CAPITULO 05 "ESCABULLIRSE"

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Algunos días, no puedo encontrar mi fe...

Al llegar a casa, solamente estaba ideando un plan para pedir permiso o avisar. Nunca me siento nerviosa para mentir, esto lo aprendí desde que conocí al señor Esteban, mentir es como inventar fabulas cortas, al menos que quiera contar cuentos ficticios y aun así lo haría sin sentir remordimiento.

Me bañé y me dispuse en comer, quería aprovechar que mi padre tambien se encontraba en casa, para así tener una idea clara.

-Necesito que salir, aun no eh renunciado a mi trabajo y hoy tengo que presentarme.

-No hace falta que trabajes, si quieres yo puedo llevarte a presentar tú renuncia. -Si, como si fuera tan fácil renunciar.

-No, no puedo renunciar, no aún.

-¿En qué trabajas? -Sophia tenía curiosidad y se notaba, pues desde que llegue está interesada en todo lo que me ocurre, al parecer se está tomando muy enserio eso de ser mi mamá.

-Canto en un bar, así que salgo hasta las cuatro de la mañana. Yo soy el motor de ese lugar, bueno, tambien les debo mucho porque ellos me dieron trabajo cuando más lo necesitaba, así que no puedo pagarles de esta manera, solo yéndome y ya.

-No sabía que cantabas, espero algún día poder asistir. -Sophia estaba gustosa, aunque el señor no tanto. -Cariño, no te has dado cuenta que Juliana es una chica responsable y madura, así que es entendible sus razones por las cuales no ha renunciado.

Seguía pensando, quizás no estaba de acuerdo en que saliera demasiado noche, pero tambien el lugar abría a las ocho.

-Está bien, pero acepta que te lleve al trabajo.

-No es necesario, padre. Ellos mandan una camioneta por mí y esa misma camioneta me trae de vuelta a casa.

-Está bien.

Terminé de comer y metí mi traje a una mochila, estaba decidida en dejarle encargado mi traje a los del equipo, porque yo no podía llegar e irme con esto puesto. Liam entro a mi habitación y me dijo que estaba muy contento por tener una hermana que es cantante, yo solo sonreía y le prometí que un día de estos le cantaría su canción favorita.

Rogelio llego por mí y subí a la camioneta, en el asiento trasero se encontraba mi mascara, me la puse, y me vi por el espejo retrovisor.

-El ave fénix ya está aquí. -Rogelio aviso por el radio y entramos al club.

Todos nos saludaban, pues los enmascarados somo importantes en esta estancia y más el ave fénix de este lugar, aunque no me engrandece este puesto, pues por culpa de tener un cargo superior, es que no puedo salirme. Amelia me saludo y yo correspondí su saludo, pues como voy a olvidarla si es ella, es la que me corta el cabello cada vez que ya necesita su retoque. Olivia se encontraba en la barra como siempre, platicando con un desconocido quien quiere contratar servicios, me saludo de lejos y yo correspondí.

Después de saludar a varios clientes recurrentes, llegue a la oficina del señor Esteban, el cual ya me estaba esperando.

-Bienvenida a tu casa. -Se podía verlo feliz y eso era raro, pues no creo que mi sola presencia lo haya puesto en ese estado de ánimo. -Hoy es viernes de cerrar trato, un joven quiere venderme un collar de esmeraldas no muy común y eso me emociona.

Lo sabía, sabía que mi presencia no era la causante de su cambio de humor. No tardamos mucho en salir de la oficina e ir a una habitación privada, donde el ruido del exterior no entraba ni en forma de susurro. El joven se encontraba dentro, primero una charla casual y después mostrar el objetivo de la reunión. En efecto era un collar que jamás había visto, si, las piedras brillantes parecían esmeraldas, pero para sacarnos de las dudas teníamos un hombre experto en el tema. Finalmente, el dio el resultado y si, son esmeraldas, el hombre le puso precio a su pieza y el señor Esteban se lo pago.

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