Llevo 3 días sin poder verle, ni hablarle; llevo 72 horas intentando olvidarme de lo ocurrido o por lo menos apartarlo a un lado, como me sugirió mi madre. 4320 minutos sin ver su sonrisa ni oír su voz, pero en cierto modo no estoy sola.
Durante estos días de "recuperación" a base de alguna pastilla para dormir, he estado recibiendo regalos. Un regalo por la mañana y un regalo por la noche cada día en la puerta de casa.
Mi padre cada vez que ve uno, gruñe y con mala cara se da la vuelta; me hace tanta gracia ver su reacción, que entre mi madre y yo le picamos.
En verdad quiero estar con Pterseo, pero una parte de mí se refugia y me grita que ni se me ocurra. ¿Por qué tengo que ser tan difícil?
Cojo una flor del ramo de flores que he puesto en un jarrón con agua y lentamente le quito pétalos; me aburro mucho.
Le quiero, no le quiero, me quiere, no me quiere, le odio, no le odio...
Y así estoy durante un buen rato, hasta que del precioso ramo solo quedan miles de pétalos sobre el suelo.
Hola Melanie ¿qué tal estás? Me ha dicho Pterseo que no vienes al colegio porque estás enferma. ¡Recupérate! Jimena.- leo en un mensaje.
Exactamente no estoy muy preocupada por mis notas ni por los exámenes, ya que me sé todo el temario y sé que no voy a bajarlas. Aunque seguramente la profesora Imma Achiles me echará de menos, era la única alumna que participaba en sus aburridas clases.
Sin embargo no estoy tan segura de mi profesor de matemáticas y director de la escuela, Paulino Narváez, él me odia. Según él, cree que soy una listilla que quiere avergonzarle. ¿Pero qué quiere que le diga cuando me pregunta algo que ya sé, porque lo he estado estudiando desde muy pequeña?
Además quiero ir al colegio para saber que ha pasado con Pau, su hermana y Bayron; ¿estarán juntos?. Me parece extraño que eso ocurra, pero otras cosas más raras se han visto.
Mañana será otro día, me digo cada día; pero nunca tengo las fuerzas suficientes para coger la mochila y salir de casa. Mis padres no me obligan, al contrario mi padre está feliz que esté en casa; y eso me enfada más.
¿Qué diría Bayron en esta situación?
"Vamos muñeca, levanta ese trasero que me estoy volviendo viejo"
¿Y Pau?
"Melanie, ¿Has visto mi zapato? No sé cómo pero me lo han quitado en educación física. ¡Ah y tú puedes!"
¿Y mi madre? Ella siempre tiene buenos consejos.
"Melie, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy."
Está decidido, volveré a mi vida normal; tengo que enfrentarme a los miedos de frente. Así que me pongo el pijama y me meto en la cama con una pequeña sonrisa. Aunque me duela y quiera llorar a cada momento por lo sucedido, tengo que esconderlo, ocultarlo; para salvarme de la oscuridad. Así que cuando cierro los ojos, intento pensar solamente en Pterseo.
Humo, eso es lo único que veo cuando abro los ojos. Una niebla gris oscuro asfixiante que no me deja ver. Puedo oír los tosidos de mis padres por el pasillo, mientras intentan gritar mi nombre. Y cuando digo intentan es que es casi imposible andar y hablar a la vez, ya lo había intentado y casi me había desmayado.–¡Melanie...!– gritan.
–Aquí.– medio susurro mientras mi cuerpo débil se cae al suelo cada vez que me levanto.
Oigo un fuerte golpe en mi puerta pero no se abre; a lo que mi padre responde gritando: –¡Abre la puerta!–
No le respondo, para qué; ya lo había intentado antes que él y muchas más veces. También había intentado abrir la ventana, pero el listo de mi padre había puesto un candado para que "los ladrones" no entraran. Y en la última idea que había tenido, romper la ventana, no tenía fuerzas para ello.
– Melie, por favor. ¡Abre!– suplica mi madre desde la puerta. Parecía como si creyeran que yo quisiera morir carbonizada y asfixiada por unas llamas.
Estaba ahí, sentada debajo de la cama esperando mi futuro inmediato; la verdad era muy deprimente. Me dolía la cabeza, no paraba de toser y solo quería dormir un poco.
–Tengo sueño.– les digo con las pocas energías que tengo. - Quiero dormir un rato.-
–¡No!– exclama mi madre. –Melie, si me estás escuchando no cierres lo ojos, por favor.– vuelve a suplicar. Podía ver sus lágrimas recorrer su cara igual que me iba a ocurrir a mí, mientras mi padre no paraba de dar golpes a la puerta.
–Melanie...
Cierro los ojos, respiro profundamente y con un fuerte empujón me doy un impulso para apoyarme en la cama, y levantarme. No puedo dejar que mis padres mueran por mí, por mi tozudez; porque sé que aunque no tengan casi oxígeno intentarán abrir esta puerta.
Doy pequeños pasos no tan grandes como un niño de tres años, pero algo es algo. Sé que no tengo casi oxígeno en los pulmones y me estoy quemando por dentro pero tengo que seguir. Justo cuando llego a la puerta, susurro: –Estoy aquí papá.–
Pero no oigo a nadie detrás de ella, ni siquiera respiraciones. Con las lágrimas en los ojos, me pongo las gafas que las tenía sobre la cabeza y empujo. La primera vez no ocurre nada y la segunda tampoco, pero sigo intentándolo hasta que se abre entre llamas.
–¿Mamá?¿Papá?– digo con la garganta achicharrada mirando por todos los lados. –¡¡Mamá!!– grito con mis últimas fuerzas.
Silencio, calor, humo, mucho calor y las llamas muy cerca; solo me quedaba esperar a qué vinieran a recoger mi cuerpo quemado o salir sin mirar atrás.
–¡Melanie!– oigo decir a mi padre al lado mío. –¡Ven aquí, rápido! Tenemos que salir de aquí antes de que se nos venga a abajo.–
Lleva a mi madre apoyada en uno de sus hombros y en la otra mano tiene una barra de hierro; supongo que quería hacer palanca con mi puerta para abrirla.
–Pensé que me habíais dejado.– grazno con la boca árida mientras bajamos las escaleras. –Que os habíais ido para siempre.–
Mi padre tastea con la boca y con cuidado de que no se caiga mi madre de su hombro, responde: –Sabes que eso nunca va a ocurrir, eres... ¡Cuidado!– grita antes de que se caiga la lámpara encima mío. - Creo que deberíamos salir de aquí antes de hablar, no hay mucho oxígeno en el aire y no creo que pueda con las dos; en este estado.-
Gracias a mi padre salimos de la casa tosiendo y con alguna quemadura, pero vivos. En la calle están los bomberos, la policía, una ambulancia y muchos vecinos; un poco tarde. Se asombran cuando nos ven salir por la puerta, aunque nos atienden rápido.
– Mel.–oigo decir entre la muchedumbre. –¿Estás bien?–
Rápidamente salgo corriendo hacia Pterseo y le abrazo, apoyando mi cabeza sobre su sólido pecho y escondiéndome en él. Todo el pasado se olvida y el presente se vuelve más fuerte que nunca, todas mis dudas se pierden en ese abrazo lleno de seguridad y ternura que me intenta transmitir.
Cuando me vuelvo veo la casa consumiéndose por las llamas. Me siento desolada al ver cómo se pierde y no puedo hacer nada.
Oigo desde la distancia cómo Barry habla con mis padres sobre quedarse en su casa hasta que sepamos qué vamos a hacer, pero yo lo único que puedo hacer en ese momento es pensar que una parte de mi vida se está destruyendo.
Éste es el comienzo del fin.
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Eterno Poder ©
FantasyMelanie, una joven de 17 años que esconde un oscuro secreto. Si lo descubren las personas equivocadas, la antigua leyenda griega resurgirá y nadie estará a salvo de su mirada. Durante este tiempo, Melanie descubrirá cosas que nunca ha conocido ni s...