Sus ojos oscuros mirándome fijamente, su pecho subiendo y bajando al lado mío, su aliento recorriendo mi garganta con olor a miel...
Sensaciones extrañas ¿miedo?, ¿dolor?, ¿deseo?
Al instante me quito esa idea de la cabeza, es triste pensar en un futuro que nunca tendrás. Entonces me doy cuenta de donde estoy, Pterseo me tiene agarrada de los brazos y no me puedo mover. Está tan cerca mío que puedo sentir sus palpitaciones y eso me hace estremecer. Después de un rato de resistirme, viendo que no había movido ni uno de sus músculos; me doy cuenta de que la única forma de salir es convenciéndole que estoy tranquila.
— Hola.— le digo con una de mis mejores sonrisas. —¿Qué haces?—
—Hablar contigo.— responde.
—Pues parece que vas a matar a un cochinillo.
Me mira a las gafas para ver si no voy a correr, pero no va a encontrar ninguna señal de alarma. Esa es una de las únicas ventajas que tienen las gafas, nadie sabe lo que piensas ni si mientes. Al no encontrar nada me empieza a soltar un poco los brazos, pero no del todo.
— ¿Por qué me ignoras?— me pregunta. ¿¡Cómo me puede decir eso?! Siendo él el que me vuelve loca con sus idas y venidas; me habla, no me habla... Pero tengo que estar tranquila, respiro y medio sonrío.
— Y qué hay de ti, no me has hablado desde que hemos entrado al colegio. ¿Te gusta dar esperanzas falsas? Si ese fuere tú intención, quiero aclararte que no tengo intención de seguirte el juego.
Hay unos segundos de silencio y justo es mi momento para escapar de sus brazos porque está despistado, pero tengo interés por saber que piensa y que va ha decir; así que no me muevo. Pterseo tartamudea, quiere decir algo pero se para y vuelve a intentarlo: —Sabes que hablas algunas veces muy raro. — dice confuso antes de continuar. Había mezclado los idiomas antiguos que me había enseñado mi madre, por eso le parecía extraño.
—Mis amigos, en especial Pau, te tienen miedo, aunque no saben porqué.
—¿Y por eso estás aquí para saber el porqué?— le pregunto ignorando su cara de frustración. —Me tienen miedo porque os enfrenté, cosa que en este colegio parece que no os lo ha hecho durante bastante tiempo.—
— ¡Te exaltas a la primera!— exclama furioso mientras se rasca su pelo rápidamente. —Lo que quería decirte es que estoy convenciendo a mis amigos de que no eres diferente, para que te dejen en paz.—
Estaba tan equivocado, yo no quería estar con nadie; ni con sus amigos ni con él.. Tampoco podía mentir, no era normal; pero aunque odiaba mi poder nunca dejaría que nadie se metiera ni dijera que soy una simple muchacha, aunque mucho me gustara.
—No hace falta.— le digo mientras cierro los puños y me muerdo la parte interna del labio. Me estoy enfadando y siento que las lentillas se están destruyendo, mi poder está a flor de piel. No tendría que pasar nada, pero podrían caérseme las gafas y... desastre. — Me gusta estar sola, además tú has querido dejarme aislada de todo el colegio y ahora tenemos que vivir con nuestros errores.—
—Tal vez si te quitarás las gafas de sol, todo el mundo te miraría diferente.
Me giro y salgo de la esquina. No quiero escucharle más.
—Espera, lo siento.— dice casi suplicando.
—Ayer me dijiste que te gustaría conocerme mejor.— Pterseo asiente. —Pues no vuelvas a hablar de ello.—
Me mira pensativo pero al final acepta.
—¿Te gustaría esta tarde ir al parque?— dice mientras sonríe tímidamente y mira a sus zapatos. ¿Me estará pidiendo una cita?
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Eterno Poder ©
FantasyMelanie, una joven de 17 años que esconde un oscuro secreto. Si lo descubren las personas equivocadas, la antigua leyenda griega resurgirá y nadie estará a salvo de su mirada. Durante este tiempo, Melanie descubrirá cosas que nunca ha conocido ni s...