Reencuentro desfavorable.

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Lo único constante en la vida de los Winchester, al menos desde que pudieron estar por su cuenta, eran las noches en que Dean se perdía por ahí con alguna chica que conociera en los bares o moteles de paso que conformaban su enorme hogar móvil, y Sam solía preguntarse si alguna vez su testarudo hermano sentaría cabeza y tomaría a alguna como esposa. Parecía una opción tan lejana que la resignación vino pronto, entendiendo que su vida siempre sería la cacería a su lado. Pero cuando enfrentaron a Dick Roman, todo eso cambió aunque ninguno lo sabía aún.


El primogénito había encontrado a su pareja perfecta, Sam por su parte había dejado la vida de cazar monstruos para asentarse en una pequeña casa en Kermit, Texas que compartía con una mujer llamada Amelia y una mascota, un perro de nombre Riot, quien fue el culpable de que la conociera.


Un año bastó para que el juego cambiara, no solo de fichas si no de tablero completo, pero era el momento de re encontrarse y confesarse como los hermanos que eran, todo lo que habían hecho sin el otro. Pero no se trataba solo de una charla para ponerse al día con un café, Sam supo de inmediato, luego de colgar la llamada, que Dean estaría furioso al haber tenido que volver solo de donde quiera que hubiera salido y Dean conocía sus pecados antes de haber sido enviado al purgatorio, las veces que despiadadamente asesinó seres sobrenaturales sin clemencia, sin importarle que tuvieran aún una parte humana que, recién había aprendido a aceptar. Aún más, ¿Cómo hablar sobre su cambio repentino de sexualidad? Un cambio que siempre se resistió a hacer aún teniendo a Castiel tan cerca.


Mil detalles más rondaban por la cabeza de ambos. Por su parte, el menor condujo desde Texas a Luisiana completamente solo. Unas noches antes había tenido contratiempos con Amelia y justo cuando su hermano llamó, estaba a horas de abandonarla, además sabía cuan intransigente podía ser su hermano mayor y no quería que su pareja presenciara ese mar de basura verbal y, seguramente, golpes.


Dean daba vueltas en la habitación de motel mientras Benjamin, sentado a la orilla de la cama, contemplaba el ir y venir del rubio con algo de preocupación.

— Dean, tranquilo. ¿Puedes detenerte un segundo? — La mirada de reproche del aludido fue inmediata a lo que el vampiro respondió con una sonrisa. — Estás mareándome.


— Creí que los vampiros no tenían malestares. — Dean suspiró y se dejó caer a lado del ex pirata, recargando su cabeza en el hombro mientras éste correspondía, acariciándole la espalda.


— Descuida, sé qué hacer cuando llegue Sam y todas las reacciones están cubiertas. En el peor de los casos correré por mi vida.


— En el peor de los casos voy a tener que limpiar tu sangre de mi chaqueta. - Aclaró Dean, negando suavemente y observando hacia el suelo, dejando que su mente volara entre las miles de posibilidades.


— ¿Tan lerdo me crees? - Lafitte soltó una carcajada, pasando su mano después a la cintura de Dean, acercándolo más y buscando su mirada al inclinar su cabeza. — Mantendré mi distancia, ¿de acuerdo? Ahora... vamos al restaurante. Necesitas comer.


El vampiro casi a tirones tuvo que hacer que el cazador lo siguiera, llegando poco después a un pequeño local que era vecino del motel, en donde había toda esa comida que al rubio le gustaba. Llevaban ahí una semana y la mesera se acercó a ellos con una sonrisa de oreja a oreja. Sí, era de esa clase de chicas con las que Dean solía acostarse y la verdad, no podría decir si en el pasado lo hizo con ella. Solía olvidarlas luego de un tiempo.

Sálvame. [DeanXBenny✓] [Denniestiel✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora