y el whisky, ahora estoy muy seguro de que fue tu mirada.

Después de mirarnos te paraste y fuiste al pequeño balcón que tenía, casi por instinto te seguí, te apoyaste y miraste a la calle, después a mi.

-En dos días iré a visitar a mis padres, hace tiempo no lo hago, me deben extrañar- asentiste y luego le diste palmaditas a mi espalda- estaré de vuelta en poco, no me extrañarás- ni yo sé de dónde me salió la personalidad para decirte eso, que vergüenza, aunque fue gracioso en el momento.

- Bueno, no tengo que negar que se sentirá vacío sin ti ¿sabes?, al principio cuando llegaste eras el más tímido, ahora que confías más en nosotros ya ni te recuerdo tímido, la verdad es que no- al parecer te miré muy feo porque al instante dijiste que era todo broma.

Y así seguimos hablando de varias cosas de las que lamentablemente ya no me acuerdo, chenle y renjun se quedaron a dormir esa noche, estaban tan borrachos que me daba lástima sacarlos a la calle, tú te fuiste a la casa de Jeno, hubiese querido que te quedarás, pero hubieras dormido en el suelo.

Al pasar los días ya me encontraba con mis padres, cada vez que recuerdo esa casa suspiro, como no hacerlo si en ese lugar están tallados todos mis recuerdos de la infancia, la melancolía que sentía al estar en ese hogar era fuerte, tanto que me incomodaba, recordar las mañanas heladas mientras mi madre me vestía para la escuela, las tardes acogedoras mientras jugaba con mis amigos del vecindario y las noches tibias cuando mi madre se despedía de un beso en mi mejilla para dormir, que ganas de ser un niño de nuevo y ser arropado por mis padres.

Entonces ahí estábamos, había llegado ese mismo día y no tardamos en ponernos a cocinar y sentarnos en la mesita, me miraron con amor y cariño, me sentí culpable, nunca supe por qué, hablamos de muchas cosas, nos pusimos al día.

- ¿Saben? He hecho un nuevo amigo, su nombre es Mark, es canadiense- me miraron sorprendidos ¿Que? ¿Acaso era raro que hiciera amigos? Gracias padres, yo también los quiero.

- Ay hijito que bueno, estamos tan orgullosos de ti, espero conocerlo pronto...- me dijo con una sonrisa mi madre, pero en un segundo su expresión cambió a una de angustia y pena.

- ¿Qué sucede?- Pregunté agarrandolé sus manitos.

-Nada terrible hijo, o quizás si, no lo sé, es sólo que... no se si pueda seguir dándote dinero cada mes y apoyándote económicamente, de verdad lo siento por decirtelo de esta forma pero no sabía como- Si tuviera que decir la verdad, en ese momento apenas mi madre me dijo eso me sentí mal, pero después me arrepentí inmediatamente de mis pensamientos y la abracé- éste será tu último dinero hijo, sé que harás lo correcto con él... ¿Me lo prometes?- me miró con los ojos más brillantes que he visto, sólo fui capaz de asentir y mientras mi papá veía toda la escena me daba cariñitos en la espalda.

Esa noche me costó dormirme, escuchar a mi madre así de triste por no poder darme dinero me hacía pensar que no tenían fe en mí, sabía que esa no era la razón, pero en el fondo eso era lo que sentía, me senté en mí cama y recuerdo haberte escrito por mensaje que no podía dormir, pero era tarde, supongo que dormías, esa noche no quise llorar, no podía llorar en la misma cama que me vió crecer, tenía miedo de volverme débil otra vez.

Después de ese día mi estadía se hacía lenta, sólo quería irme y poner mi mente en paz, tenía que saber que hacer con ese dinero ¿lo gastaba? ¿invertía en algo? ¿en qué? estaba lo suficientemente estresado por todo eso, así que cuando llegó el momento de irme sólo supe celebrar.

Cuando llegué a casa Sun estaba ahí para recibirme y me fui con ella a mi cama, se sentía bien estar de vuelta, a pesar de sentir un calor acogedor en la casa de mis padres nada igualaba el confort de mi propio hogar, que eran mis cuadros, Sun y yo.

Me recosté en la cama y tomé mi celular y te llamé, te pedí que vinieras y así fue, no te demoraste nada en llegar, que lindo detalle.

"Mark, el gato y yo" [Markhyuck]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora